Enviado por Javier Romero
En los últimos meses venimos asistiendo en el escenario
nacional a un reacomodamiento de sectores sociales, políticos y sindicales
aglutinados en torno a la proyección de
una alternativa conservadora frente al “populismo” kirchnerista. En este
contexto se han desarrollado algunas manifestaciones y cacerolazos
protagonizados fundamentalmente por sectores medios y altos. Aunque no podemos,
como hace el Gobierno, caracterizar en bloque e indiscriminadamente a todos los
manifestantes como golpistas o fascistas, es clara la orientación antipopular y
reaccionaria de estas expresiones.
Las cacerolas que estos días salen a la calle poco que ver
tienen con aquellas de 2001. Bajo la consigna “piquete y cacerola, la lucha es
una sola”, las cacerolas expresaron en aquel tiempo el hastío ante el modelo
neoliberal y el reclamo de medidas populares. Hoy, por el contrario, se
concentran en criticar por derecha al Gobierno, cuestionando programas sociales
o los intentos de mayor regulación estatal de ciertas áreas del mercado. Así,
en base a rechazar los intentos de re-reelección o los visibles casos de
corrupción, se esconde un programa económico y social aún más regresivo para
las mayorías populares que el kirchnerismo. Por ello, no es de extrañar que
estas cacerolas critiquen a procesos políticos de la región - como Cuba o
Venezuela - que, con sus limitaciones, buscan responder a reivindicaciones
populares y conformarse como una alternativa al imperialismo y al
neoliberalismo. Expresión de todo esto
es la organización del cacerolazo espontáneo del 8N, al cual repudiamos en
tanto maniobra derechista y pro-imperialista. Más allá de las diferentes posibles
consideraciones sobre el proceso bolivariano, es evidente que la victoria del
presidente Hugo Chávez en las elecciones venezolanas hizo que se le salte la
cadena a los reaccionarios de todas las latitudes. Así lo expresó, por ejemplo,
el apoyo directo de Macri y el grupo Clarín al opositor Capriles y su posterior
frustración.
La administración
kirchnerista, en el marco de las luchas sociales y el clima político posterior
al 2001, produjo ciertos avances en materia de derechos humanos, sociales y
políticas, pero que no son parte de un programa integral de corte con el saqueo
y la precarización de las condiciones de vida de nuestro pueblo. El
kirchnerismo se ha conformado como una variante inteligente de la burguesía,
capaz de reconstruir la legitimidad social y política del régimen, sin realizar
modificaciones estructurales o profundas respecto al neoliberalismo. En ese
sentido, los problemas de vivienda, salud, trabajo genuino o educación siguen
sin resolverse. Esto no quita que haya sectores de las derechas políticas y
económicas locales que preferirían un programa de ajuste más directo o menos
concesiones a los sectores populares
Frente a la
polarización instalada entre el Gobierno y la oposición de derecha, las
organizaciones abajo firmantes seguimos apostando a la construcción desde abajo
de una alternativa popular. Con este objetivo en el horizonte, repudiamos a los
sectores reaccionarios locales que buscan impulsar políticas más duras de
ajuste a los sectores populares, al tiempo que apostamos a la construcción de
una alternativa política de los de abajo, heredera de las jornadas de 2001.
Primeras firmas:
Corriente Político Sindical “Rompiendo Cadenas”// Agrupación
Kiki Lezcano // Colectivo Desde el Pie // Corriente de Organizaciones de Base La Brecha // MTD Aníbal Verón
-Nueva Fuerza- // Movimiento por la Unidad Latinoamericana
y el Cambio Social - MULCS //
Nota relacionada: Posicionamiento del E.P.P Chubut sobre el 8N
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