Por Daniel Marzal *
Fuente: Mensajero Digital
Con naturalidad y sin estridencias, el pueblo barilochense
asumió ayer el rol que le reserva la Carta Orgánica y se pronunció por desplazar a
Omar Goye de la intendencia y abrir una nueva etapa institucional.Por amplia
mayoría, los vecinos dejaron en claro que Goye ya tuvo su oportunidad, defraudó
las expectativas y corresponde dar su ciclo por cerrado, mucho antes de los
cuatro años formalmente acordados al comienzo del mandato.
Lo destacado del episodio es que la ciudadanía no rehuyó la
responsabilidad y se hizo cargo de la cuestión. En un gesto voluntario de
expresión y soberanía dijo lo suyo sobre el rumbo que debe tomar el municipio.
La participación cercana al 60% alcanzó para demostrar que
el votante aceptó el convite y actuó con la serena satisfacción de quien
garabatea la historia por cuenta propia y sin intermediarios. El veredicto fue
elocuente.
Es difícil repasar en caliente las razones de la debacle de
la gestión Goye.
Lo ocurrido ayer no despeja las dudas sobre las motivaciones
de sus propios compañeros de causa para bajarle el pulgar. La sensación es que
se desgració con ellos y allí estuvo su peor error.
El ahora ex intendente acumuló promesas incumplidas, se
empeñó en ocultar las resoluciones, retaceó convenios firmados con grandes
contribuyentes que los eximían de obligaciones fiscales, se rodeó de un entorno
indefendible y propició negocios oscuros con la cartelería callejera.
Pero aun así hubiera sobrevivido si no fallaba en las
relaciones públicas hacia adentro de su partido. Todo indica que hacer las
paces a tiempo con los jefes máximos del FpV le hubiera salvado el pellejo.
Su gobierno entró en fuerte declive en los últimos meses,
pero lo cierto es que hasta el 20 de diciembre los concejales del FpV y sus
jefes provinciales le palmeaban la espalda y le perdonaban todo.
Si alguna incógnita queda por resolver es qué facturas pagará
el oficialismo por el traumático proceso cerrado ayer.
Hasta hace unos días Goye cuestionaba el llamado a
referéndum con el argumento de que "no hubo ningún clamor popular" en
su contra. El pronunciamiento ubicuo y silencioso de ayer entierra esa especulación
y sienta de paso un mojón clave para el futuro devenir político de la ciudad.
El fallido intendente advirtió una y otra vez que la
revocatoria sería un precedente negativo, en lo que pareció un mensaje a toda
la dirigencia política. Algo así como decirles "ojo, a partir de ahora le
puede pasar a cualquiera".
Justamente por eso, la de ayer fue una experiencia tan
educativa como valiosa. (Río Negro)
* Periodista
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