Por Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco
Un equipo de investigadores que realiza expediciones paleontológicas en la Patagonia argentina descubrió un cráneo de primate fósil que arroja datos de gran relevancia en la evolución del tamaño del cerebro en los primates.
Marcelo Tejedor y cuatro colegas de Argentina y Estados Unidos reportaron un cráneo parcial que se constituye en el resto de primate fósil mejor preservado y con información más completa que se haya encontrado en más de 100 años de trabajo en Patagonia.
Los primates sudamericanos –que nada tienen que ver con el origen del hombre- existen hoy ampliamente distribuidos y son diversos en Centroamérica y Sudamérica, pero su registro fósil es sumamente escaso, y los restos son mayormente fragmentarios.
Este nuevo cráneo muestra el rostro completo y sin deformaciones, el hueso frontal que conserva internamente intacto el espacio de los lóbulos frontales del cerebro, y la mayor parte de los dientes superiores casi sin desgaste. Esta asociación de partes del cráneo excelentemente preservadas es absolutamente inusual.
Complementando la importancia de este material, se trata de un nuevo género y especie que fue denominado Killikaike blakei, en homenaje a la estancia de procedencia (Killik Aike Norte) y a sus propietarios, Sr. y Sra. Blake, quienes facilitaron los trabajos de campo en su propiedad.
Como parte anecdótica del hallazgo, el primate estaba en una sala del casco de la estancia, totalmente cubierto por una roca de ceniza volcánica, donde solo se podía apreciar una mínima parte de la superficie de los dientes.
Aparentemente, este material fue colectado por el antiguo propietario de la estancia hace muchos años. El primer paso fue verificar, mediante una tomografía computada, si dentro de la roca había realmente un cráneo y, como segunda tarea, hubo que corroborar el lugar de procedencia.
Completado el primer paso, el segundo fue tarea sencilla, porque en las cercanías existe un yacimiento con fósiles que provienen, precisamente, de un nivel de cenizas volcánicas, y donde el pasado año se colectó un espécimen adicional de este mismo nuevo género.
Esto permitió realizar un análisis químico de la roca que envolvía al cráneo y de la roca donde estaban los mencionados fósiles en el campo; el análisis químico tiene gran precisión para determinar si las cenizas corresponden, incluso, a la misma erupción volcánica.
Los resultados fueron absolutamente coincidentes y, como complemento y teniendo ya el lugar de procedencia, se dató la antigüedad de la roca, arrojando 16.4 millones de años, coincidente con el Mioceno temprano. Pasando a la etapa de estudio, se concluyó que el nuevo primate fósil pertenece a la subfamilia de los cebinos, dentro de los que se incluyen los actuales monos ardillas (género Saimiri) y capuchinos (género Cebus), y algunos parientes extintos.
La particularidad de los cebinos es que poseen un cerebro muy desarrollado en relación al tamaño corporal, situación comparable a nuestros ancestros, los homininos fósiles africanos. Los monos ardillas y capuchinos vivientes exhiben una amplia gama de comportamientos asociados con una notable inteligencia, viven en complejos grupos sociales, e incluso los capuchinos pueden manipular instrumentos rudimentarios.
Como Killikaike blakei conserva el molde del cerebro anterior, y teniendo en cuenta que esta parte del cerebro se correlaciona con el tamaño total del cerebro, se obtuvo un volumen muy cercano al de los cebinos, y distante del resto de los primates actuales del Nuevo Mundo.
La sorpresiva conclusión es que Killikaike representa el más antiguo registro de un incremento dramático del tamaño del cerebro en primates, ocurrido aproximadamente 12 millones de años antes que en nuestros propios ancestros africanos.
Un equipo de investigadores que realiza expediciones paleontológicas en la Patagonia argentina descubrió un cráneo de primate fósil que arroja datos de gran relevancia en la evolución del tamaño del cerebro en los primates.
Marcelo Tejedor y cuatro colegas de Argentina y Estados Unidos reportaron un cráneo parcial que se constituye en el resto de primate fósil mejor preservado y con información más completa que se haya encontrado en más de 100 años de trabajo en Patagonia.
Los primates sudamericanos –que nada tienen que ver con el origen del hombre- existen hoy ampliamente distribuidos y son diversos en Centroamérica y Sudamérica, pero su registro fósil es sumamente escaso, y los restos son mayormente fragmentarios.
Este nuevo cráneo muestra el rostro completo y sin deformaciones, el hueso frontal que conserva internamente intacto el espacio de los lóbulos frontales del cerebro, y la mayor parte de los dientes superiores casi sin desgaste. Esta asociación de partes del cráneo excelentemente preservadas es absolutamente inusual.
Complementando la importancia de este material, se trata de un nuevo género y especie que fue denominado Killikaike blakei, en homenaje a la estancia de procedencia (Killik Aike Norte) y a sus propietarios, Sr. y Sra. Blake, quienes facilitaron los trabajos de campo en su propiedad.
Como parte anecdótica del hallazgo, el primate estaba en una sala del casco de la estancia, totalmente cubierto por una roca de ceniza volcánica, donde solo se podía apreciar una mínima parte de la superficie de los dientes.
Aparentemente, este material fue colectado por el antiguo propietario de la estancia hace muchos años. El primer paso fue verificar, mediante una tomografía computada, si dentro de la roca había realmente un cráneo y, como segunda tarea, hubo que corroborar el lugar de procedencia.
Completado el primer paso, el segundo fue tarea sencilla, porque en las cercanías existe un yacimiento con fósiles que provienen, precisamente, de un nivel de cenizas volcánicas, y donde el pasado año se colectó un espécimen adicional de este mismo nuevo género.
Esto permitió realizar un análisis químico de la roca que envolvía al cráneo y de la roca donde estaban los mencionados fósiles en el campo; el análisis químico tiene gran precisión para determinar si las cenizas corresponden, incluso, a la misma erupción volcánica.
Los resultados fueron absolutamente coincidentes y, como complemento y teniendo ya el lugar de procedencia, se dató la antigüedad de la roca, arrojando 16.4 millones de años, coincidente con el Mioceno temprano. Pasando a la etapa de estudio, se concluyó que el nuevo primate fósil pertenece a la subfamilia de los cebinos, dentro de los que se incluyen los actuales monos ardillas (género Saimiri) y capuchinos (género Cebus), y algunos parientes extintos.
La particularidad de los cebinos es que poseen un cerebro muy desarrollado en relación al tamaño corporal, situación comparable a nuestros ancestros, los homininos fósiles africanos. Los monos ardillas y capuchinos vivientes exhiben una amplia gama de comportamientos asociados con una notable inteligencia, viven en complejos grupos sociales, e incluso los capuchinos pueden manipular instrumentos rudimentarios.
Como Killikaike blakei conserva el molde del cerebro anterior, y teniendo en cuenta que esta parte del cerebro se correlaciona con el tamaño total del cerebro, se obtuvo un volumen muy cercano al de los cebinos, y distante del resto de los primates actuales del Nuevo Mundo.
La sorpresiva conclusión es que Killikaike representa el más antiguo registro de un incremento dramático del tamaño del cerebro en primates, ocurrido aproximadamente 12 millones de años antes que en nuestros propios ancestros africanos.
No obstante, el rostro y los dientes aún presentan ciertos caracteres primitivos, lo cual podría implicar que las habilidades cognitivas probablemente precedieron a otras adaptaciones relacionadas con los hábitos alimentarios que conducirían a una dieta muy variada en los cebinos.
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