lunes, mayo 21, 2007

Mató a un músico desarmado, es policía y ya quedó excarcelado

Enviado por Inforum Patagonia

Foto: José María, hermano de la víctima, cuenta que todo empezó por una discusión en el colectivo.

Por Carlos Rodríguez

A los 31 años, Eduardo Bernabé Córdoba era integrante del grupo de música andina Sikuri Sartañani, además de ser artesano y vendedor de la revista Hecho en Buenos Aires. El sábado 21 de abril, como era habitual ese día de la semana, se reunió con los miembros del grupo para ensayar. A las 2.40 de la madrugada del domingo 22, con un amigo, tomaron un colectivo de la línea 76 para regresar a su casa del barrio Zabaleta, en Barracas. Córdoba, a quien todos llamaban Chasqui, tenía “pelo largo y cara de indio”, recordó a Página/12 su hermano José María Córdoba Castillo. Su aspecto no fue del agrado del chofer del colectivo, César Aníbal Díaz, descripto por un testigo como “un hombre rubio, de pelo cortito”. El chofer hizo algunos gestos despectivos que molestaron a Chasqui. Eso generó primero una discusión y luego golpes. El chofer decidió cerrar las puertas del vehículo y dirigirse, a toda velocidad, por momentos de contramano, a la comisaría 36ª, donde el subinspector César Javier Pereyra asesinó de un tiro por la espalda al joven Córdoba, quien al principio fue acusado de un supuesto robo y de ir armado, hasta que una jueza desmontó la parodia y acusó de “homicidio simple” al policía.

El pedido de captura del subinspector Pereyra fue librado recién el 10 de mayo por la jueza Guillermina Martínez, quien a su vez denunció por el delito de “falso testimonio” al principal testigo que abonaba la versión policial del hecho, el vigilador privado Raúl Blanco (ver aparte). El policía fue detenido y enviado a la cárcel de Marcos Paz. El lunes pasado, la defensa pidió la excarcelación de Pereyra ante el juez Jorge López, quien había reemplazado a la doctora Martínez, que se tomó una licencia.

La excarcelación fue concedida bajo el argumento de que el policía “no tiene antecedentes penales, no tiene pasaporte y por eso se cree que es difícil que intente eludir la acción de la Justicia. Tampoco se considera que tenga la intención de destruir pruebas, cosa que ya hicieron cuando la policía dijo que la víctima estaba armada y que intentó robar al colectivero”. El comentario lo hizo la abogada Mabel Colalongo, que representa a la familia Córdoba. “El viernes declararon tres nuevos testigos y el lunes (por mañana), presentaremos nuevas pruebas, entre ellos un pedido de ampliación de la indagatoria al policía Pereyra. Nosotros nos oponemos a la excarcelación.” Las presentaciones se harán mañana, cuando la jueza Martínez retome sus funciones.

“Lo que más nos llamó la atención, al ser concedida la excarcelación, es que el fiscal (Alejandro Molina Pico) haya dicho que si bien él no conoce la causa a fondo, considera que el subinspector ‘no se excedió en el ejercicio de sus funciones como policía’, cuando está demostrado que Córdoba no estaba armado y que fue asesinado por la espalda frente a la comisaría 36ª”, ubicada en Pedernera 3405, sostuvo Colalongo. Cuando llegó al lugar el colectivo de la línea 76, en la puerta de la seccional había “siete policías uniformados que lo podrían haber detenido sin necesidad de asesinarlo”, relató el testigo G. M., cuyo nombre se mantiene reserva por razones de seguridad. G. M. acompañaba a Córdoba en colectivo y fue sobreseído por la jueza Martínez de la acusación por “robo con uso de armas” que le había armado la policía. El testigo salvó su vida porque se tiró por la ventana del colectivo, mientras estaba en movimiento.

G. M. admitió que su amigo Chasqui llegó a golpear con sus puños al colectivero “porque ese hombre nos quería llevar presos sin ninguna razón y era evidente que nos discriminaba porque éramos unos negros con cara de indios”. En su declaración indagatoria, el policía Pereyra llegó a decir que Córdoba “le estaba apuntando al chofer y que después se dio vuelta y le apuntó a él, de frente, motivo por el cual tuvo que matarlo en defensa propia y de terceros, en alusión al colectivero”, comentó Colalongo. En la autopsia firmada por el médico forense Roberto Víctor Cohen se deja constancia de que Córdoba murió al recibir un balazo que le entró por la espalda a la altura de la cintura y que salió por la tetilla izquierda.

El forense habla de una “herida por proyectil de arma de fuego en abdomen y tórax” que produjo “una hemorragia interna”. El disparo fue hecho por Pereyra desde la calle luego de abrir, de un primer balazo, la puerta del colectivo y cuando Córdoba estaba arriba del vehículo, peleando con el chofer. Por eso la trayectoria es de abajo hacia arriba. Colalongo precisó que el médico del SAME que llevó a Córdoba hasta el Hospital Penna, donde falleció, dejó constancia de que “el disparo fue letal, dado que le destrozó el pulmón, el riñón y la cola del páncreas”. A pesar del estado en que estaba la víctima, los policías “lo esposaron con las manos hacia atrás” y el médico del SAME “tuvo que pedirles que le soltaran las manos porque ni siquiera podía tomarle el pulso”, recordó Colalongo.

“Los policías dijeron que Eduardo estaba alcoholizado, pero el médico del SAME dice que no tenía olor y las pericias demostraron que no había restos de drogas ni de alcohol”, aseguró la abogada de la familia. La querella va a pedir que se le tome declaración a la médica del Penna que hizo la ficha de ingreso de Córdoba porque “primero señala que estaba ‘agresivo y alcoholizado’, pero a renglón seguido admite que estaba ‘inconsciente y casi sin pulso’”. Lo cierto es que Córdoba falleció de un paro cardíaco a las 3.10 del domingo 22 cuando era llevado al quirófano. El policía Pereyra fue en la ambulancia del SAME y estuvo en el Penna. Córdoba, herido de muerte, fue esposado de nuevo cuando estaba en la camilla y la presión que ejercía la presencia del policía, en el hospital, explicaría las contradicciones en las que incurrió la médica de guardia.

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