martes, agosto 28, 2007

Minería de oro a pocos kilómetros de Bariloche: ¿Para qué?

Por Juan Nicastro

Sábado 25 de agosto 2007. Pilcaniyeu. Poblado de 600 habitantes, a 60 kilómetros de Bariloche, sobre la ruta 23, de ripio. Autoconvocados de Bariloche y de la Asamblea Patagónica contra el saqueo y la contaminación, integrantes de las asambleas de Ingeniero Jacobacci y de Esquel y organizaciones ecologistas y ambientalistas convocan a los vecinos de la zona a una charla informativa sobre "eso de la minería".

Cerca de las dos de la tarde la parroquia está razonablemente llena de gente, sobre el altar un televisor espera su turno, un pizarrón se puebla de datos, se comparten historias de lucha, explicaciones técnicas, enfoques sociales y políticos, y quienes vinieron de afuera escuchan también a los lugareños, que por estos días han recibido varias de las temidas "notificaciones de cateo".

"Eso de la minería yo lo venía escuchando hace tiempo, no pensé que nos iba a tocar a nosotros. Además como en Jacobacci lo habían frenado…"

Cuentan las vecinas de Jacobacci: "Nosotros nos constituimos como Asamblea No a la Mina en febrero de 2004. Con la ayuda de gente de Bariloche y de Esquel al principio y de toda la región después, conseguimos instalar el tema como parte de la agenda política de la provincia, y con la fuerza y la acción logramos que en junio de 2005 se sancione la ley que prohíbe el uso de cianuro, y momentáneamente paramos este desastre. Pero esta ley no alcanza, es algo endeble, por eso las mineras se quedan y están esperando, no se van, y el gobierno sigue dando permisos de exploración".

Un joven de 19 años, nacido en estas tierras, habla sobre la situación. Se lo ve preocupado pero decidido. "Yo creo que si nos unimos no van a poder avanzar. No queremos una mina acá. No queremos que se lleven el oro y nos contaminen con todas esas cosas tóxicas. Va a quedar un desastre. Nunca un argentino va a ir así nomás a un país extranjero a llevarse el oro, porque sabe que no se lo van a permitir. ¿En dónde te van a dejar entrar a un campo y llevarte el oro? Acá vienen como si nada…"

Uno de los momentos de mayor impacto de la charla es el referido a los detalles económicos. La gente escucha sorprendida: que nadie controla cuanto oro se llevan, que gastan 200 dólares para extraer una onza y la venden a 600, y a pesar de eso tienen un interminable listado de beneficios impositivos, empezando por una regalía insignificante (máximo 3 por ciento), que el oro no sufre retenciones, que las empresas no liquidan esos dólares en el país (lo que significa que en la práctica no es una exportación), etc.

"¿Pero cómo se armó esto?" y contesta un vecino de Esquel: "Acá la culpa la tiene el que le puso el cartel de SE VENDE a este país". "Pero eso no es venta, es un regalo" murmura alguien por lo bajo. "No tan regalo, seguro que alguien cobra su comisión" completa otro. Casualmente, veo entre mis papeles una foto tomada recientemente durante un discurso de Cristina Kirchner en un cónclave de los finos: Atrás de ella, en una inmensa bandera plástica reluce, entre otros, el logo de Barrick Gold, una de las empresas mineras con mayores intereses en Argentina, empresa que todavía no pudo con los vecinos de la Rioja, empresa que tiene entre sus accionistas al propio George Bush.

Este tipo de minería tiene gravísimas consecuencias sobre el agua, tan graves que en Estados Unidos (donde cada vez más estados la prohíben) hay lagos tan contaminados que los pájaros mueren con solamente posarse en su superficie. Además se consume tanta agua que es común que se sequen arroyos y napas subterráneas. Los ganaderos de la zona podrían trabajar unos años en la mina, pero después…

"Yo no quiero que venga nadie a cambiarme mi modo de vida" Dice un mapuche. "No estoy de acuerdo, como tampoco estoy de acuerdo con que no nos informen bien sobre lo que hace el Invap en esta zona, ni con la idea de algunos de traer el basurero de Bariloche para acá, ni lo que andan pensando en hacer en el río Limay".

"Cuando pierdes el pasado, la voluntad se desmorona fácilmente", dijo alguna vez un tal Meng Jiao. ¿Qué tipo de voluntad es la de los pobladores que deciden enfrentar estos megaproyectos? ¿Qué nuevas articulaciones sociales podrán surgir? ¿De qué manera asomará e influirá la historia de estos parajes en la voluntad? La historia, por estas estepas, suele ser negada, o silenciada, o apenas murmurada… Una relación con la tierra y con el poder, ya jalonada de momentos difíciles, con los cuales se construye a pasos vacilantes la historia actual. ¿Surge, a partir de la necesidad de defenderse, la oportunidad de pensar sobre el futuro con mayor independencia? ¿Al entender lo brutal del saqueo y contaminación de esta minería de oro, lograremos pensar en organizarnos contra otros saqueos y otras contaminaciones cotidianas?

Se prende el televisor y empiezan a sucederse las imágenes: Las montañas agujereadas, las maquinarias gigantes, glaciares a punto de ser trasladados (¿!) , fotos de los emprendimientos actualmente en marcha, las zonas que ya no están al alcance de los argentinos porque las mineras crean sus propias fronteras, las fallas en el mineraloducto de Bajo La alumbrera, el mapa de los cateos en todo el país, con toda la cordillera amenazada, e incluso proyectos planeados en San Luis, Córdoba, Provincia de Buenos Aires…

Sobre el final, un contador levanta sus manos y junta sus dedos con sus pulgares "¿Para qué? ¿Para qué sacar el oro? ¿Para hacer alhajas y lingotes? En informática ya casi no se usa, y las aplicaciones en tecnología medicinal no requieren estas tremendas cantidades. Entonces ¿Porqué se lo llevan?" La pregunta queda flotando en la atmósfera de la parroquia. Jesús, colgado en la cruz, parece bajar la cabeza.

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