Por Juan Nicastro
Viernes 31 de agosto, Lago Puelo (Chubut). Juicio penal oral y público contra un empresario por dañar un arroyo. La fiscalía pidió tres años y medio de prisión efectiva. La sentencia será dictada este viernes 7 de septiembre
Más allá de la sentencia que se dicte, este juicio ha llamado poderosamente la atención no sólo en la Patagonia sino también en el resto de la Argentina, y ya hay quienes aventuran que sentará jurisprudencia a nivel internacional.
El arroyo Golondrinas atraviesa la pequeña localidad de Lago Puelo, ubicada a pocos kilómetros al sur de El Bolsón. En su tramo final, bordea el complejo turístico Puelo Ranch administrado por Daniel Kritz, luego bordea la propiedad de Daniel Zuliani (quien junto a grupo de vecinos denunció el secamiento del arroyo) y pocos metros más abajo desemboca en el Río Azul.
El 13 de febrero de este año, Daniel Zuliani y su familia, poco después de desayunar, advirtieron que el arroyo estaba totalmente seco, y entre las piedras agonizaban cientos de peces. Más arriba, el señor Kritz guiaba los trabajos de una retroexcavadora. Cerca de la ribera había grandes montículos de piedras y tierra húmeda recién sacadas del fondo del arroyo. Durante el juicio, la defensa intentó argumentar que este empresario sólo intentaba protegerse de las inundaciones, que el arroyo se secó por varios factores y no solamente por esas obras realizadas, que las autoridades no dan respuestas ante las inundaciones y obligan a los particulares a hacer lo que pueden, que hay sequía en toda la provincia, y que Kritz intentaba hacer un bien para todos y no sabía bien lo que estaba haciendo.
El desfilar de los testigos fue brindando otro tipo de afirmaciones:
Que si bien era cierto que la propiedad de Kritz había sufrido inundaciones, no se habían tomado previsiones a la hora de construir, a pesar de las advertencias documentadas en el momento de la compra del terreno.
Que el desmanejo de un canal interno tomado del arroyo para serpentear “pintorescamente” entre las cabañas del complejo Puelo Ranch había colaborado en agravar esas inundaciones.
Que kritz había pedido varias veces a las autoridades de la dirección de aguas trabajos sobre el arroyo, y no había recibido nunca la autorización correspondiente.
Que el exagerado y profundo dragado de un tramo de unos 40 metros del arroyo rompió la capa natural impermeabilizante del lecho y ocasionó que el agua se fuera hacia abajo, infiltrándose a las napas subterráneas, dejando el arroyo seco a partir de ese punto.
Que si bien hay sequía en toda la Patagonia (en Lago Puelo hubo años en que cayeron hasta 1800 mm, mientras este año todavía no se llega a 700) el arroyo nunca antes se había secado.
Pero además, la larga serie de testimonios generó un profundo acercamiento a la complejidad de todo lo relacionado con el agua. La doctora Ortubay, bióloga, hizo un informe sobre toda la situación. También fue importante lo informado por Parques Nacionales. Explicaron claramente porqué el secado de un arroyo no se soluciona simplemente con darle agua nuevamente. Recuperar la riqueza de especies animales y vegetales, recuperar los caudales, recuperar socialmente el uso, descontaminar las napas que se hayan contaminado, y un largo etcétera, es algo muy difícil de lograr… Los ríos y arroyos de la región no están adaptados a la sequía. Las capas impermeables sobre las que resbala el agua se forman en cientos o miles de años. Por más trabajos de remediación que se realicen, la situación original es casi imposible de restablecer. Una triste reafirmación de una vieja frase: “No es posible bañarse dos veces en el mismo arroyo”.
El testimonio más lastimoso lo brindó Guillermo Matzkue, representante de la oficina de recursos hídricos de Lago Puelo. Constantemente vacilante, pedía que le repitieran las preguntas o alegaba no entenderlas. Sus palabras, y las de los demás empleados o directivos de las áreas del estado que intervinieron (o no intervinieron) dieron a todos la certeza de que el estado era en parte corresponsable por los daños ocasionados, inclusive pude verse que hubo obras llevadas adelante por el área de recursos hídricos que no respetaron los cuidados necesarios, en la zona previa a donde Kritz intentó continuar el dragado y terminó secando el curso de agua. Camiones de la provincia tiraron luego material arcilloso al fondo para ayudar a Kritz a intentar reparar el desastre. Ya entrada la noche, luego de los aplausos de toda la concurrencia al finalizar el alegato de los fiscales, el juez preguntó al representante del estado de Chubut, Sr Novarino, si quería agregar algo. (Los fiscales, en un tramo de su alegato, habían dicho que el trabajo de las áreas del estado involucradas había sido cuanto menos cuestionable, si no rayano con la figura de incumplimiento de los deberes de funcionario público). Novarino dijo adherir en todo a lo manifestado por los fiscales, y propuso que se avance en la determinación de la responsabilidad de funcionarios del estado que actuaron con desidia o incompetencia. Esto generó un nuevo aplauso de toda la concurrencia.
El juicio se hizo en un solo día, a sala llena, incluyendo los testimonios de numerosos testigos, relevo de pruebas, visita a las zonas afectadas y alegatos. Faltó solamente la sentencia, que será dictada el próximo 7 de septiembre. Estas fueron algunas de las frases escuchadas:
“los pececitos se sacudían al aire, pobrecitos”
“mis hijas lloraban desesperadas, empezaron a llenar baldes de agua en casa, se iban al arroyo, metían ahí las truchitas todavía vivas y las llevaban hasta el río”
“cuando lo veo a Kritz me dice que está cansado de inundarse y que iba a dragar el arroyo hasta el río Azul”
“No puedo entender que por la desidia del estado me quieran meter en prisión, cuando yo me inundé el año pasado, no me trajeron ni un café”
“sí, un momento…¿podrían sacar el perro?”
“delante del intendente Kritz le dio orden al maquinista de que siga adelante”
“el intendente dijo que se iba a poner al frente del problema”.
“este es uno de los tantos problemitas que puede llegar a haber con el agua… perdón, problemas”
“lo que hacemos a la tierra, nos lo hacemos a nosotros mismos”
El juez Eyo, que vino especialmente desde Esquel, es muy medido, imperturbable sin aparentar soberbia, suavemente dialoga con los testigos, los fiscales o la defensa con correctísima amabilidad…Después del mediodía, en la recorrida por los puntos claves del arroyo, camina relajado sin sacarse en ningún momento sus guantes de carpincho.
- ¿Me respondería algunas preguntas?
- Mmm.. no… yo voy a hablar a través de la sentencia…
- ¿Coincide en que este juicio tiene una importancia muy particular?
- Mm… eh... te repito, yo hablo en la sentencia… si me das tu correo electrónico te la puedo enviar…
- ¿Ya ha sido juez en casos vinculados a cuestiones vinculadas con el medio ambiente?
- Eh… en algún juicio ambiental he estado…pero no recuerdo en este momento…
Gracias. No más preguntas, señor juez.
Le preguntamos a uno de los fiscales si no admitía que el hecho juzgado excedía el ámbito de lo penal. Contestó: “puede ser que lo exceda, pero eso no significa que no debamos juzgarlo como lo dice la ley. Por ejemplo, todos sabemos que la inseguridad es un flagelo social y político, que debe ser interpretado como tal en toda su complejidad. Pero eso no significa que debamos dejar de juzgar los robos, los asesinatos o los casos de gatillo fácil.”
El alegato de los fiscales fue contundente. Comenzaron hablando de cómo el accionar de Kritz sobre el arroyo había dañado a todos los ribereños aguas abajo y a todos los que utilizan un importantísimo canal de riego que nace del arroyo en esa zona. Repasaron todos los daños sociales y ambientales producidos. Marcaron la contradicción existente en la actitud de Kritz, atentando contra el arroyo a pesar de ser titular de una empresa turística, que lucra con el valor turístico de la pureza de la naturaleza. “Un empresario turístico, director de dos sociedades anónimas, no puede desconocer lo que implica el medio ambiente en el negocio turístico”
Continuaron definiendo dos delitos: turbación del uso del agua y daño agravado sobre un arroyo. Hicieron hincapié en que los cursos de agua no forman parte de las propiedades de los particulares (“malentendió su derecho de propiedad”). Explicaron de qué manera Kritz había generado consecuencias más allá del lugar exacto donde se produjo el hecho. Consideraron agravantes: Que Kritz fue varias veces advertido de que no hiciera lo que luego hizo, la calidad de los medios utilizados y la “posibilidad de extensión del daño, ya que los perjuicios son inconmensurables”.
Por todo esto solicitaron una pena de tres años y medio de prisión efectiva.
Argumentaron sobre la existencia de dolo, y recordaron aplicaciones penales similares en España, “ante delitos ambientales en que las empresas preferían pagar una multa pero seguir dañando el ambiente. Esta es una lógica empresarial que el derecho penal ha venido a paliar”.
La defensa pidió la absolución, alegando que la verdadera y única responsable de la situación es la Provincia de Chubut y su autoridad de aplicación en el área aguas, que “no funciona y tiene deslices”, que “en Puelo hay hijos y entenados, no puede ser que el único acusado sea el señor Kritz”, que “no hay dolo, ya que el único propósito del señor Kritz era evitarse las inundaciones”, que “esta situación excede el marco penal, hay que aplicar la ley de aguas, mi cliente lo único que hizo es una obra hídrica sin autorización”, por lo tanto pidieron que en caso de haber pena, tuviera que ver con “recomponer” pero en ningún caso con la prisión.
En uno de los tramos finales de su discurso, el abogado defensor decía: “Acá en Puelo hay hijos y entenados, señor juez”. En ese momento, el intendente pasaba lentamente con su auto frente a la puerta cerrada del salón, pero no se animaba a entrar. (según cuentan los vecinos, Kritz recorre las oficinas de la Municipalidad de Lago Puelo con gran familiaridad).
La última palabra la tuvo el empresario, insistiendo en su búsqueda del bien común contra las inundaciones, agregando que “si hace falta llevar algunas camionadas más para arreglar la cosa, yo las pago”. El juez anunció que dictaría sentencia el 7 de septiembre a las 12, y se levantó la sesión. La sensación generalizada de la gente era de labor cumplida, de cierta esperanza (aunque sea por una vez) depositada en la justicia. Esta esperanza se funda principalmente en el alto nivel de movilización local en torno a la defensa del arroyo, y en la labor de los fiscales Martín Zachino (37) y Fernando Rivarola (42), quienes desplegaron una gran volumen de trabajo, sobre todo en los meses previos al juicio, con largas jornadas de investigación. De todas maneras, nadie se hace grandes ilusiones en cuanto a la sentencia, ya que es raro que un juez de esta zona (o quizá de varias zonas…) juzgue con dureza a un empresario.
Para Daniel Zuliani, principal responsable (junto a toda su familia y un nutrido grupo de vecinos) de que este caso haya llegado a juicio, la vida de estos meses gira en torno a este tema, fuente de pasiones, debates, acción, reuniones, nerviosismo, ideas, valores…Los Zuliani defienden este arroyo desde su llegada a este lugar hace 5 años. En la cocina de su casa una de las paredes muestra, como en tantos otros hogares de la región, un Calendario del Bosque Nativo andino patagónico 2007, mostrando la cuadrícula del mes de agosto. En el rectángulo del día 31, alguien de la familia anotó con birome: “Juicio”. Un amigo lo llama y le muestra la frase impresa a continuación en esa misma hoja. Daniel se acerca extrañado, no lo puede creer. Llama a Sara, su mujer. Ella tampoco lo había notado, también se sorprende. Dice ahí, en ese almanaque impreso hace 9 ó 10 meses, pegado al cuadradito del día 31 de agosto: “Muéstrame tu arroyo y te diré quien eres”
Muéstrame tu arroyo y te diré quien eres…una frase que, aplicada a esta cuestión, puede tener varias lecturas…Las dos primeras son las más obvias: El arroyo “de” Zuliani, defendido, cuidado, habla de su ideología y su práctica, con sentido ecológico y comunitario. El arroyo “de” Kritz, dañado, manipulado, usado según su interés particular sin pensar las consecuencias, habla de la ideología actualmente dominante, individualista y capitalista. La tercera es un poco más compleja: El arroyo “de” la provincia, el estado de Chubut. Salteándonos varias observaciones referidas al estado y sus funciones, es útil pasar a una lectura más integral: El arroyo es de todos, no de alguien en particular. No existe “el arroyo sano” de equis persona y “el arroyo explotado” de equis otra. Hay un solo arroyo, seriamente dañado, es de todos, y habla de todos nosotros.
Nos muestran nuestro arroyo y nos dice quiénes somos.
Podemos querer ser otra cosa, podemos querer un arroyo sano, pero hoy somos esto. Lo ocurrido en el Golondrinas nos demuestra que en este mundo no alcanza con ocuparse cada uno solamente de su tramo de arroyo para mantenerlo sano, para evitar que sea herido, para preservarlo al alcance de todos. No alcanza.
PRENSA SUR
Viernes 31 de agosto, Lago Puelo (Chubut). Juicio penal oral y público contra un empresario por dañar un arroyo. La fiscalía pidió tres años y medio de prisión efectiva. La sentencia será dictada este viernes 7 de septiembre
Más allá de la sentencia que se dicte, este juicio ha llamado poderosamente la atención no sólo en la Patagonia sino también en el resto de la Argentina, y ya hay quienes aventuran que sentará jurisprudencia a nivel internacional.
El arroyo Golondrinas atraviesa la pequeña localidad de Lago Puelo, ubicada a pocos kilómetros al sur de El Bolsón. En su tramo final, bordea el complejo turístico Puelo Ranch administrado por Daniel Kritz, luego bordea la propiedad de Daniel Zuliani (quien junto a grupo de vecinos denunció el secamiento del arroyo) y pocos metros más abajo desemboca en el Río Azul.
El 13 de febrero de este año, Daniel Zuliani y su familia, poco después de desayunar, advirtieron que el arroyo estaba totalmente seco, y entre las piedras agonizaban cientos de peces. Más arriba, el señor Kritz guiaba los trabajos de una retroexcavadora. Cerca de la ribera había grandes montículos de piedras y tierra húmeda recién sacadas del fondo del arroyo. Durante el juicio, la defensa intentó argumentar que este empresario sólo intentaba protegerse de las inundaciones, que el arroyo se secó por varios factores y no solamente por esas obras realizadas, que las autoridades no dan respuestas ante las inundaciones y obligan a los particulares a hacer lo que pueden, que hay sequía en toda la provincia, y que Kritz intentaba hacer un bien para todos y no sabía bien lo que estaba haciendo.
El desfilar de los testigos fue brindando otro tipo de afirmaciones:
Que si bien era cierto que la propiedad de Kritz había sufrido inundaciones, no se habían tomado previsiones a la hora de construir, a pesar de las advertencias documentadas en el momento de la compra del terreno.
Que el desmanejo de un canal interno tomado del arroyo para serpentear “pintorescamente” entre las cabañas del complejo Puelo Ranch había colaborado en agravar esas inundaciones.
Que kritz había pedido varias veces a las autoridades de la dirección de aguas trabajos sobre el arroyo, y no había recibido nunca la autorización correspondiente.
Que el exagerado y profundo dragado de un tramo de unos 40 metros del arroyo rompió la capa natural impermeabilizante del lecho y ocasionó que el agua se fuera hacia abajo, infiltrándose a las napas subterráneas, dejando el arroyo seco a partir de ese punto.
Que si bien hay sequía en toda la Patagonia (en Lago Puelo hubo años en que cayeron hasta 1800 mm, mientras este año todavía no se llega a 700) el arroyo nunca antes se había secado.
Pero además, la larga serie de testimonios generó un profundo acercamiento a la complejidad de todo lo relacionado con el agua. La doctora Ortubay, bióloga, hizo un informe sobre toda la situación. También fue importante lo informado por Parques Nacionales. Explicaron claramente porqué el secado de un arroyo no se soluciona simplemente con darle agua nuevamente. Recuperar la riqueza de especies animales y vegetales, recuperar los caudales, recuperar socialmente el uso, descontaminar las napas que se hayan contaminado, y un largo etcétera, es algo muy difícil de lograr… Los ríos y arroyos de la región no están adaptados a la sequía. Las capas impermeables sobre las que resbala el agua se forman en cientos o miles de años. Por más trabajos de remediación que se realicen, la situación original es casi imposible de restablecer. Una triste reafirmación de una vieja frase: “No es posible bañarse dos veces en el mismo arroyo”.
El testimonio más lastimoso lo brindó Guillermo Matzkue, representante de la oficina de recursos hídricos de Lago Puelo. Constantemente vacilante, pedía que le repitieran las preguntas o alegaba no entenderlas. Sus palabras, y las de los demás empleados o directivos de las áreas del estado que intervinieron (o no intervinieron) dieron a todos la certeza de que el estado era en parte corresponsable por los daños ocasionados, inclusive pude verse que hubo obras llevadas adelante por el área de recursos hídricos que no respetaron los cuidados necesarios, en la zona previa a donde Kritz intentó continuar el dragado y terminó secando el curso de agua. Camiones de la provincia tiraron luego material arcilloso al fondo para ayudar a Kritz a intentar reparar el desastre. Ya entrada la noche, luego de los aplausos de toda la concurrencia al finalizar el alegato de los fiscales, el juez preguntó al representante del estado de Chubut, Sr Novarino, si quería agregar algo. (Los fiscales, en un tramo de su alegato, habían dicho que el trabajo de las áreas del estado involucradas había sido cuanto menos cuestionable, si no rayano con la figura de incumplimiento de los deberes de funcionario público). Novarino dijo adherir en todo a lo manifestado por los fiscales, y propuso que se avance en la determinación de la responsabilidad de funcionarios del estado que actuaron con desidia o incompetencia. Esto generó un nuevo aplauso de toda la concurrencia.
El juicio se hizo en un solo día, a sala llena, incluyendo los testimonios de numerosos testigos, relevo de pruebas, visita a las zonas afectadas y alegatos. Faltó solamente la sentencia, que será dictada el próximo 7 de septiembre. Estas fueron algunas de las frases escuchadas:
“los pececitos se sacudían al aire, pobrecitos”
“mis hijas lloraban desesperadas, empezaron a llenar baldes de agua en casa, se iban al arroyo, metían ahí las truchitas todavía vivas y las llevaban hasta el río”
“cuando lo veo a Kritz me dice que está cansado de inundarse y que iba a dragar el arroyo hasta el río Azul”
“No puedo entender que por la desidia del estado me quieran meter en prisión, cuando yo me inundé el año pasado, no me trajeron ni un café”
“sí, un momento…¿podrían sacar el perro?”
“delante del intendente Kritz le dio orden al maquinista de que siga adelante”
“el intendente dijo que se iba a poner al frente del problema”.
“este es uno de los tantos problemitas que puede llegar a haber con el agua… perdón, problemas”
“lo que hacemos a la tierra, nos lo hacemos a nosotros mismos”
El juez Eyo, que vino especialmente desde Esquel, es muy medido, imperturbable sin aparentar soberbia, suavemente dialoga con los testigos, los fiscales o la defensa con correctísima amabilidad…Después del mediodía, en la recorrida por los puntos claves del arroyo, camina relajado sin sacarse en ningún momento sus guantes de carpincho.
- ¿Me respondería algunas preguntas?
- Mmm.. no… yo voy a hablar a través de la sentencia…
- ¿Coincide en que este juicio tiene una importancia muy particular?
- Mm… eh... te repito, yo hablo en la sentencia… si me das tu correo electrónico te la puedo enviar…
- ¿Ya ha sido juez en casos vinculados a cuestiones vinculadas con el medio ambiente?
- Eh… en algún juicio ambiental he estado…pero no recuerdo en este momento…
Gracias. No más preguntas, señor juez.
Le preguntamos a uno de los fiscales si no admitía que el hecho juzgado excedía el ámbito de lo penal. Contestó: “puede ser que lo exceda, pero eso no significa que no debamos juzgarlo como lo dice la ley. Por ejemplo, todos sabemos que la inseguridad es un flagelo social y político, que debe ser interpretado como tal en toda su complejidad. Pero eso no significa que debamos dejar de juzgar los robos, los asesinatos o los casos de gatillo fácil.”
El alegato de los fiscales fue contundente. Comenzaron hablando de cómo el accionar de Kritz sobre el arroyo había dañado a todos los ribereños aguas abajo y a todos los que utilizan un importantísimo canal de riego que nace del arroyo en esa zona. Repasaron todos los daños sociales y ambientales producidos. Marcaron la contradicción existente en la actitud de Kritz, atentando contra el arroyo a pesar de ser titular de una empresa turística, que lucra con el valor turístico de la pureza de la naturaleza. “Un empresario turístico, director de dos sociedades anónimas, no puede desconocer lo que implica el medio ambiente en el negocio turístico”
Continuaron definiendo dos delitos: turbación del uso del agua y daño agravado sobre un arroyo. Hicieron hincapié en que los cursos de agua no forman parte de las propiedades de los particulares (“malentendió su derecho de propiedad”). Explicaron de qué manera Kritz había generado consecuencias más allá del lugar exacto donde se produjo el hecho. Consideraron agravantes: Que Kritz fue varias veces advertido de que no hiciera lo que luego hizo, la calidad de los medios utilizados y la “posibilidad de extensión del daño, ya que los perjuicios son inconmensurables”.
Por todo esto solicitaron una pena de tres años y medio de prisión efectiva.
Argumentaron sobre la existencia de dolo, y recordaron aplicaciones penales similares en España, “ante delitos ambientales en que las empresas preferían pagar una multa pero seguir dañando el ambiente. Esta es una lógica empresarial que el derecho penal ha venido a paliar”.
La defensa pidió la absolución, alegando que la verdadera y única responsable de la situación es la Provincia de Chubut y su autoridad de aplicación en el área aguas, que “no funciona y tiene deslices”, que “en Puelo hay hijos y entenados, no puede ser que el único acusado sea el señor Kritz”, que “no hay dolo, ya que el único propósito del señor Kritz era evitarse las inundaciones”, que “esta situación excede el marco penal, hay que aplicar la ley de aguas, mi cliente lo único que hizo es una obra hídrica sin autorización”, por lo tanto pidieron que en caso de haber pena, tuviera que ver con “recomponer” pero en ningún caso con la prisión.
En uno de los tramos finales de su discurso, el abogado defensor decía: “Acá en Puelo hay hijos y entenados, señor juez”. En ese momento, el intendente pasaba lentamente con su auto frente a la puerta cerrada del salón, pero no se animaba a entrar. (según cuentan los vecinos, Kritz recorre las oficinas de la Municipalidad de Lago Puelo con gran familiaridad).
La última palabra la tuvo el empresario, insistiendo en su búsqueda del bien común contra las inundaciones, agregando que “si hace falta llevar algunas camionadas más para arreglar la cosa, yo las pago”. El juez anunció que dictaría sentencia el 7 de septiembre a las 12, y se levantó la sesión. La sensación generalizada de la gente era de labor cumplida, de cierta esperanza (aunque sea por una vez) depositada en la justicia. Esta esperanza se funda principalmente en el alto nivel de movilización local en torno a la defensa del arroyo, y en la labor de los fiscales Martín Zachino (37) y Fernando Rivarola (42), quienes desplegaron una gran volumen de trabajo, sobre todo en los meses previos al juicio, con largas jornadas de investigación. De todas maneras, nadie se hace grandes ilusiones en cuanto a la sentencia, ya que es raro que un juez de esta zona (o quizá de varias zonas…) juzgue con dureza a un empresario.
Para Daniel Zuliani, principal responsable (junto a toda su familia y un nutrido grupo de vecinos) de que este caso haya llegado a juicio, la vida de estos meses gira en torno a este tema, fuente de pasiones, debates, acción, reuniones, nerviosismo, ideas, valores…Los Zuliani defienden este arroyo desde su llegada a este lugar hace 5 años. En la cocina de su casa una de las paredes muestra, como en tantos otros hogares de la región, un Calendario del Bosque Nativo andino patagónico 2007, mostrando la cuadrícula del mes de agosto. En el rectángulo del día 31, alguien de la familia anotó con birome: “Juicio”. Un amigo lo llama y le muestra la frase impresa a continuación en esa misma hoja. Daniel se acerca extrañado, no lo puede creer. Llama a Sara, su mujer. Ella tampoco lo había notado, también se sorprende. Dice ahí, en ese almanaque impreso hace 9 ó 10 meses, pegado al cuadradito del día 31 de agosto: “Muéstrame tu arroyo y te diré quien eres”
Muéstrame tu arroyo y te diré quien eres…una frase que, aplicada a esta cuestión, puede tener varias lecturas…Las dos primeras son las más obvias: El arroyo “de” Zuliani, defendido, cuidado, habla de su ideología y su práctica, con sentido ecológico y comunitario. El arroyo “de” Kritz, dañado, manipulado, usado según su interés particular sin pensar las consecuencias, habla de la ideología actualmente dominante, individualista y capitalista. La tercera es un poco más compleja: El arroyo “de” la provincia, el estado de Chubut. Salteándonos varias observaciones referidas al estado y sus funciones, es útil pasar a una lectura más integral: El arroyo es de todos, no de alguien en particular. No existe “el arroyo sano” de equis persona y “el arroyo explotado” de equis otra. Hay un solo arroyo, seriamente dañado, es de todos, y habla de todos nosotros.
Nos muestran nuestro arroyo y nos dice quiénes somos.
Podemos querer ser otra cosa, podemos querer un arroyo sano, pero hoy somos esto. Lo ocurrido en el Golondrinas nos demuestra que en este mundo no alcanza con ocuparse cada uno solamente de su tramo de arroyo para mantenerlo sano, para evitar que sea herido, para preservarlo al alcance de todos. No alcanza.
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