Enviado por Ricardo Módica
Madrid, 12 sep (PL) El Premio Nobel de Química 1988, el alemán Hartmut Michel, critica el desarrollo y uso de los biocombustibles en una larga entrevista que publica hoy el diario español El País.
El científico, quien determinó por cristalografía de rayos X el funcionamiento en detalle de la fosíntesis, asegura que los combustibles de origen vegetal no son una buena opción para combatir el cambio climático.
Michel estima que esos biocarburantes no ahorran emisiones de CO2 y promueven la deforestación de la Amazonia y otros parques del mundo.
En consecuencia, propone abolir una directiva de la Unión Europea de que el 5,75 por ciento de todo el transporte basado en energías fósiles deberá ser sustituido por biocombustibles antes del 2010.
Admitió que es imperativo pasar a energías renovables, pero advirtió que los biocombustibles no son neutrales en la emisión de CO2 porque al menos la mitad de la energía contenida en ellos procede de fuentes fósiles.
Para producir etanol, ejemplificó, hace falta invertir tanta energía fósil en fertilizante, transporte, destilado de alcohol, como la que hay en ese biocarburante y acabas emitiendo más CO2 que usando gasolina en el coche.
El biocombustible que se puede producir por unidad de superficie y año contiene menos del 0,4 por ciento de la energía solar que ha recibido ese espacio en el mismo tiempo.
Cubrir la demanda de electricidad de Alemania con biocombustibles exigiría dedicar toda la superficie del país a cultivos energéticos, sostiene el científico.
En comparación, las células fotovoltaicas son entre 50 y 100 veces más eficientes y necesitan menos suelo.
Los biocombustibles fomentan pérdida de selva tropical en Indonesia, Malasia, algunas zonas de Africa y en Brasil donde cada vez se cultiva más soja en la selva, y quemar ésta libera una cantidad enorme de dióxido de carbono.
La eficiencia de la conversión de biomasa en biocombustible oscila entre 0,15 y 0,3 por ciento mientras que las células fotovoltaicas tienen ya una eficiencia de entre 15 y 20, señala el Premio Nobel alemán quien propone energía solar en lugar de biogas.
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Madrid, 12 sep (PL) El Premio Nobel de Química 1988, el alemán Hartmut Michel, critica el desarrollo y uso de los biocombustibles en una larga entrevista que publica hoy el diario español El País.
El científico, quien determinó por cristalografía de rayos X el funcionamiento en detalle de la fosíntesis, asegura que los combustibles de origen vegetal no son una buena opción para combatir el cambio climático.
Michel estima que esos biocarburantes no ahorran emisiones de CO2 y promueven la deforestación de la Amazonia y otros parques del mundo.
En consecuencia, propone abolir una directiva de la Unión Europea de que el 5,75 por ciento de todo el transporte basado en energías fósiles deberá ser sustituido por biocombustibles antes del 2010.
Admitió que es imperativo pasar a energías renovables, pero advirtió que los biocombustibles no son neutrales en la emisión de CO2 porque al menos la mitad de la energía contenida en ellos procede de fuentes fósiles.
Para producir etanol, ejemplificó, hace falta invertir tanta energía fósil en fertilizante, transporte, destilado de alcohol, como la que hay en ese biocarburante y acabas emitiendo más CO2 que usando gasolina en el coche.
El biocombustible que se puede producir por unidad de superficie y año contiene menos del 0,4 por ciento de la energía solar que ha recibido ese espacio en el mismo tiempo.
Cubrir la demanda de electricidad de Alemania con biocombustibles exigiría dedicar toda la superficie del país a cultivos energéticos, sostiene el científico.
En comparación, las células fotovoltaicas son entre 50 y 100 veces más eficientes y necesitan menos suelo.
Los biocombustibles fomentan pérdida de selva tropical en Indonesia, Malasia, algunas zonas de Africa y en Brasil donde cada vez se cultiva más soja en la selva, y quemar ésta libera una cantidad enorme de dióxido de carbono.
La eficiencia de la conversión de biomasa en biocombustible oscila entre 0,15 y 0,3 por ciento mientras que las células fotovoltaicas tienen ya una eficiencia de entre 15 y 20, señala el Premio Nobel alemán quien propone energía solar en lugar de biogas.
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