Por Infocívica
El mercurio es una sustancia altamente tóxica que ingresa al organismo por diferentes vías, se almacena en el cuerpo y puede traspasar la placenta de una embarazada. Más de 50 instituciones de la salud ya se sumaron a la campaña que lleva adelante la ONG Salud sin Daño para eliminar progresivamente el uso de elementos que lo contengan. Proponen una normativa nacional.
(INFOCÍVICA, Buenos Aires, 07 de diciembre de 2007). Más de 50 instituciones sanitarias del país dejaron, o comienzan a dejar gradualmente, de utilizar elementos que contienen mercurio, un metal altamente tóxico no sólo para la salud (provoca daños neurológicos, hepáticos, renales y en sangre), sino también para el medio ambiente. Esto es gracias a la acción de Salud Sin Daño, una ONG que internacional, con sede en la Argentina.
La campaña promueve la eliminación del uso del mercurio en el sector de la salud, para que cada hospital o centro de salud adherido elimine progresivamente esta sustancia. En efecto, la idea de este programa es reemplazar gradualmente los elementos con mercurio que se utilizan en los nosocomios, y a la vez capacitar a los trabajadores de la salud sobre cómo limpiar correctamente los derrames de mercurio que pueden ocurrir en su trabajo cotidiano.
Un claro ejemplo de los elementos que se intenta reemplazar es el termómetro, que además de contener mercurio, se rompe con facilidad. El mercurio es un metal pesado, líquido a temperatura ambiente y que se evapora cuando es liberado. Así, es transportado por el viento a grandes distancias antes de su depósito terrestre o acuático, un efecto que se produce sobre todo cuando llueve. Según Salud Sin Daño, el mercurio puede encontrarse actualmente como contaminante en sedimentos de ríos y mares, en los peces (luego consumidos por humanos) y hasta en el cordón umbilical de bebés de todo el planeta.
“Los hospitales en el mundo son una fuente de emisión de mercurio en el ambiente, que luego va a parar a un drenaje pluvial, a una cloaca… y llega, tarde o temprano, a los ríos o mares. Y como tiene la capacidad de almacenarse en los tejidos grasos, se acumula en los peces, que lo almacenan, porque el mercurio no se elimina. Entonces, el hombre que consume pescados puede estar consumiendo mercurio en niveles altos”, explica Verónica Odriozola, coordinadora regional de Salud Si Daño. Y luego agrega: “El mercurio es capaz hasta de atravesar la placenta de una mamá que está embarazada. Con lo cual, en muchos países del mundo, el consumo de pescado esta prohibido para mujeres en edad fértil o embarazadas. Y por ello también, en algunos lugares, el cordón umbilical termina siendo importante para determinar los niveles de contaminación de mercurio que tiene una población”.
En una reciente carta pública de adhesión a la necesidad de eliminar el mercurio de los sistemas de salud, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), a través de la primera cátedra de Toxicología, expresa que “respalda la necesidad de eliminar progresivamente el uso del mercurio en los insumos del cuidado de la salud y reemplazarlo por alternativas ambientalmente más inocuas”. Y explica que “la puerta de entrada al organismo (del mercurio) puede ser tanto por vía respiratoria, digestiva, por la inhalación de los vapores de este metal, como por la vía cutánea”, ya que el metal puede atravesar la piel sin que esta esté lastimada.
La campaña de Salud Sin Daño ha puesto esta problemática sobre el tapete hace ya dos años, Por iniciativa de un grupo de pediatras, el Hospital Rivadavia de la Ciudad de Buenos Aires comenzó con la iniciativa de reemplazar los termómetros de mercurio de toda la sala de neonatología. El hospital firmó entonces la primera Carta Compromiso del país, con la intención de eliminar progresivamente todos los elementos que contenían este metal tóxico. En 2006, el gobierno porteño, a través de su Ministerio de Salud, también decidió firmar públicamente una Carta Compromiso con igual propósito.
“Reemplazar los elementos con mercurio significa una inversión inicial del hospital, pero en el largo plazo, supone un ahorro. El termómetro, por ejemplo, es un elemento que se rompe muchísimo y en un año termina costando más comprar muchos termómetros que comprar dos o tres digitales”, advierte Odriozola. Y luego ejemplifica con un dato alarmante: “Sólo en 2005, el gobierno de la Ciudad tuvo que comprar cerca de 40.000 termómetros para hospitales, lo que significa que se rompieron muchos. Cada uno de ellos tiene alrededor de un gramo de mercurio; suponiendo que esos 40.000 se rompieron, significa 40 kilos de mercurio emitidos en un año sólo en la ciudad”.
Las adhesiones a la campaña provienen de todo el país: hospitales de Córdoba, Rosario, Esquel, La Rioja y Santiago de Estero ya se sumaron, y este año se incorporó también el Ministerio de Salud de Chaco, que firmó el compromiso para extender la medida que ya había sido adoptada en el Hospital Pediátrico de Resistencia. Hace pocas semanas, Tierra del Fuego también se sumó: la iniciativa alcanzará a los dos hospitales y a los seis centros de salud con que cuenta la provincia.
La primera etapa consiste en una auditoría para relevar la situación actual de cada nosocomio e identificar usos y fuentes de mercurio, luego viene la capacitación del personal. “Ahora estamos desarrollando la etapa de capacitación con todos los trabajadores de las instituciones, para que puedan conocer el alcance contaminante del mercurio y sepan cómo limpiar en caso de derrame. Luego, iremos por el reemplazo progresivo de los instrumentos con mercurio que se utilizan, tales como los termómetros, las amalgamas que utilizan los dentistas, los tensiómetros y barómetros. La idea es reemplazarlos por elementos digitales”, cuenta Edit Scaiola, responsable del Programa Materno Infanto Juvenil de Tierra del Fuego.
La médica y especialista explica que no se trata de una contaminación instantánea, sino de un proceso que se genera en forma crónica. “La contaminación con mercurio en los chicos, por ejemplo, se manifiesta a través del bajo rendimiento escolar y falta de concentración, lo que significa que ha provocado lesiones neurológicas. También puede causar trastornos hepáticos, digestivos y en sangre”, agrega Scaiola.
Salud Sin Daño viene reclamando al ministerio de Salud de la Nación que esta iniciativa obtenga carácter normativo, a través de la sanción de una resolución, para que la problemática se transforme en parte de un plan de salud a largo plazo, según explicó Odriozola, que además coordina las acciones de la organización en Uruguay, Brasil, México y Cuba. sitio http://www.saludsindanio.org/, o escribir al correo electrónico http://ar.f346.mail.yahoo.com/ym/Compose?To=prensa@saludsindanio.org.
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