Por Subsecretaría de Cultura y Educación de Esquel
Mañana martes, a las 22 , la Subsecretaría de Cultura y Educación comienza con la presentación de espectáculos de la cartelera nacional.
En esta ocasión estará presente el humorista cordobés Chichilo Viale.
Las entradas están a la venta en Belgrano 330 con un costo de $ 30 para las 11 primeras filas y $ 25 para las restantes.
Chichilo se muestra en su mejor forma
“Chichilo en su salsa”
Por Celina Alberto
Nada más que una banqueta, un banco de plaza le alcanzan a Chichilo Viale para dar forma al unipersonal con el que abrió temporada el sábado pasado, en Mina Clavero.
Todo lo demás, lo mejor, queda reservado para el talento de cuentista que el actor apuntala con una delicadeza cada vez mayor de recursos y un sentido fino del timing en escena.
Casi dos horas de monólogos vertiginosos, ajustados hasta en los más mínimos gestos e inflexiones de voz, se intercalan durante el show en los que Viale intenta exprimir un poco más su capacidad para bucear en la idiosincrasia del humor cordobés, el más ácido, tierno y procaz que le permite el género.
Algunos de los mejores pasajes de sus rutinas clásicas (el cuñado cura, la esposa fea, el suegro accidentado, el borracho y su perra en celo, los clavos Heredia) aparecen en los distintos bloques, dosificados con lógica televisiva y ritmo circense para completar postales cada vez más histriónicas y con mayor compromiso expresivo.
Sin dejarse tentar por los lugares más cómodos desde donde seducir al público (el borracho sigue siendo un clásico, pero sólo lo deja aparecer recién al final y con las riendas del libreto bien firmes), Chichilo infiltra sus destrezas de clown y mimo con la mira puesta en construir partes importantes de su relato sobre la belleza del movimiento.
Una secuencia íntegra del primer monólogo sucede dentro de este registro. Chichilo se convierte entonces en mimo y deja que los gestos y algunos sonidos ilustren por completo la situación de una fiesta opulenta, donde la mezcla explosiva de alcoholes varios y bocaditos de extraño sabor lo conducen al sanitario en estado de emergencia.
El final aparece con una vuelta de página en el tono del humor que lleva hasta entonces el espectáculo. Esta vez parece decidido a abandonar la carcajada y con la mira puesta en otra gama de su paleta expresiva.
Como salido de un fotograma de película muda, Chichilo interpreta a un anciano con muleta que llega a un banco de una plaza, sin mayores apuros que el de terminar de comerse una manzana y fumarse tranquilo un cigarrillo.
Allí lo interceptará una compañía inesperada, una presencia misteriosa que aparece en una sintaxis simple y mágica de movimientos, gestos y recursos actorales.
El cuadro, breve, tierno y de un humor melancólico y simple poco frecuente en el teatro de variedades que ofrece la cartelera, consigue cerrar el show en su punto más alto.
El resultado es una alternativa más que recomendable para volver a disfrutar del mejor humor de Chichilo Viale y salir de la sala con el sabor grato de encontrar un talento conocido en su mejor forma.
Mañana martes, a las 22 , la Subsecretaría de Cultura y Educación comienza con la presentación de espectáculos de la cartelera nacional.
En esta ocasión estará presente el humorista cordobés Chichilo Viale.
Las entradas están a la venta en Belgrano 330 con un costo de $ 30 para las 11 primeras filas y $ 25 para las restantes.
Chichilo se muestra en su mejor forma
“Chichilo en su salsa”
Por Celina Alberto
Nada más que una banqueta, un banco de plaza le alcanzan a Chichilo Viale para dar forma al unipersonal con el que abrió temporada el sábado pasado, en Mina Clavero.
Todo lo demás, lo mejor, queda reservado para el talento de cuentista que el actor apuntala con una delicadeza cada vez mayor de recursos y un sentido fino del timing en escena.
Casi dos horas de monólogos vertiginosos, ajustados hasta en los más mínimos gestos e inflexiones de voz, se intercalan durante el show en los que Viale intenta exprimir un poco más su capacidad para bucear en la idiosincrasia del humor cordobés, el más ácido, tierno y procaz que le permite el género.
Algunos de los mejores pasajes de sus rutinas clásicas (el cuñado cura, la esposa fea, el suegro accidentado, el borracho y su perra en celo, los clavos Heredia) aparecen en los distintos bloques, dosificados con lógica televisiva y ritmo circense para completar postales cada vez más histriónicas y con mayor compromiso expresivo.
Sin dejarse tentar por los lugares más cómodos desde donde seducir al público (el borracho sigue siendo un clásico, pero sólo lo deja aparecer recién al final y con las riendas del libreto bien firmes), Chichilo infiltra sus destrezas de clown y mimo con la mira puesta en construir partes importantes de su relato sobre la belleza del movimiento.
Una secuencia íntegra del primer monólogo sucede dentro de este registro. Chichilo se convierte entonces en mimo y deja que los gestos y algunos sonidos ilustren por completo la situación de una fiesta opulenta, donde la mezcla explosiva de alcoholes varios y bocaditos de extraño sabor lo conducen al sanitario en estado de emergencia.
El final aparece con una vuelta de página en el tono del humor que lleva hasta entonces el espectáculo. Esta vez parece decidido a abandonar la carcajada y con la mira puesta en otra gama de su paleta expresiva.
Como salido de un fotograma de película muda, Chichilo interpreta a un anciano con muleta que llega a un banco de una plaza, sin mayores apuros que el de terminar de comerse una manzana y fumarse tranquilo un cigarrillo.
Allí lo interceptará una compañía inesperada, una presencia misteriosa que aparece en una sintaxis simple y mágica de movimientos, gestos y recursos actorales.
El cuadro, breve, tierno y de un humor melancólico y simple poco frecuente en el teatro de variedades que ofrece la cartelera, consigue cerrar el show en su punto más alto.
El resultado es una alternativa más que recomendable para volver a disfrutar del mejor humor de Chichilo Viale y salir de la sala con el sabor grato de encontrar un talento conocido en su mejor forma.
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