viernes, marzo 21, 2008

Ariel Puyelli se suma al debate abierto por la despenalización del consumo de marihuana


Por Ariel A. Puyelli *

Es muy interesante seguir las alternativas de los debates sobre la marihuana y todo lo que ella implica. Por momentos aparece como un ejercicio intelectual sano. Por momentos, un bloque de Todo por 2 pesos.

A veces, se tiene la sensación de que uno se acerca a la modernidad. Pero a veces, teme que un señor vestido de negro toque a nuestra puerta blandiendo una antorcha en forma de cruz, al grito de “hereje”.

Es curioso cómo en el devenir de las discusiones, se evidencia la alta tenencia –legal- de prejuicios, cómo algunos enemigos canábicos dan muestra de cargar con altas sobredosis de moral, cómo otros trafican, impunemente, ideologías probadamente nocivas para la sociedad.

Asusta la defensa del consumo de autoritarismo y espanta esta –explícita e implícita- prohibición del sentido común.

Pocos hablan de que hace tiempo existe una penalización del atropello a las libertades individuales, que se vulnera y exalta en los medios de comunicación.

Desde que Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso por consumo de manzanas, el hombre adora hablar de imponer prohibiciones. O de quitarlas.

Desde “prohibido salivar” hasta “prohibido abrir las ventanillas en época invernal”, la mente humana se ha ejercitado en restricciones que la hacen sentir seguras de caminar “caminos correctos”, eso sí: sin pisar el césped, ya que está prohibido.

Todos los días aguardo con nerviosismo la llegada de un iluminado que prohíba la tenencia y el uso de automóviles, habida cuenta de las estadísticas que hablan de decenas de muertos, heridos y mutilados que todos los días provocan esos artefactos demoníacos.

La libertad asusta a muchos. Y ese susto hace que invadan la del otro. Sobre todo si el otro se siente libre.

Las religiones hicieron su trabajo en este sentido y soy pesimista en cuanto a creer que algún día la inteligencia trascenderá la superstición. Dios nos libre de la libertad.

“La marihuana es la puerta de otras sustancias”, dicen.

La moral hipócrita, los prejuicios, el autoritarismo, la ignorancia, son puertas también.

Quizás el día en que todos armemos un porro así de grande, pero no con marihuana, sino con honestidad y sentido común, acordaremos nuevas y mejores pautas de convivencia. Quizás ese día, todos nos olvidaremos de “las sustancias”, porque habrá otras cosas más sustanciales. Ese día, muchos señores y señoras no necesitarán la pastillita para dormir. Ni la de ir a trabajar con una sonrisa. Ni la de no pegarles a sus hijos. Ni la de estafar al prójimo. Ni la de la fidelidad conyugal. Ni la de prohibir porque sí o porque no.

Quizás ese día se rían sin saber por qué. Y esté todo bien, loco. Y vean los colores más brillantes y escuchen la música más poderosa y sientan la piel más sensible y adviertan el canto de los pájaros.

No sé, digo.

Por lo pronto, sigamos discutiendo. Generalmente, es otra forma de evadirse de la realidad.

Y es legal.
Por ahora.

D.N.I. 16.527.422

Visita mi página web: http://www.arielpuyelli.com.ar/

1 Comentá esta nota:

Anónimo dijo...

Me parece muy bueno que se plantee un debate de esta indole en un pueblo como Esquel,`pueda que el debate se extienda y no quede como una viñeta en la historia, hay cosas más graves por las cuales preocuparse, que por aquellos que disfrutan de su libertad, en vez de reprimirla...
Besos y sigan asi...

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