Por Agustín Calcagno
En el año 1945 el presidente venezolano Rómulo Betancourt promulgó una ley que se dio en llamar 50-50. Establecía que el 50% de las ganancias del petróleo que se vendiera debía quedar para el Estado venezolano. Este gobierno fue posteriormente derrocado por un golpe militar en 1948, que de todas formas no eliminó esta ley.
Años después, vuelto del exilio, este mismo líder estableció una nueva ley que se llamó Ley de reversión, y que tenía como objetivo nacionalizar los hidrocarburos progresivamente. Esto se concretó en la década de los 70´s de manos de otro presidente de su mismo partido llamado Carlos Andrés Pérez.
No eran Chávez, ni Evo, ni Salvador Allende, simplemente fueron líderes que se dieron cuenta de que los hidrocarburos pertenecían a la nación venezolana y no a unas pocas manos extranjeras. En Venezuela hoy, a pesar de la polarización política, nadie discute la tenencia estatal del petróleo, y esto no es llamativo puesto que el principal partido de oposición es Acción Democrática, fundada por Rómulo Betancourt.
Para entender el proceso político desatado en la Argentina hay que saber que los granos son el petróleo del futuro ya que los biocombustibles se desarrollan a partir de estos productos, y nuestro país es uno de los principales exportadores mundiales; Vivimos en una Arabia Saudita en ciernes y los pooles internacionales lo saben, los terratenientes lo saben (1000 personas poseen más del 75% de la tierra), y el gobierno lo sabe.
La población mundial aumenta y la producción de alimentos no alcanza para abastecer a tantos seres humanos, en el último año los alimentos en el primer mundo han aumentado un 120% ¿cuánto fue el aumento en Argentina? Cuando los granos se empiecen a usar cada vez más para combustibles este problema se va a agudizar y más aún si quienes tienen que decidir el destino de la siembra son conglomerados internacionales.
En Venezuela la nafta se mantiene a precios sumamente bajos (podés llenar un tanque de un auto mediano por menos de lo que pagás una coca de 600cc) justamente porque el petróleo es estatal.
En el medio de esta pelea quedan los pequeños y medianos productores que han luchado durante muchos años por modificar la estructura agraria basada en el latifundio sin demasiadas victorias, ya que son cada ve más los intereses financieros que invierten en el campo argentino especulando con la suba de los precios, soñando con ser los dueños de del petróleo del futuro.
La reacción de las PYMES agrícolas no es porque vayan a verse perjudicados en el caso de que los precios bajen en los próximos años, ya que nadie especula con que esto pase, sino por la defensa de un patrón de ganancia mayor, que les permita crecer como empresas. El Gobierno les propone planes y leyes sectoriales que no los dejen desamparados y que puedan de algún modo redistribuir algo de las ganancias extraordinarias que perciben los grandes productores, porque modificar las retenciones sería permitirles a los latifundistas saquear el país como lo hacen con los hidrocarburos. Creo que muy poca gente se animaría a decir que la venta de YPF y de todas las minas (algunas de ellas de las más grandes del mundo) fue una buena decisión para el conjunto de la sociedad.
En las luchas políticas siempre alguien pierde. Habrá que pensar que es lo que está pasando que cuando había un 30% de desocupación nadie golpeaba cacerolas y gran parte de las clases medias urbanas se quejaban de los cortes de rutas que duraban unas horas y eran localizados y muchos periodistas sembraban el miedo a los pobres.
Creo que es un momento para poner el hombro al gobierno y pensar que en realidad lo que se pone en juego no es una lucha entre el campo y la ciudad, y no es tampoco el patrón de ganancia de algunos pequeños productores centrados en los granos exportables (hay que tomar en cuenta que quienes producen yerba, tabaco, naranjas, tomates, no están en contra del gobierno y también son pequeños). Lo que está en juego es la tenencia de la tierra, del masivo sistema de producción argentino que es el latifundista y que hoy por hoy es asimilable al petrolero.
Lo que viene es una etapa en la que todos los actores que influyen en la opinión pública van a tratar de meter miedo, hablando de la violencia del pasado en referencia a la década de los 70. Para terminar yo me pregunto: ¿No sería una vuelta al pasado que los dueños de casi toda la tierra de nuestro país, de nuestra tierra, puedan manejar como lo hacían a principios del siglo XX la política y las ganancias de unos pocos en detrimento de las grandes mayorías? Esta idea siempre ha estado en el imaginario de las clases altas argentinas, “la época de oro” puede volver ya que hoy ganan en proporción mucho más que lo que percibían cuando se turnaban en el gobierno los integrantes de estas familias patricias.
No hay complot. La tierra no va a nacionalizarse, aunque debo decir que sería la medida más importante desde la Revolución de Mayo, pero es momento de apoyar al gobierno para que pueda profundizar o por lo menos mantener esta medida. Después deberemos discutir la coparticipación, la redistribución, etc. Pero esto es un comienzo y hay que apoyarlo aunque nos metan miedo, si no es por un principio político aunque sea para no pagar a precio euro nuestros alimentos.
Calcagno
Amante de los silos
1 Comentá esta nota:
Un orgullo total que hayas subido mi nota en tu blog debie. beso.
Agus
Publicar un comentario