miércoles, mayo 14, 2008

Moira Millán: crónica desde Paris


Por Moira Millán


Mari Mari Amado Leufú

Llegue a Paris bajo un fresco manto de lluvia suave, conmovida aun por las vivencias en Euskal Herria. Mi escoba voladora se mojó en el camino y arruinadita la dejé dormida. Al primer parisino que fui a saludar fue al río Siena para que me diera la bienvenida. Me habló entrecortado. Su voz trémula terminaba en quejidos, en su andar su cuerpo débil se golpeaba contra el cemento que lo tiene apresado. Ya está muy enfermo. Un hilo de su antiguo espíritu aun vive en él. Sin embargo no escapará a la muerte. La agresión de los hombres sobre él no cesa. Cada día sus aguas están más contaminadas. Cuando Chirac era presidente de Francia, aseguró que sanaría sus aguas y que él sería el primero en bañarse en ese río. Jamás se lo ha visto a Chirac siquiera mojándose los pies.

Paris me reencontró con amigos y amigas. Sus calidos abrazos y atenciones colmaron mi alma, una weichafe guluche-parisina me invitó a descubrir el Paris silenciado y perseguido. Con entusiasmo nos adentramos a los suburbios ganando las calles donde exactamente en el 2005 se levantaron los jóvenes rebeldes hijos de inmigrantes para vociferar su bronca, sus vidas olvidadas, la estigmatización racial y el desamparo social que viven. En uno de esos barrios conocí a Sadaka, una organización solidaria que contribuye a mejorar la vida de los suburbios parisinos. En ese barrio hay un 40% de desempleo, por lo que ellos han tenido iniciativas autogestivas que han contribuido a emplear mano de obra barrial y a responder a necesidades de la gente. Allí no se contaba con un espacio de deporte y recreación para niños y jóvenes por lo que instalaron un gimnasio a precio solidario. Una lavandería fue otra de las iniciativas que han llevado adelante. A muy bajo costo la gente de la comunidad puede llevar a lavar sus prendas porque el aporte económico principal lo obtienen del servicio prestado a los hoteles de la ciudad.

Sobre el mediodía París se llena de sabrosos aromas de su alta cocina hechizada por el olor de la comida. Nos fuimos caminando a la calle donde se levantan los restaurantes más caros de Francia, donde un menú puede costar de 200 a 300 euros. Uno de los emblemáticos restaurantes de la cadena gastronómica, Charly´s Birdy, fue escenario de una novedosa protesta, allí los inmigrantes explotados han decidido dejar los cubiertos y cacerolas, liberando sus manos para empuñar sus derechos. Su principal reclamo es la legalización de sus papeles. Los sin papeles son ahora los nuevos criminales del sistema, los ilegales. El miedo, la clandestinidad, la violación a su condición de humanos son parte de una nueva forma de esclavitud, A cambio de unos pocos euros y la promesa de que le garanticen una residencia estable, admiten condiciones de trabajo inhumanas. Este restaurante fue el primero en sufrir un plantón de los trabajadores, seis de ellos provenientes de Malí. Apoyados por la CNT – Sindicato Anarquista de Francia – iniciaron una huelga por tiempo indeterminado. Su digno ejemplo se multiplicó con la decisión de otros inmigrantes en otros restaurantes de apoyar con plantones de manera solidaria el reclamo de su justa legalidad. Hoy se sabe que el sabor de la comida francesa sabe a podredumbre y corrupción, a sudor y explotación, pero se sabe también que las nuevas recetas, tal vez las más sabrosas surgen del intercambio multirracial y cultural, de la equidad social y la justicia laboral de los inmigrantes y los parisinos que están cocinando un nuevo pan.

Salimos de allí fortalecidos por tanta endereza y sacrificio. Mi Lamngen guluche, que nunca para, me llevó a vivir el primero de Mayo en París. Quince mil personas se agolparon en sus calles a cuarenta años del Mayo Frances para marchar en el día internacional del trabajo. Si dios atiende en Buenos Aires, en parís atiende dios y todos sus ayudantes. A esa ciudad llegan voceros de pueblos lejanos en lucha de todo el mundo (zapatistas, kurdos, tamules, comodos) para mostrar en esa vidriera internacional los conflictos y problemas que sufren.

El estado francés ha sido durante muchísimo tiempo un estado opresor y colonialista. Ahora pueblos como el Córcega, vascos y otros quieren emanciparse. Marchar junto a ellos escuchando sus consignas, apreciando sus colores y danzando al son de su música, me resultó una experiencia fascinante. Poco queda del Mayo del ´68. El gobierno lo ha cosificado como un souvenir romántico de la época. El espíritu que impulsó a esa juventud impregnada de rebeldía y fuerza se ha evaporado quedando la sociedad francesa sumida en un desabrido conformismo.

Tuve el privilegio, amado río, de toparme en París con dos Konafes, uno Mapuche, Victor Ancalaf. Compartí con él la mirada sobre nuestro pueblo y el proceso en que nos encontramos. Nuestra conversación nos ayudó a ver todo lo que nos falta por hacer. El aún carga dolor y nostalgia. La cárcel no ha mellado su dignidad de guerrero, todavía transita la lucha comprometido en la liberación de nuestro pueblo. El otro Konafe se llama Juan. Es un mexicano residente en Harlem, Nueva York y llegó a París a traer la voz de su organización, el Movimiento Justicia por el Barrio. La lucha Zapatista camina hoy por las mismas calles de Harlem en donde alguna vez caminara Malcom X – imagino que el espíritu de él los mirará sonriente y satisfecho: indígenas y afro tejiendo un mismo tapiz de esperanza en un Harlem de insurgencia y rebeldía.

Dejé Paris asombrada de que en medio de tanta frivolidad e individualismo hallan sembradores arrojando semillas en las zonas mas olvidadas del capitalismo francés.

Peukallal

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Anónimo dijo...

Me permito hacer una corrección: el río que atraviesa París no es el Siena: es el SENA. Supongo que ha sido un error de tipeo

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