Foto: Héctor Melinar Ramos, un héroe desconocido de Futaleufú
Días después, a la atención personalizada de Héctor (Melinka) Melinao, se sumaron Organizaciones de Protección a los animales y la joven figura de Daniela Ortiz. Veterinaria, egresada de la UACH Valdivia, y a la que se sumó la voluntad de la Dibujante Técnico local, Zaira Llanos Ojeda que no dudó en asistir a Daniela, en su desinteresada labor de cuidar y aliviar el dolor a los mas chicos del pueblo, aunque también a los grandes. De eso doy fé, cuando vimos a la Dany, en medio de una tormenta de cenizas volcánicas, venir por la huella, no como un fantasma, sino como un ángel, después de acompañar una yegua hasta un apartado sector rural para luego correr al hospital local a solicitar una medicina para un peludo compañero accidentado…El grupo de amantes de los animales arribó días después y también sin horarios ni tiempo medido, trajeron alivio y descompresión a quienes no sabríamos qué hacer con el dolor ajeno.
Las manos diestras de cirujanos de pequeñas criaturas eran miradas con asombro por los infantiles ojos de Anita Caamaño y de Felipe Figueroa, lugareños que pronto aprendieron nombres y medidas y se constituyeron en asistentes de la improvisada clínica veterinaria de Futa, el pueblo..repintado por Dios…….(continuará)…
Guido Retamal, Escritor de Futaleufú
Por Guido Retamal
O, los que se quedaron…o emergieron tras las cenizas del Chaitén.
...Seguramente la historia llenará muchas páginas con la tragedia de dos pueblos de este Sur de loca geografía, Chaitén y Futaleufú y que este último, por estar en el paso de la pluma volcánica, sintió los estragos y creó el pánico ante lo desconocido de la materia y sus efectos en la salud.
Todo comenzó el 2 de Mayo y tras una seguidilla de temblores suficientemente considerables como para pensar en que algo raro estaba pasando bajo la Tierra…Chaitén y su población se echó el mar en un viaje incierto y desesperanzado para muchos, en la costa quedaron los sueños, la esperanza y los ojos vidriosos de las mascotas que miraron desconcertados a sus amos que les abandonaban a su suerte.
En Futaleufú, el mediodía se tornó gris también cuando repletos de asustados lugareños, comenzaron a partir los buses hacia Osorno Puerto Montt y Argentina, y aquí también, otros ojos de pequeñas criaturas miraban entre la gente a sus amos, que en muchos casos no encontraron, y entonces, comenzaron a rondar la plaza desierta y regresaron a sus hogares ahora, vacíos y cerrados.
Cuando cesó el ruido de los motores con la gran carga humana encogida de angustia, los que se quedaron en la vereda del pueblo agitando sus manos de despedida, se miraron con otros ojos, no con los de la cotidianeidad, sino esta vez, velados por las lágrimas pero también con los de complicidad. Una complicidad impensada, involuntaria, pero cómplice al fín. Habían decidido no partir y no eran muchos...eran ahora otros los pasos y otras las voces que surgían informando a todo el mundo que el pueblo se había transformado en un “pueblo fantasma”…que “ todos se habían ido”…y fue entonces que comenzó a carcomer el orgullo de la pertenencia, la fortaleza escondida de quién ve invadidos sus espacios, tan de uno, tan familiarmente de uno..que como un tallo firme comenzó a erguirse y plantearse la necesidad de no dejar caer lo que está en pié, de cuidar a los hermanos menores desprotegidos, los peludos hermanos y otras aladas criaturas que en vano buscaban algún grano o semilla sobre la imperturbable y malvada capa gris que todo lo cubría..,y entonces comenzaron a emerger y subdividirse en múltiples funciones sin tregua ,sin horarios,…en síntesis…sin tiempo para dar ,para cuidar ,para ofrecer…para asistir…
Desde las encenizadas tablas del piso de madera municipal, teclearon los escritos, las listas, las direcciones, las familias, contestaron los teléfonos y dijeron a todo que sí, con una sonrisa...Ahí estuvieron las Patricias, los Migueles, las Carvallo, los Genaros, las Guizelas y las Tanias, las Glorias y las Valerias, los Ejércitos Argentinos y Chilenos, los Rubenes, las Adelas, y en el abastecimiento, las Irenes, las Luzmiras, las Maribeles… y en servicio público domiciliario, Los Bomberos, los Carabineros todos y todas, ellas y ellos…divididas en multifuncionales manos, cerebros, voluntades…pero hubo también algunas manos que anónimamente cumplieron deseos propios y de quienes no sabían hacerlo por sí mismos.
Héctor Melinao Ramos, un Auxiliar de la Municipalidad por más de 25 años. Su andar tranquilo lo delatan. Es una persona confiable y voluntariosa, y es por eso que casi una decena de familias, confiaron sus gallinas, cerdos, casas, perros y gatos a su cuidado y protección el que entre sus obligaciones diarias y entre llamado y llamado a su teléfono particular para que diera recados y mensajes, se abocó a cumplir a cabalidad recibiendo en muchos casos, solo las gracias humanas y la algarabía de sus protegidos, con ladridos, graznidos y gruñidos…
O, los que se quedaron…o emergieron tras las cenizas del Chaitén.
...Seguramente la historia llenará muchas páginas con la tragedia de dos pueblos de este Sur de loca geografía, Chaitén y Futaleufú y que este último, por estar en el paso de la pluma volcánica, sintió los estragos y creó el pánico ante lo desconocido de la materia y sus efectos en la salud.
Todo comenzó el 2 de Mayo y tras una seguidilla de temblores suficientemente considerables como para pensar en que algo raro estaba pasando bajo la Tierra…Chaitén y su población se echó el mar en un viaje incierto y desesperanzado para muchos, en la costa quedaron los sueños, la esperanza y los ojos vidriosos de las mascotas que miraron desconcertados a sus amos que les abandonaban a su suerte.
En Futaleufú, el mediodía se tornó gris también cuando repletos de asustados lugareños, comenzaron a partir los buses hacia Osorno Puerto Montt y Argentina, y aquí también, otros ojos de pequeñas criaturas miraban entre la gente a sus amos, que en muchos casos no encontraron, y entonces, comenzaron a rondar la plaza desierta y regresaron a sus hogares ahora, vacíos y cerrados.
Cuando cesó el ruido de los motores con la gran carga humana encogida de angustia, los que se quedaron en la vereda del pueblo agitando sus manos de despedida, se miraron con otros ojos, no con los de la cotidianeidad, sino esta vez, velados por las lágrimas pero también con los de complicidad. Una complicidad impensada, involuntaria, pero cómplice al fín. Habían decidido no partir y no eran muchos...eran ahora otros los pasos y otras las voces que surgían informando a todo el mundo que el pueblo se había transformado en un “pueblo fantasma”…que “ todos se habían ido”…y fue entonces que comenzó a carcomer el orgullo de la pertenencia, la fortaleza escondida de quién ve invadidos sus espacios, tan de uno, tan familiarmente de uno..que como un tallo firme comenzó a erguirse y plantearse la necesidad de no dejar caer lo que está en pié, de cuidar a los hermanos menores desprotegidos, los peludos hermanos y otras aladas criaturas que en vano buscaban algún grano o semilla sobre la imperturbable y malvada capa gris que todo lo cubría..,y entonces comenzaron a emerger y subdividirse en múltiples funciones sin tregua ,sin horarios,…en síntesis…sin tiempo para dar ,para cuidar ,para ofrecer…para asistir…
Desde las encenizadas tablas del piso de madera municipal, teclearon los escritos, las listas, las direcciones, las familias, contestaron los teléfonos y dijeron a todo que sí, con una sonrisa...Ahí estuvieron las Patricias, los Migueles, las Carvallo, los Genaros, las Guizelas y las Tanias, las Glorias y las Valerias, los Ejércitos Argentinos y Chilenos, los Rubenes, las Adelas, y en el abastecimiento, las Irenes, las Luzmiras, las Maribeles… y en servicio público domiciliario, Los Bomberos, los Carabineros todos y todas, ellas y ellos…divididas en multifuncionales manos, cerebros, voluntades…pero hubo también algunas manos que anónimamente cumplieron deseos propios y de quienes no sabían hacerlo por sí mismos.
Héctor Melinao Ramos, un Auxiliar de la Municipalidad por más de 25 años. Su andar tranquilo lo delatan. Es una persona confiable y voluntariosa, y es por eso que casi una decena de familias, confiaron sus gallinas, cerdos, casas, perros y gatos a su cuidado y protección el que entre sus obligaciones diarias y entre llamado y llamado a su teléfono particular para que diera recados y mensajes, se abocó a cumplir a cabalidad recibiendo en muchos casos, solo las gracias humanas y la algarabía de sus protegidos, con ladridos, graznidos y gruñidos…
Días después, a la atención personalizada de Héctor (Melinka) Melinao, se sumaron Organizaciones de Protección a los animales y la joven figura de Daniela Ortiz. Veterinaria, egresada de la UACH Valdivia, y a la que se sumó la voluntad de la Dibujante Técnico local, Zaira Llanos Ojeda que no dudó en asistir a Daniela, en su desinteresada labor de cuidar y aliviar el dolor a los mas chicos del pueblo, aunque también a los grandes. De eso doy fé, cuando vimos a la Dany, en medio de una tormenta de cenizas volcánicas, venir por la huella, no como un fantasma, sino como un ángel, después de acompañar una yegua hasta un apartado sector rural para luego correr al hospital local a solicitar una medicina para un peludo compañero accidentado…El grupo de amantes de los animales arribó días después y también sin horarios ni tiempo medido, trajeron alivio y descompresión a quienes no sabríamos qué hacer con el dolor ajeno.
Las manos diestras de cirujanos de pequeñas criaturas eran miradas con asombro por los infantiles ojos de Anita Caamaño y de Felipe Figueroa, lugareños que pronto aprendieron nombres y medidas y se constituyeron en asistentes de la improvisada clínica veterinaria de Futa, el pueblo..repintado por Dios…….(continuará)…
Guido Retamal, Escritor de Futaleufú
0 Comentá esta nota:
Publicar un comentario