lunes, junio 23, 2008

El invierno, según Antonio Brailovsky


Por Antonio Elio Brailovsky
Foto: Eugene J. Paprocki - Invierno en Brujas PEQUEÑO VALS VIENÉS

Queridos amigos:

Como ustedes saben, convivimos con un conjunto de intereses dominantes que intentan borrarnos la percepción de la naturaleza, a la que entienden como un espacio para el saqueo irresponsable. Para poder lograrlo, necesitan de nosotros una indiferencia cómplice. No hay nada casual en esto: sólo recordando nuestra pertenencia a la Tierra podremos defender el ambiente en el que vivimos. Por eso nuestra insistencia en mantener nuestra percepción de los ritmos de la naturaleza. En esta entrega ustedes reciben:

Una canción de María Elena Walsh en la que describe el tiempo del frío en la ciudad belga de Brujas, cargada de monumentos góticos y barrocos.

Un poema de Federico García Lorca en el cual el frío es el trasfondo en el que ocurren las historias, en vez de ser el protagonista, como ocurre en la canción de Walsh.

La obra de arte que acompaña esta entrega es "Invierno en Brujas" de Eugene J. Paprocki, un artista contemporáneo norteamericano de origen polaco que parece haber ilustrado sin conocerlo el texto de Maria Elena Walsh.

Quiero saludarlos en el comienzo del invierno. Un gran abrazo a todos.

Antonio Elio Brailovsky

LA CIUDAD DE BRUJAS
Si ustedes vieran el invierno
en la ciudad de Brujas.
Es un invierno tan antiguo
y no parece acabar nunca.

Hay un solcito fugitivo
que las abuelas buscan
y se sientan en la vereda
para enhebrarlo en sus agujas.

Hay calles de nadie y silencio,
casas de piedra mustia,
muchos canales y canales
donde el agua está quieta y muda.

Con señorial aburrimiento
los cisnes se aventuran
a patinar sobre la escarcha
bajo puentes de musgo y bruma.

Flores de tiza por el cielo
los molinos dibujan
y sueñan fábulas de harina,
recuerdan pan lleno de arrugas.

Campanas de los campanarios
se sueltan todas juntas
a cantar viejas alegrías
repentinas como la lluvia.

Si ustedes vieran el invierno
en la ciudad de Brujas.
Es como un sueño de juguete
abandonado por la luna.

María Elena Walsh

En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados,
hay frescas guirnaldas de llanto.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals, este vals del "Te quiero siempre".

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

Federico García Lorca

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