Por Tedy Woodley
Fuente: Pesca & Puertos
Al cierre de la presente edición la plataforma exploratoria “Ocean Scepter” se aprestaba a comenzar las operaciones en aguas chubutenses del Golfo San Jorge.
Desde que trascendió en forma exclusiva a través de Pesca & Puertos la intención de comenzar a perforar en esas aguas ricas en recursos pesqueros se viene esquivando la posibilidad de hacer público el informe de impacto ambiental que por ley de la Nación debería haberse realizado.
En un juego de palabras parecido a la supuesta existencia de las brujas todos afirman que dicho informe ambiental existe pero hasta ahora nadie lo ha visto.
Ni empresarios pesqueros ni petroleros ni dirigentes sindicales vinculados al sector ni funcionarios públicos han puesto sobre el escritorio lo que todos los periodistas imaginamos como un grueso documento con una evaluación de riesgo potencial ante cada eventual problema que pudiera surgir de la prospección off shore que ya se inicia.
La preocupación inicial del Sindicato de Trabajadores de la Alimentación, que nuclea a los trabajadores de las plantas pesqueras, lentamente se fue diluyendo en conflictos más concretos y en la necesidad de contener a la marea de desocupación que lentamente avanza sobre sus afiliados.
Pero si una industria como la pesquera tiene muchas veces el poder suficiente como para evitar que muchos acontecimientos del sector lleguen a la luz pública, mucho mayor aún es el de la industria petrolera.
Las multinacionales del petróleo dan cada paso previéndolo con mucha anticipación. Para cuando nuestro medio ya difundía que se realizarían 3 perforaciones en Chubut y una en Santa Cruz, el gobierno encabezado por Daniel Peralta aún negaba el inicio de una exploración off shore. Es que todavía no había llegado la fecha de hacerlo público.
Y así como cuando ocurrió el derrame en Caleta Córdova, las entidades ambientalistas y los funcionarios hacían colas frente a los micrófonos para cuestionar e interpelar a quien se les pusiera a tiro, hoy los mismos brillan por su ausencia.
Desde esta columna seguimos esperando la fecha en que el estudio de impacto ambiental llegue también al estado público. Mientras tanto seguimos golpeando puertas y jugando al Gran Bonete. ¿Usted lo tiene?
Fuente: Pesca & Puertos
Al cierre de la presente edición la plataforma exploratoria “Ocean Scepter” se aprestaba a comenzar las operaciones en aguas chubutenses del Golfo San Jorge.
Desde que trascendió en forma exclusiva a través de Pesca & Puertos la intención de comenzar a perforar en esas aguas ricas en recursos pesqueros se viene esquivando la posibilidad de hacer público el informe de impacto ambiental que por ley de la Nación debería haberse realizado.
En un juego de palabras parecido a la supuesta existencia de las brujas todos afirman que dicho informe ambiental existe pero hasta ahora nadie lo ha visto.
Ni empresarios pesqueros ni petroleros ni dirigentes sindicales vinculados al sector ni funcionarios públicos han puesto sobre el escritorio lo que todos los periodistas imaginamos como un grueso documento con una evaluación de riesgo potencial ante cada eventual problema que pudiera surgir de la prospección off shore que ya se inicia.
La preocupación inicial del Sindicato de Trabajadores de la Alimentación, que nuclea a los trabajadores de las plantas pesqueras, lentamente se fue diluyendo en conflictos más concretos y en la necesidad de contener a la marea de desocupación que lentamente avanza sobre sus afiliados.
Pero si una industria como la pesquera tiene muchas veces el poder suficiente como para evitar que muchos acontecimientos del sector lleguen a la luz pública, mucho mayor aún es el de la industria petrolera.
Las multinacionales del petróleo dan cada paso previéndolo con mucha anticipación. Para cuando nuestro medio ya difundía que se realizarían 3 perforaciones en Chubut y una en Santa Cruz, el gobierno encabezado por Daniel Peralta aún negaba el inicio de una exploración off shore. Es que todavía no había llegado la fecha de hacerlo público.
Y así como cuando ocurrió el derrame en Caleta Córdova, las entidades ambientalistas y los funcionarios hacían colas frente a los micrófonos para cuestionar e interpelar a quien se les pusiera a tiro, hoy los mismos brillan por su ausencia.
Desde esta columna seguimos esperando la fecha en que el estudio de impacto ambiental llegue también al estado público. Mientras tanto seguimos golpeando puertas y jugando al Gran Bonete. ¿Usted lo tiene?
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