martes, octubre 14, 2008

Incansable: “Alberto Morlachetti denuncia amenazas por decir verdades”, por Carballo


Por Abla Carballo *

En nuestro país el hambre es lo más perverso dice Alberto Morlachetti, coordinador de los chicos del pueblo, que trabaja hace más de 30 años con la Fundación Pelota de Trapo.

"El hambre es un crimen. El 70% de la población del país son menores de 18 años, 9 millones y medio de niños viven en la pobreza, la mitad casi no come”.

Comenta que los niños en el imaginario social parecen responsables por su pobreza. Así los niños de las favelas de San Pablo colaboraban con las acciones de los narcotraficantes en los acontecimientos destructivos de la ciudad, porque los narcotraficantes les ofrecían dinero a las familias para alimentación, educación y salud.

En Argentina hay familias que venden drogas dentro de sus mismos barrios aunque no ofrecen alimentación, ni educación, sino muerte.

A la delincuencia juvenil la construye la clase media cómplice. ¿Se puede vivir con los sueldos que ganan la mayoría de los trabajadores? ¿Cómo viven los desocupados y los subocupados? "El hambre es una barbaridad, y notamos que en los últimos años no se ha modificado al menos en los grandes centros urbanos.", insiste Morlachetti. Es el primer problema a resolver. Y esto está en relación con la distribución de la riqueza. "Decenas de niños mueren por día por causas evitables y muchos que no mueren están dañados neurológicamente. Y esto se sabe. El problema del hambre es un problema de voluntad política y no de dinero.", denuncia Morlachetti

Estos seres marginales son verdaderos residuos humanos. Lo excedente humano. Los más ricos perciben 34 veces más que los más pobres y este excedente residual debe permanecer excluyente para sostener el capitalismo.

Ya llegará el tiempo de la justicia social. "Ahora hay que construir cárceles" decía Blumberg, ¿recuerdan?

Los 3000 niños que van diariamente del conurbano a la Capital ¿a qué van? Algunos a pedir limosna, otros a hacer pequeñas changas y otros a conseguir dinero para la droga. Algunos estarán aprendiendo el oficio del robo de los más experimentados. ¿O no es así? Más cárceles piden sectores argentinos para "enjaularlos" a todos y pedir más penas con menos edad de imputabilidad.

Todos estos niños del desecho son los desaparecidos de hoy. Desaparecen todos los días. El hambre los viene a buscar. Los desaparecidos de hoy son los muertos de hambre y de miseria. Todos los niños que viven bajo el subdesarrollo de los recursos humanos. Hoy la picana es la indiferencia ciudadana de un gran sector de la población frente al hambre.

Con total ingenuidad y obviedad algunas niñas relatan por televisión de qué forman ejercen la prostitución. Una madre apareció diciendo que asesoraba a una hija menor. Todas entre 12 y 15 años. La recepción del televidente en su gran mayoría es obscena y procaz, como si también su mirada se convirtiera en una mirada cómplice y acrítica. Pero si existe un asalto la gente se conmociona y se indigna con pasión. "¿Hasta cuándo -dicen- seguiremos aguantando esta inseguridad?" Forman parte del ciudadano común que va a las radios a defender sus pertenencias. Buena gente, bien intencionada. ¿Alguien puede reprocharles que defiendan sus bienes o su integridad física? También se escucha por radio o en una conversación de paso: “Nosotros durante el proceso militar vivíamos bien y tranquilos, mis hijos podían salir a bailar y no tenía miedo porque había una gran seguridad y no había peligro como ahora”.

Este “recorte” de la realidad es una manera de percibir el mundo. El mundo de su familia.

“Estábamos todos más tranquilos”. Esta subjetividad del ciudadano común no ha sido debatida ni estudiada hasta ahora. Pero allí se gesta el germen -en un pequeño pensamiento inocente familiar- para la justificación de la represión.

No hay Terrorismo de Estado sin complicidad civil. Pero a veces, conversando con la gente, queda la sensación de que el ciudadano común no sabía que era cómplice de nada. Era sólo un ciudadano que quería vivir en paz. Este es el gran problema a debatir.

Los medios de comunicación se apropian del debate público. Son los que construyen la imagen de la realidad, pero, ¿cuál realidad?, sólo la que coincide con esos núcleos de interés. Los otros quedan excluidos: no existen ni para la conciencia ni para la imaginación de la gente. No se muestra la miseria. Ni se suben los rezongos y las broncas cotidianas por la escalada permanente de los precios en los alimentos, en los servicios, en la vestimenta y calzado, en el transporte, en los medicamentos, en los insumos de toda índole, en la espiral ascendente del consumo de drogas.

La nueva complicidad de hoy son los problemas de la seguridad. El 60% de la población (o más) coloca al problema de la seguridad como prioritario. El 30%, el problema de las calles rotas, o la suciedad de las veredas, muy por encima de la desocupación y el desempleo que le preocupan al 10%.

Los cuerpos residuales no existen en las estadísticas. El hambre no se computa. El problema se convirtió en la política como una tregua cuya duración está dada por la resistencia: si soportamos todo no nos va a pasar nada. La política viene de un golpe genocida que sigue presente en el horizonte futuro. ¿Porque, qué es si no el hambre y la miseria, la desocupación, el trabajo mal remunerado, la falta de oportunidad para todos?

¿Dónde existe el espacio público para confrontar ideas? Ese espacio público fue comprado por el capital financiero. Los discursos de los medios si se los escucha y se los mira todos los días terminan por formar parte de la propia familia y del propio pensamiento y con ellos convive la mayoría de los argentinos. Los que tienen que decir algo en serio, no están en los medios o son muy pocos y por breve tiempo. Los medios hoy, son el ariete que amenaza de múltiples formas si se quiere realmente cambiar algo.

Las políticas, además, trabajan sobre una materialidad olvidada de los cuerpos sensibles vivos, de los seres humanos. Ciegos y sordos grandes sectores ciudadanos sólo les preocupa en cómo Esa es la idea central de la criminalización de la miseria.-

* DNI 4.159.560

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