Por Bernardita Bielsa *
Alberto “Beto” Ismael Apablaza estuvo un mes desaparecido, y fue hallado muerto a 150 metros de su casita precaria, ahogado en el Epuyén (un río que lo vio nacer y hacerse hombre) enredado entre las raíces y ramas de un pozón de 1.80 de profundidad y 25 metros de diámetro. De lo que pudo ocurrir con Beto y respecto de los motivos que provocaron su deceso, el forense indicó que “dadas las características macroscópicas que presenta se presume que la muerte se debió a una asfixia por sumersión”.
Asfixia por sumersión
Sumersión es una de las cuatro tipologías de asfixias mecánicas. La palabra asfixia proviene de las voces griegas A (prefijo que indica privación, carencia), y Sfugmos/Sphyxis, que significa pulso y/o pálpito. Etimológicamente asfixia es la cesación del pulso o de la palpitación; sin embargo, la correcta acepción medico legal se interpretaría como la suspensión de los fenómenos respiratorios, la falta de aire (lleva implícito la falta de oxígeno) a las vías respiratorias y la interrupción completa o en parte de la respiración. En la sumersión y el ahorcamiento no hacen falta más que 2 a 3 minutos para que ocurra la muerte.
Datos epidemiológicos
Aproximadamente medio millón de personas mueren cada año en todo el mundo a causa de asfixia por sumersión y se estima que dicha cifra está muy por debajo de los guarismos reales, ya que muchos casos no son reportados o registrados. Datos disponibles de la OMS hablan de una tasa de mortalidad de 6.8 por cada 100.000 habitantes. En un gran número de países desarrollados, la asfixia por sumersión tiene una alta incidencia en niños menores de 5 años y en jóvenes con edades comprendidas entre 14 y 24 años, constituyendo la primera o segunda causa de muerte en estos grupos de edad. Cada año un número importante de niños pierde la vida en piscinas, playas, ríos, tanques, bañeras, acequias, pozos, canales, playas, lagunas, charcos, etc., entrando en alerta roja los centros asistenciales en especial en los meses de intenso calor.
Es la cuarta causa de muerte en el mundo, primera en hombres entre los 5 y 14 años, quinta entre mujeres de la misma edad. Cinco veces más frecuente en hombres, no existiendo diferencias en los menores de 1 año. Es la tercera causa de muerte violenta en la población en general, después de accidentes de transito y traumatismos. Según cifras internacionales, casi la mitad de las víctimas sabían nadar, y la gran mayoría de las víctimas son jóvenes (como se deduce de los datos) y personas sanas.
Etiología médico forense
La causa mas frecuente es la accidental, como consecuencia de percances ocurridos en el trabajo. Ocurren igualmente bajo efectos de drogadicción o privados de conciencia, imprudencias natatorias, buceando, naufragios, inundaciones, caídas en barrancos a cursos o fuentes de agua, etc. Muy común ahogados en canales de riego o similares sin síntomas de golpe o violencia alguna. Constituye una forma frecuente de suicidio por lo general en personas mayores de edad, y con cierta frecuencia los cadáveres son asegurados con pesos y ataduras. En el homicidio se da en el infanticidio, y en los homicidios sobre adultos previas contusiones por riñas destinadas a privarles de defensa. Fue una técnica muy usada por la dictadura para la desaparición del cuerpo material de la víctima: Su arrojamiento a las aguas del Río de la Plata. La sumersión suicida también es probable como lo es el simulacro de sumersión (inmersión de cadáveres) para encubrir un homicidio.
Un tema clásico de la medicina forense
El hallazgo de un cadáver en el agua siempre plantea dudas diagnósticas. ¿Estamos ante un cadáver arrojado o caído al agua? ¿Cuál es la causa del fallecimiento? ¿Se trata de una verdadera muerte por sumersión? El diagnóstico de muerte por sumersión se realizará, por lo tanto, estableciendo una correlación entre los hallazgos propios de la sumersión observada en la autopsia, y las diferentes pruebas analíticas realizadas en el laboratorio. En ocasión de producirse la asfixia para disimular un homicidio hacen que la investigación en los casos de cuerpos recuperados del agua sea sumamente compleja y difícil. Puede afirmarse que es necesario correlacionar todos los hallazgos necrópsicos, con los resultados de las pruebas analíticas complementarias, así como con los datos facilitados por la investigación policial, que, aun siendo siempre necesaria, en estos casos requiere una más intensa colaboración.
Alberto “Beto” Ismael Apablaza estuvo un mes desaparecido, y fue hallado muerto a 150 metros de su casita precaria, ahogado en el Epuyén (un río que lo vio nacer y hacerse hombre) enredado entre las raíces y ramas de un pozón de 1.80 de profundidad y 25 metros de diámetro. De lo que pudo ocurrir con Beto y respecto de los motivos que provocaron su deceso, el forense indicó que “dadas las características macroscópicas que presenta se presume que la muerte se debió a una asfixia por sumersión”.
Asfixia por sumersión
Sumersión es una de las cuatro tipologías de asfixias mecánicas. La palabra asfixia proviene de las voces griegas A (prefijo que indica privación, carencia), y Sfugmos/Sphyxis, que significa pulso y/o pálpito. Etimológicamente asfixia es la cesación del pulso o de la palpitación; sin embargo, la correcta acepción medico legal se interpretaría como la suspensión de los fenómenos respiratorios, la falta de aire (lleva implícito la falta de oxígeno) a las vías respiratorias y la interrupción completa o en parte de la respiración. En la sumersión y el ahorcamiento no hacen falta más que 2 a 3 minutos para que ocurra la muerte.
Datos epidemiológicos
Aproximadamente medio millón de personas mueren cada año en todo el mundo a causa de asfixia por sumersión y se estima que dicha cifra está muy por debajo de los guarismos reales, ya que muchos casos no son reportados o registrados. Datos disponibles de la OMS hablan de una tasa de mortalidad de 6.8 por cada 100.000 habitantes. En un gran número de países desarrollados, la asfixia por sumersión tiene una alta incidencia en niños menores de 5 años y en jóvenes con edades comprendidas entre 14 y 24 años, constituyendo la primera o segunda causa de muerte en estos grupos de edad. Cada año un número importante de niños pierde la vida en piscinas, playas, ríos, tanques, bañeras, acequias, pozos, canales, playas, lagunas, charcos, etc., entrando en alerta roja los centros asistenciales en especial en los meses de intenso calor.
Es la cuarta causa de muerte en el mundo, primera en hombres entre los 5 y 14 años, quinta entre mujeres de la misma edad. Cinco veces más frecuente en hombres, no existiendo diferencias en los menores de 1 año. Es la tercera causa de muerte violenta en la población en general, después de accidentes de transito y traumatismos. Según cifras internacionales, casi la mitad de las víctimas sabían nadar, y la gran mayoría de las víctimas son jóvenes (como se deduce de los datos) y personas sanas.
Etiología médico forense
La causa mas frecuente es la accidental, como consecuencia de percances ocurridos en el trabajo. Ocurren igualmente bajo efectos de drogadicción o privados de conciencia, imprudencias natatorias, buceando, naufragios, inundaciones, caídas en barrancos a cursos o fuentes de agua, etc. Muy común ahogados en canales de riego o similares sin síntomas de golpe o violencia alguna. Constituye una forma frecuente de suicidio por lo general en personas mayores de edad, y con cierta frecuencia los cadáveres son asegurados con pesos y ataduras. En el homicidio se da en el infanticidio, y en los homicidios sobre adultos previas contusiones por riñas destinadas a privarles de defensa. Fue una técnica muy usada por la dictadura para la desaparición del cuerpo material de la víctima: Su arrojamiento a las aguas del Río de la Plata. La sumersión suicida también es probable como lo es el simulacro de sumersión (inmersión de cadáveres) para encubrir un homicidio.
Un tema clásico de la medicina forense
El hallazgo de un cadáver en el agua siempre plantea dudas diagnósticas. ¿Estamos ante un cadáver arrojado o caído al agua? ¿Cuál es la causa del fallecimiento? ¿Se trata de una verdadera muerte por sumersión? El diagnóstico de muerte por sumersión se realizará, por lo tanto, estableciendo una correlación entre los hallazgos propios de la sumersión observada en la autopsia, y las diferentes pruebas analíticas realizadas en el laboratorio. En ocasión de producirse la asfixia para disimular un homicidio hacen que la investigación en los casos de cuerpos recuperados del agua sea sumamente compleja y difícil. Puede afirmarse que es necesario correlacionar todos los hallazgos necrópsicos, con los resultados de las pruebas analíticas complementarias, así como con los datos facilitados por la investigación policial, que, aun siendo siempre necesaria, en estos casos requiere una más intensa colaboración.
Caso Apablaza
Faltan estudios complementarios del terreno: Se desconoce que estudios se hicieron en el lugar del hecho, tales como datos climatológicos del período probable en que se produjo el deceso (temperatura media ambiental y del agua del río, datos de desplazamiento de corrientes ya que hay que tener en cuenta que el cadáver pudo haber recorrido largas distancias desde el punto de sumersión hasta donde fue hallado), si se hizo algún tipo de cálculo de desplazamiento del cuerpo etc. Tampoco se sabe si se inspeccionaron las características del terreno, para poder establecer correlaciones con los hallazgos externos del cadáver, factibilidad de desplazamientos del mismo, como así también si fueron tomadas muestras del agua a diferentes niveles del lugar de hallazgo, y del probable lugar del deceso (si se sospecha desplazamiento del cadáver).
Lesiones: Por los datos aportados por la autopsia, se sabe que no hubo muerte por trauma, ya que el cuerpo no presenta lesiones francas ni golpes importantes que pudieran haberle provocado la muerte. Sin embargo en el examen traumatológico se informa de una “raspadura en la cara externa del brazo izquierdo y 5 pequeños hematomas en el brazo derecho”. Se debe investigar si estas lesiones de naturaleza contusiva, pudieron haber sido provocadas por terceras personas, ya que no debieron haber sido ocasionadas (como así lo indica el forense) accidentalmente durante la caída, o dentro del medio, o como consecuencias de arrastre sobre el lecho ya que por lo general estas se ubican en la región frontal y dorso de manos, rodillas y pies dada la especial posición que adoptan los cadáveres sumergidos. Si el cuerpo tiene golpes siempre hay dudas de homicidio, por eso es importante saber si fueron hechas postmorten o sufridas con anterioridad a su muerte, ya que podrían ser consideradas lesiones de “desesperación o defensa”, aún cuando se sabe y se debe evaluar también que pudo no haber podido resguardarse. Nada se dice del “hundimiento craneal anatómico”, primer dato de pericia dado por el médico judicial Omar Leo, en el momento que el cadáver era rescatado del agua, versión de la que dieron cuenta los periodistas allí presentes.
Un ahogado sin agua en pulmón: Llama la atención que no se indica presencia de agua en los pulmones, algo más que común en los ahogados. Es por eso que el diagnóstico debería dilucidar cuales causas naturales ocurrieron antes del ingreso al agua: Si hubo infarto masivo, hemorragia cerebral, muerte súbita, ataque epiléptico, hipertensión, etc.; o cualquier otra situación patológica que pudo haber soportado la víctima cuando se encontraba en las cercanías del agua, y como consecuencia de las cuales cae al medio líquido ya sin vida; o causas traumáticas ocurridas antes del ingreso al agua o en el agua. Éstas pueden corresponder a etiologías accidentales, suicidas o incluso homicidas.
Muerte dudosa
La desaparición de Beto ocurrió en momentos en que él y su familia estaban peleando judicialmente las tierras en las que viven. Debía presentarse en los juzgados de Esquel como testigo en el juicio el 15 de octubre y nunca llegó. La autopsia nunca da diagnóstico definitivo (son pruebas coadyuvantes), la completa investigación sí, y el saber relacionar todo con todo. De eso se trata justamente la pesquisa.
Estamos frente a una muerte dudosa, y se debe hacer una investigación judicial minuciosa. La justicia tiene en sus manos develar ahora ¿Quién era Beto Apablaza? ¿Estaba vivo antes de entrar en el agua? ¿Falleció por una causa natural o violenta antes del ingreso en el agua? ¿Sufrió una muerte por inhibición en el agua o un cuadro de hipotermia? ¿Precipitó la hipotermia el fallecimiento en el agua? ¿Sufrió un cuadro de asfixia por sumersión? ¿Por qué motivo fue incapaz de sobrevivir en el agua? ¿Pudo influir en el fatal desenlace algún tóxico? ¿Cuánto tiempo ha permanecido en el agua? ¿Lo tiraron o se cayó? El lugar del hallazgo ¿se corresponde con el de la muerte? ¿Coincide la data de la sumersión con la data de la muerte? ¿Fue obligado a meterse al agua porque venía huyendo de sus agresores? ¿Qué fue de la investigación policial que llevaba adelante la comisaría de Epuyén? ¿Cuáles eran las posibles líneas de investigación que venían llevando?
El apuro y las irregularidades
Esta no es la primera vez que la fiscalía del noroeste del Chubut da a conocer los resultados de una autopsia incompleta, se apura en dar a publicidad un informe para sacarse rápidamente “el muerto de encima”, y busca cerrar cuanto antes un caso faltando importantes pruebas de periciar. Ya aconteció en septiembre de 2003 cuando Gumersindo Vergara fuera hallado sin vida en el calabozo de la comisaría. Hubo urgencia desde la Fiscalía por tapar y encubrir un crimen cometido por personal policial, llegando incluso a verse en la necesidad de efectuar una improvisada conferencia de prensa para decir que Vergara se había suicidado. Nada hicieron luego cuando las pruebas periciales pedidas por la querella mostraban lo contrario: Un detenido que había sido torturado y asesinado en la comisaría de El Hoyo, con un mensaje mafioso implícito hacia la comunidad que se leí muy claramente entre líneas.
La ropa aún no fue periciada, y los resultados de las mismas (al igual que en el caso Vergara) podrían ser una pieza clave en todo este rompecabezas. Se desconoce si hubo faltantes y sólo pudo ser confirmado que estaba con la vestimenta con la que fue visto la última vez con vida. Tampoco se pudo esperar el resultado de exámenes complementarios del “líquido oscuro” hallado en el estómago; ni se explicó como es que fue encontrado flotando en el río aguas abajo una bolsa de supermercado conteniendo un pollo en su interior; ni se investigó la denuncia pública de un vecino que dice que “un policía de la comisaría de Epuyén que a los pocos días de la desaparición hace preguntas extrañas sobre la visita a la zona del "comprador" de las tierras del padre de Beto: Luis Alberto "el Chino" Benítez. La presencia en la zona de la camioneta del "comprador" de la mitad del campo de los Apablaza” informando así también que “las denuncias de Beto nunca recibidas en la comisaría de su pueblo”; indicando también que “hay la versión de que Benítez le habría vendido a su vez la tierra a un empresario de la costa chubutense de importancia en los medios de comunicación de la provincia”.
¿Un crimen perfecto?
La vidente se ha transformado hoy en la única persona capaz de afirmar y sostener que a Beto “lo mandaron a matar y que lo arrojaron al río”. Los familiares, amigos y vecinos necesitan de un urgente esclarecimiento de los hechos, y con ello el establecimiento del grado de participación de terceros, saber si existió o no delito, si hubo o no entregadores. Incluso para tranquilidad de los miembros de la propia familia, cuyos integrantes han sido señalados algunos de ellos y en varias oportunidades, como posibles ejecutores, con las consecuencias que ellos conlleva en el diario vivir en estos pueblos tan pequeños y donde todo el mundo se conoce.
Al momento del hallazgo de Beto, el cuerpo se encontraba vestido, y uno de sus hermanos hace notar no sólo que sí sabía nadar descartando que se haya ahogado por ese motivo, sino que “tenía los zapatos puestos”, un dato que para otros puede pasar inadvertido pero que puede resultar decisivo para la investigación, ya que descartaría de lleno las versiones que indicarían que se encontraba cruzando el río, ya que ninguno de los pobladores y menos que menos Apablaza cruzaría el Epuyén con los zapatos puestos.
Bibliografía consultada de los forenses Sibón Olano, P. Martínez-García, Ma. Vizcaya Rojas, JL. Romero Palanco, Pedro Barreda, Anisley Negrin Ruiz y Marilyn Cano Quiñones, Fernando C. Trezza, Oscar A. Lossetti, José Luis Romero Palanco, y Luis Alfredo Alarcón Flores http://html.rincondelvago.com/patologia-forense.html
http://www.monografias.com/trabajos34/asfixias/asfixias.shtml
* DNI 13.057.402
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