Por Movimiento Tierra Para Todos
El período histórico que representa el 24 de marzo de 1976 no comenzó en esa fecha, ni terminó en diciembre de 1983. Tuvo antecedentes y dejó profundas consecuencias. Pasaron cosas antes de ése día y hasta hoy suceden hechos relacionados, aunque se hable de “la Dictadura” como algo del pasado que nada tiene que ver con nuestro presente.
Ejercitar la Memoria y ligarla al “ahora” es tarea de todas y todos.
Antes de esa fecha una diversidad de movimientos políticos y sociales coincidía en plantear un nuevo país independiente, justo y solidario. Eran el reflejo de un fenómeno que se extendía a toda Latinoamérica. Eso era un gran obstáculo para un proyecto antagónico vigente, que se deseaba profundizar y consolidar.
El camino en lo político fue entonces la instauración del terrorismo de Estado. Desaparición de personas, robo de niños, centros clandestinos de detención y tortura, censura, el aniquilamiento de las organizaciones sociales, la persecución de todo pensamiento crítico y posibilidad de construcción con el otro.
Pero ese proyecto incluía una dimensión económica, cimentada en una reestructuración social y cultural. La destrucción de los lazos de solidaridad, de los valores básicos y del “sentido común”. El “no te metás”, el “algo habrán hecho”, el “sálvese quién pueda” son ejemplos de esa brutal reestructuración.
Hoy debemos mirar más allá del brazo ejecutor (la Fuerzas Armadas, la policía, etc.). Para ver quiénes estaban detrás. El poder económico, la oligarquía, la cúpula de la Iglesia, sectores del sindicalismo, los grandes medios de comunicación y hasta los partidos políticos que no hicieron nada por sus militantes detenidos y torturados. Es más, fueron parte de la gestación y ejecución del Golpe.
Porque nadie dude de que antes de ese 24 de marzo se libraba en el país una batalla de ideas. Las ideas de transformar la sociedad y hacerla más solidaria contra las ideas de los que se arrogaban la representación del "ser nacional" y la “paz social”. Los que siendo una minoría – como dijo Rodolfo Walsh – utilizaron a las Fuerzas Armadas como ejecutores de un plan para conservar sus privilegios.
Cuando el plan tambaleó – producto de la resistencia popular al autoritarismo, al plan económico y al intento de utilizar el legítimo reclamo argentino por Malvinas para quedarse en el poder – negociaron con los partidos tradicionales la transición a la democracia con Punto final, obediencia debida e indultos.
El modelo económico impuesto siguió vigente y se profundizó en los años siguientes, en el contexto de una seudo democracia cada vez más vaciada de contenido.
Es que el terror caló muy profundo en la sociedad. Nos dejó el “milico adentro”, la auto represión, el miedo a la movilización, el delegar en otros el poder de decidir, la falta de confianza en nuestras propias fuerzas. “El pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes”: desgraciada frase de nuestra Constitución, dejada intacta en la reforma de Menem y Alfonsín. Es el as en la manga de los políticos de aquí y allá cuando el conflicto social les apura el juego.
A casi 26 años del retorno a la democracia entre comillas, nos encontramos con un panorama comarcal de gobiernos municipales profundamente autoritarios. Romera y su vocación represiva - con varios ejemplos de público conocimiento -, que comparte con sus vecinos Fernández y Breide proyectos antipopulares avalados por sus levantamanos en los consejos deliberantes. Saqueo de tierras a los viejos pobladores, impuestazos, transformación de la esencia rural de las localidades en grandes countrys para los privilegiados, clientelismo, uso y abuso de la normativa en beneficio de sus intereses, desprecio por la participación popular.
En lo provincial y nacional, lo mismo. Todos alineados. De abajo para arriba y de arriba para abajo. ¡La democracia entre comillas ha triunfado! Por ahora…
Los 30.000 desaparecidos de la Dictadura, los muertos y desaparecidos en democracia, viven en nosotros y en nuestras banderas. Le dan contenido a la lucha popular. Los miles de luchadores sociales que resistimos a lo largo del país estamos construyendo un camino para sacarle las comillas a la Democracia.
Dice Roberto Tato Iglesias, viejo militante de la educación popular: “Es necesario volver a retomar, sin miedos ni prejuicios, el tema de la revolución. Una revolución que necesariamente tiene que partir de ésta realidad. Aceptando que vivimos en el sistema capitalista, debemos pensar, actuar y animarnos a vivir desde otros paradigmas. No sólo diciendo, sino haciendo. Buscando coherencia entre la palabra y el gesto. Poniendo la paciencia impaciente en ésta construcción. Y tenemos que ir todos, sin discriminaciones. Los intelectuales y los artistas. Los cojos, los mudos y los ciegos. Los que pueden y los que no pueden. Es darnos ánimo, encendernos los fueguitos, recuperar los ideales, tener siempre encendidas las luces del circo de la vida. Aunque los payasos estén tristes, las sogas de los trapecistas derruidas y la carpa remendada, el circo de una nueva vida debe continuar. Está en nosotros.”
El período histórico que representa el 24 de marzo de 1976 no comenzó en esa fecha, ni terminó en diciembre de 1983. Tuvo antecedentes y dejó profundas consecuencias. Pasaron cosas antes de ése día y hasta hoy suceden hechos relacionados, aunque se hable de “la Dictadura” como algo del pasado que nada tiene que ver con nuestro presente.
Ejercitar la Memoria y ligarla al “ahora” es tarea de todas y todos.
Antes de esa fecha una diversidad de movimientos políticos y sociales coincidía en plantear un nuevo país independiente, justo y solidario. Eran el reflejo de un fenómeno que se extendía a toda Latinoamérica. Eso era un gran obstáculo para un proyecto antagónico vigente, que se deseaba profundizar y consolidar.
El camino en lo político fue entonces la instauración del terrorismo de Estado. Desaparición de personas, robo de niños, centros clandestinos de detención y tortura, censura, el aniquilamiento de las organizaciones sociales, la persecución de todo pensamiento crítico y posibilidad de construcción con el otro.
Pero ese proyecto incluía una dimensión económica, cimentada en una reestructuración social y cultural. La destrucción de los lazos de solidaridad, de los valores básicos y del “sentido común”. El “no te metás”, el “algo habrán hecho”, el “sálvese quién pueda” son ejemplos de esa brutal reestructuración.
Hoy debemos mirar más allá del brazo ejecutor (la Fuerzas Armadas, la policía, etc.). Para ver quiénes estaban detrás. El poder económico, la oligarquía, la cúpula de la Iglesia, sectores del sindicalismo, los grandes medios de comunicación y hasta los partidos políticos que no hicieron nada por sus militantes detenidos y torturados. Es más, fueron parte de la gestación y ejecución del Golpe.
Porque nadie dude de que antes de ese 24 de marzo se libraba en el país una batalla de ideas. Las ideas de transformar la sociedad y hacerla más solidaria contra las ideas de los que se arrogaban la representación del "ser nacional" y la “paz social”. Los que siendo una minoría – como dijo Rodolfo Walsh – utilizaron a las Fuerzas Armadas como ejecutores de un plan para conservar sus privilegios.
Cuando el plan tambaleó – producto de la resistencia popular al autoritarismo, al plan económico y al intento de utilizar el legítimo reclamo argentino por Malvinas para quedarse en el poder – negociaron con los partidos tradicionales la transición a la democracia con Punto final, obediencia debida e indultos.
El modelo económico impuesto siguió vigente y se profundizó en los años siguientes, en el contexto de una seudo democracia cada vez más vaciada de contenido.
Es que el terror caló muy profundo en la sociedad. Nos dejó el “milico adentro”, la auto represión, el miedo a la movilización, el delegar en otros el poder de decidir, la falta de confianza en nuestras propias fuerzas. “El pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes”: desgraciada frase de nuestra Constitución, dejada intacta en la reforma de Menem y Alfonsín. Es el as en la manga de los políticos de aquí y allá cuando el conflicto social les apura el juego.
A casi 26 años del retorno a la democracia entre comillas, nos encontramos con un panorama comarcal de gobiernos municipales profundamente autoritarios. Romera y su vocación represiva - con varios ejemplos de público conocimiento -, que comparte con sus vecinos Fernández y Breide proyectos antipopulares avalados por sus levantamanos en los consejos deliberantes. Saqueo de tierras a los viejos pobladores, impuestazos, transformación de la esencia rural de las localidades en grandes countrys para los privilegiados, clientelismo, uso y abuso de la normativa en beneficio de sus intereses, desprecio por la participación popular.
En lo provincial y nacional, lo mismo. Todos alineados. De abajo para arriba y de arriba para abajo. ¡La democracia entre comillas ha triunfado! Por ahora…
Los 30.000 desaparecidos de la Dictadura, los muertos y desaparecidos en democracia, viven en nosotros y en nuestras banderas. Le dan contenido a la lucha popular. Los miles de luchadores sociales que resistimos a lo largo del país estamos construyendo un camino para sacarle las comillas a la Democracia.
Dice Roberto Tato Iglesias, viejo militante de la educación popular: “Es necesario volver a retomar, sin miedos ni prejuicios, el tema de la revolución. Una revolución que necesariamente tiene que partir de ésta realidad. Aceptando que vivimos en el sistema capitalista, debemos pensar, actuar y animarnos a vivir desde otros paradigmas. No sólo diciendo, sino haciendo. Buscando coherencia entre la palabra y el gesto. Poniendo la paciencia impaciente en ésta construcción. Y tenemos que ir todos, sin discriminaciones. Los intelectuales y los artistas. Los cojos, los mudos y los ciegos. Los que pueden y los que no pueden. Es darnos ánimo, encendernos los fueguitos, recuperar los ideales, tener siempre encendidas las luces del circo de la vida. Aunque los payasos estén tristes, las sogas de los trapecistas derruidas y la carpa remendada, el circo de una nueva vida debe continuar. Está en nosotros.”
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