miércoles, marzo 04, 2009

Opinión: “La intrusa ¿La intrusa?”


Por Abla Carballo *

¿En qué radicaría la originalidad del aporte de la mujer en el poder político?

Hay algo básico y originario en la apuesta de la mujer por la vida. El problema crucial hoy de la supervivencia es el avance arrollador y amenazante de la violencia y la destructividad.

¿Y quién monopoliza el poder? La Humanidad masculina.

La especie tiene a la mujer como depositaria de la vida y este hecho biológico va acompañado por el impulso irrenunciable de preservarla. La mujer aparece siempre como portadora de un germen de solidaridad (altruismo) que asegura la supervivencia de la especie.

Entonces, qué ocurriría –como hipótesis- si gobernaran las mujeres. Quizás, si, como cada vez que actúa lo hace desde si misma, desde los sentimientos más vitales y profundos, si su interés primordial es preservar la vida de sus hijos, significa asegurar salud, educación y paz. El papel de la mujer puede ser revolucionario frente al tema del hambre, las condiciones mínimas de salubridad y el problema específico de refugiados. Si bien el tema casi no lo conocemos ni lo sufrimos en nuestro país, en nuestra provincia, (el de los refugiados), es para pensar qué pasa con mujeres solas sin trabajo, sin vivienda y con hijos.

En Esquel como en el resto del mundo las mujeres realizan prácticamente todo el trabajo doméstico, sumado al adicional fuera del hogar, lo cual supone que la mayoría de ellas trabaja una jornada doble.

Cultivan cerca de la mitad de la producción mundial de alimentos, pero en la práctica no poseen tierras y son ignoradas en forma total en los proyectos que elaboran los dueños de la agricultura.

Representan un tercio de la fuerza del trabajo mundial oficial, pero están concentradas en las actividades peores remuneradas y son más vulnerables al desempleo que los hombres. Debido a su deficiente educación, a la falta de confianza en si misma y a su pesada carga laboral, permanece ausente en los niveles de decisión política y empresaria.

El mundo está lleno de casos como el que sacude, al enterarnos, de que una mujer ocupó un lugar, con sus dos hijos, por no tener dónde refugiarse. Los medios de comunicación cubrieron el hecho este lunes 1 de marzo y lo siguieron el martes: todavía no apareció la solución.

Los recorridos humanos se distancian, se acercan, se entrecruzan, llegan a la coincidencia sorprendente del paralelismo-en este punto no SE podrá nunca llegar a ningún acuerdo-. Pero, por fortuna existen segundos tiempos, segundos pasos que pueden torcer rumbos, corregirlos, pese a desaciertos iniciales. De los llamados malos pasos ¿quién no acumuló varios? Pero esa experiencia, quizás, no se limite a los pasos contra uno mismo sino contra la sociedad.

Es el sentido de lo social, tal vez, el que cobrará prevalencia decisiva y es lo que ennoblece esta convulsionada época. No es la maraña de los conflictos que vuelven azaroso el andar, ni lo que acerca. Es caminar juntos, el recorrer caminos comunes hacia objetivos también comunes, para sortear con mayor posibilidad de éxito todo aquello que confunde porque no se hace lo que se dice y ello provoca una ruptura en el conjunto.

Esta mujer que produjo un hecho poco común aquí, más todas las otras en iguales condiciones pero que no se atreven, tienen la misma pertenencia que todos los esquelenses. Vivimos en el mismo lugar. No podrían ser ellos/as, nosotros. Este es un hecho que pone de relieve la sensación de orfandad, en donde hay quienes no tienen lugar para poder ser.

La marginalidad, la subalternidad sólo abaja y por más que querramos mirar para el costado estas dificultades extremas para muchos seres humanos, debiera ser el acicate para hacer lo imposible por llevar a la práctica lo mejor de cada uno. Y que, para algunos, es conducir. Legalizar cada día la capacidad de la escucha, legalizando por tanto, el mandato. Sin olvidarse que la solidaridad compartida se energiza.-

* DNI 4159560

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