Por Abla Carballo *
En la vejez se descubre el sentido o el no el sentido de toda la vida anterior.
Personas de edad elaboran de antemano una imagen triunfante de su vejez, la adoptan.
El pelo blanco, las arrugas, la metamorfosis no contradicen la inteligencia.
En Esquel tenemos ejemplo de ello, mujeres y hombres que la experiencia de vida enriquece su pensamiento; los conocemos por sus obras literarias, sus expresiones plásticas, su creatividad musical, su persistencia y apasionamiento por lo que hacen. Además, lo más importante, por su don de gentes encantador y la sabiduría de sus reflexiones.
Antonio Buss es un abuelo narrador. Relator que, como él lo dice fue “tirando del hilo de la memoria, hilando sabiduría por ese amor profundo de las cosas más sencillas de la vida y por la Universidad de la Vida”. Aludiendo a la institución creada por diversas personas mayores en nuestra ciudad: sus pares.
Buss publicó, sin pretensión “De mis recuerdos vengo, a mis recuerdos voy” con historias vivenciadas. Y puso en ello imaginación y creatividad aprendidas en el transcurso de los años.
De abuelos inmigrantes alemanes, Don Antonio nació y pasó su infancia y juventud en la colonia Santa María, en La Pampa. Recuerda a su maestro y cura párroco don Franz Stratzelser, un germano de mirada severa que transformaba en dulce y tierna para sus discípulos con quienes, también, jugaba en los recreos.
Como tantos miles de hombres criados y trabajadores del campo, Antonio Buss decidió, aún con nostalgia y penas acumuladas, recorrer caminos para construir su propio destino.
Buss repasa y rememora en sus relatos las enseñanzas religiosas, espiriuales y prácticas de sus padres. Se detiene en las particularidades de los inmigrantes resaltando la riqueza de culturas diferentes, al poner énfasis en la necesidad de enseñar idiomas, tradiciones y folclore nativo y extranjero. Para “permitir –dice- que las generaciones siguientes vean por qué tienen perfecto motivo de deleite y orgullo en sus descendientes”.
A través de cuentos cortos, Buss evoca a su familia, la partida de sus hijos que, como él, se desprendieron para construir su propia existencia.
Y hace una advertencia no sólo para sus amigos este hombre que ya superó los 80 años que no se preocupa por la edad sino por la madurez a la que define como “un asunto absolutamente de decisión”.
Él tiene la certeza que no se debe perder tiempo inquietándose por los días que acercan a la vejez. Y desde su naturaleza y su concepto señala, “no hay mejor tiempo que éste para resolver tus problemas. No escribo para “Viejos... Viejos”, sino sólo para personas que tienen capacidad para pensar y decidir. (...) He visto empezar a cambiar a muchos adultos que pensaban que no podían hacerlo, algunos de los cambios más dramáticos que han ocurrido en la vida, han tenido lugar en la edad adulta precisamente”.
“El vivir, no es un deporte de espectadores –afirma Antonio Buss- el haber nacido significa ser participante en la arenga de la vida, eso nos ayudará a crecer mientras envejecemos”.
Antonio y otros abuelos narradores encontraron en Esquel la energía que realimenta sus vidas, orientadas al mundo de las representaciones que entusiasma.-
* DNI 4159560
En la vejez se descubre el sentido o el no el sentido de toda la vida anterior.
Personas de edad elaboran de antemano una imagen triunfante de su vejez, la adoptan.
El pelo blanco, las arrugas, la metamorfosis no contradicen la inteligencia.
En Esquel tenemos ejemplo de ello, mujeres y hombres que la experiencia de vida enriquece su pensamiento; los conocemos por sus obras literarias, sus expresiones plásticas, su creatividad musical, su persistencia y apasionamiento por lo que hacen. Además, lo más importante, por su don de gentes encantador y la sabiduría de sus reflexiones.
Antonio Buss es un abuelo narrador. Relator que, como él lo dice fue “tirando del hilo de la memoria, hilando sabiduría por ese amor profundo de las cosas más sencillas de la vida y por la Universidad de la Vida”. Aludiendo a la institución creada por diversas personas mayores en nuestra ciudad: sus pares.
Buss publicó, sin pretensión “De mis recuerdos vengo, a mis recuerdos voy” con historias vivenciadas. Y puso en ello imaginación y creatividad aprendidas en el transcurso de los años.
De abuelos inmigrantes alemanes, Don Antonio nació y pasó su infancia y juventud en la colonia Santa María, en La Pampa. Recuerda a su maestro y cura párroco don Franz Stratzelser, un germano de mirada severa que transformaba en dulce y tierna para sus discípulos con quienes, también, jugaba en los recreos.
Como tantos miles de hombres criados y trabajadores del campo, Antonio Buss decidió, aún con nostalgia y penas acumuladas, recorrer caminos para construir su propio destino.
Buss repasa y rememora en sus relatos las enseñanzas religiosas, espiriuales y prácticas de sus padres. Se detiene en las particularidades de los inmigrantes resaltando la riqueza de culturas diferentes, al poner énfasis en la necesidad de enseñar idiomas, tradiciones y folclore nativo y extranjero. Para “permitir –dice- que las generaciones siguientes vean por qué tienen perfecto motivo de deleite y orgullo en sus descendientes”.
A través de cuentos cortos, Buss evoca a su familia, la partida de sus hijos que, como él, se desprendieron para construir su propia existencia.
Y hace una advertencia no sólo para sus amigos este hombre que ya superó los 80 años que no se preocupa por la edad sino por la madurez a la que define como “un asunto absolutamente de decisión”.
Él tiene la certeza que no se debe perder tiempo inquietándose por los días que acercan a la vejez. Y desde su naturaleza y su concepto señala, “no hay mejor tiempo que éste para resolver tus problemas. No escribo para “Viejos... Viejos”, sino sólo para personas que tienen capacidad para pensar y decidir. (...) He visto empezar a cambiar a muchos adultos que pensaban que no podían hacerlo, algunos de los cambios más dramáticos que han ocurrido en la vida, han tenido lugar en la edad adulta precisamente”.
“El vivir, no es un deporte de espectadores –afirma Antonio Buss- el haber nacido significa ser participante en la arenga de la vida, eso nos ayudará a crecer mientras envejecemos”.
Antonio y otros abuelos narradores encontraron en Esquel la energía que realimenta sus vidas, orientadas al mundo de las representaciones que entusiasma.-
* DNI 4159560
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