lunes, mayo 04, 2009

Opinión: “Gracias por los disparos”


Por Mariela Andrea Flores Torres *

En la escuela nos enseñan a ser solidarios, buenos compañeros. Ser un buen compañero, más o menos por lo que uno entiende de chico, es ponerse en el lugar del otro, ser humano con los seres humanos. Es decir, no ponerse en la posición "ser más que" o "ser menos que". El guardapolvo escolar es parte del costado mejor intencionado de esta enseñanza: nadie es más que nadie.

Estos valores, acompañados por otros, siguen enseñándose en el secundario: enseñan matemáticas pero también educación cívica y filosofía; física y ética; enseñan, los profesores de vocación, aunque sean de inglés o del taller de gastronomía, valores junto con su especialidad.

Esto no se interrumpe en la Universidad aunque uno ya esté bastante grandecito para saber ciertas cosas. Sabe que no todo es color de rosa, sabe que eso que se había aprendido en la escuela tiene un alcance relativo, sabe de la corrupción que impide muchas veces que lo principal sea mantener los valores, etcétera, etc.

Hay, siempre, dos caminos a seguir: la resignación ante lo que distorsiona esos valores o seguir siendo fiel a lo constructivo y a la limpieza, como nos lo habían enseñado esos profesores a los que por algo nunca más olvidaremos independientemente de que sí olvidemos qué materia nos enseñaban en el aula.

Pero no me distraigo, sigo: los alumnos de la Universidad, cuando se reciben, pueden llegar a convertirse en profesores de la universidad de la que fueron alumnos. Siempre se mezclarán los resignados y los constructivos. Incluso se pueden sonreír en el pasillo sin que esa sonrisa mutua implique complicidad.

Esa persona, el fiel a esos valores bien intencionados que nos enseñaron para hacer las cosas bien, para preservar nuestra humildad, para despreciar el odio, sigue su camino. Irremediablemente hace más, construye más que los resignados. Los resignados se dejan estar mientras las cosas son gobernadas por los que se aprovechan de la debilidad de los resignados. Y entonces es como si los resignados y los aprovechados trabajaran juntos. Uno, destruyendo; el otro, dejándose destruir.

Me desvío de nuevo, pero vuelvo: los profesores de la Universidad donde fueron educados, los profesores constructivos, no se olvidaron de que el colegio, el secundario y la universidad les enseñaron a mantener su buena fe. La realidad es más dura que como lo habían aprendido en el colegio. Construyen, porque son constructivos, vías alternativas para terminar haciendo bien las cosas, para enseñar a los atropelladores a no ser más que nadie: exactamente lo que les habían enseñado en la escuela.

Gonzalo Pérez Álvarez, un delegado del gremio universitario de la provincia del Chubut, recibió, cayendo el mes de abril, tres balas de goma en su cuerpo. El marco de su agresión queda perfectamente contextualizado: lo balean por filmar.

¿Qué filmaba? Un desalojo ilegal, sin autorización de juez alguno. ¿A quién desalojaba ilegalmente la policía? A docentes provinciales y algunos docentes universitarios. ¿Por qué? Por exigir diálogo (diálogo) con las autoridades; un diálogo que las autoridades borran de sus agendas desde hace varios meses con los docentes. ¿Por qué borran ese diálogo de sus agendas? Porque se les pide que acomoden el salario de los docentes a una instancia decente.

Decencia con el docente provincial y universitario: en invierno hace frío y no hay estufas; las condiciones de los edificios son críticas; el laboratorio de la Universidad en Trelew, por ejemplo, es, hoy, peligroso; los estudiantes ayudantes universitarios no cobran sus haberes; las aulas no son suficientes; van cerrando sedes universitarias en el resto de las provincias; el presupuesto se mantiene, la inflación aumenta.

Son constructivos contra resignados. Disparar a las órdenes de otro es más fácil para un resignado que pensar que se le está disparando a un par.

Señor gatillo fácil de la munición de goma; obediencia de goma a la orden fácil del Comisario Aceves; protector de la impunidad; resignado; cobarde uniformado que olvidó todos los valores que le han enseñado en su infancia; desertor de la moral; defensor de la mediocridad y de su propia fecha de vencimiento; cómplice de su propia perdición. Oficial de la ley ilegal: el pueblo que no se resigna quiere decirle algo:

Puede hacer usted lo que quiera con la moral aprendida y olvidada de su infancia; puede usted apretar el gatillo sin intimar y sin órdenes incluso; puede usted desalojar sin orden de desalojo; puede usted sacar la conclusión de que es más fácil alinearse a lo ya instituido, a lo que se acostumbra hacer, que reflexionar sobre su práctica. Pero hay leyes. Se cumplan o no, hay leyes. Lo que nos enseñaron en el colegio no es una opción: hay una convivencia real entre ciudadanos. Y somos iguales frente a esas leyes.

Señor gatillo fácil: usted tiene que ser denunciado ahora mismo. Por un ciudadano, por el pueblo, por la Policía y por su propia conciencia.

Señor pragmático y alumno perfecto de la violencia instituida: usted y su arma no son más que nadie.

Señor amnésico, de acto y no de palabra: si quiere ajustar la realidad a su práctica en lugar de su práctica a la realidad legal que rodea desde la culata hasta la punta de su insegura escopeta impotente, organice un golpe de estado; yérgase autoridad de facto y de capricho: mientras tanto, guárdese sus balas de goma y proceda en forma legal y en beneficio del pueblo que debe defender.

Señor errante, ciego con un arma cargada y sin infancia: por cada injusticia cometida, en la ciudad de Trelew, a los 30 días del mes de abril de 2009, nacerán tres justos.

Yo, por ejemplo, acabo de nacer a partir de usted.

Detrás de mí, dos más.

Tras usted, grita su penosa irrealización. La voz interior putrefacta del resignado que alguna vez habrá elegido ser.

Y no podrá silenciarla con tres disparos.

* DNI 28.055.228

Nota relacionada: Represión a docentes: video del policía que le disparó a un educador con balas de goma

1 Comentá esta nota:

CORINA MILÁN dijo...

GRACIAS POR TU NOTA. NO DEJA DE SORPRENDERME LA INFINIDAD DE MIRADAS PROFUNDAS E INTERESANTES QUE PUEDEN HACERSE A PARTIR DE UN MISMO, TRISTÍSIMO HECHO.

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