Por Lino Pizzolon
Tema que duele, indigna: el episcopado argentino acaba de expedirse días atrás sobre la muerte del obispo Angelelli: "no hay ningún elemento de juicio para presuponer un asesinato" dijeron. Sabemos bien que no fue una muerte casual: fue una muerte prometida.
Una biografía escrita a instancias del obispo Jaime de Nevares, de Neuquén (Fabián Kovacic, "Así en la tierra como en el cielo", y mucha otra información) a la vez que ilumina muy bien la vida de este hombre, deja ver al mismo tiempo que su muerte fue un asesinato y cómo la cúpula de la Iglesia que pudo evitarlo no hizo nada para ello: semanas antes, cuando el obispo, por su coherencia, y por llevar el concilio Vaticano II a la realidad de los hechos, vio que había desencadenado las furias de las fuerzas más oscuras de la sociedad Riojana y más allá aún y de que estaban dispuestos a arrasarlo todo, -dos de sus sacerdotes ya habían sido asesinados- pidió a las autoridades eclesiásticas su traslado a cualquier otra parte del país u otro país:
El nuncio apostólico Pio Laghi le negó el traslado, teniendo plena conciencia de lo que ello implicaba, cómplice con quienes ya habían decretado esa muerte. Y uno se pregunta ¿a dónde van?.. Si la sal pierde su sabor...
Lino Pizzolon
Tema que duele, indigna: el episcopado argentino acaba de expedirse días atrás sobre la muerte del obispo Angelelli: "no hay ningún elemento de juicio para presuponer un asesinato" dijeron. Sabemos bien que no fue una muerte casual: fue una muerte prometida.
Una biografía escrita a instancias del obispo Jaime de Nevares, de Neuquén (Fabián Kovacic, "Así en la tierra como en el cielo", y mucha otra información) a la vez que ilumina muy bien la vida de este hombre, deja ver al mismo tiempo que su muerte fue un asesinato y cómo la cúpula de la Iglesia que pudo evitarlo no hizo nada para ello: semanas antes, cuando el obispo, por su coherencia, y por llevar el concilio Vaticano II a la realidad de los hechos, vio que había desencadenado las furias de las fuerzas más oscuras de la sociedad Riojana y más allá aún y de que estaban dispuestos a arrasarlo todo, -dos de sus sacerdotes ya habían sido asesinados- pidió a las autoridades eclesiásticas su traslado a cualquier otra parte del país u otro país:
El nuncio apostólico Pio Laghi le negó el traslado, teniendo plena conciencia de lo que ello implicaba, cómplice con quienes ya habían decretado esa muerte. Y uno se pregunta ¿a dónde van?.. Si la sal pierde su sabor...
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