jueves, junio 18, 2009

Leo Maslíah, un tipo duro de encasillar


Por Puerta E

Es lunes, es feriado y faltan cinco días para que Leo Maslíah llegue a Esquel. Por allí aparece una dirección de e-mail que promete contactarnos con el músico-escritor-compositor-cantautor uruguayo. Hacemos el intento. Botella al mar. Pedimos permiso para hacer unas preguntas. El contacto se produce. Llega la respuesta. Bingo. “Sí, por favor mandá las preguntas hoy lunes porque en los días siguientes puede ser complicado tener tiempo y lugar desde donde responderlas”, nos dice alguien que no firma. ¿Maslíah? Salen varias (quizá demasiadas) preguntas hacia aquel lugar virtual donde se aloja el creador de “Corriente alterna”. Al día siguiente llegan las respuestas. “Hola, acá van las que pude contestar, muchas gracias por la entrevista, nos vemos”, dice Leo.

Las respuestas de Maslíah son breves y puntuales. Pero hay una pregunta que le dio para escribir más. Fue aquella donde usamos la palabra “humorista”. Leo se sacude hasta sacarse la palabra de encima. Se sigue sacudiendo y hace que también caiga por su propio peso la definición “artista de culto” que él mismo mete en la entrevista. Leo está atento, está acostumbrado y no se deja encasillar. “No soy un humorista”, teclea.

Ese rótulo me lo empezaron a poner algunos en los años ’90”, recuerda Maslíah, que para ese entonces ya llevaba dos décadas de libros y canciones. El uruguayo dice que, por aquella época, “el proceso de idiotización de nuestra sociedad llegó a impedir que la gente pudiera entender nada de lo artístico pero, para no suprimir ese dignificante renglón de la cultura, lo mantuvo formalmente pero lo sustituyó en los hechos por una colección de carteles entrenando al público de un modo similar a lo del perro de Pavlov, para emocionarse hasta las lágrimas con algunos actores rotulados como dramáticos, para sentirse culturalmente elevado por algunos artistas rotulados como ‘de culto’, etc.”.
Tres décadas girando

Desde su primera presentación en público –en el Montevideo de 1974- hasta hoy, el hombre de lentes y bigotes generosos visitó 14 países, estrenó obras de cámara, sinfónicas y de teatro, además parió 40 discos (“o cassettes, o CDs”, aclara) y se encargó de empatarlos con 40 libros.

Supimos, cuando le preguntamos sobre su vida cotidiana, de sus lecturas y sus discos. Que si uno llega un miércoles a Montevideo, puede encontrarlo dando clases en la Escuela Universitaria de Música o, si pasa cualquier día por su casa, quizá esté escuchando un disco del portugués José Afonso, una sinfonía de Mahler o leyendo a Eduardo Goligorsky y a Bertrand Russell.

Pero ahora es Maslíah quien viene a Esquel para compartir escenario con su coterránea Lucía Gatti, con quien hará un recital con canciones y algunas músicas instrumentales. “Ella me acompaña con el chelo en algunas canciones, en otras cantamos a dúo, o sólo tocamos”, adelanta.

Leo Maslíah es un poco de todo esto y bastante más. Es el hombre que sabe domar las letras hasta hacerlas entrar en cualquier melodía. Es el mismo que dedicó varios meses de su vida a pensar sus flamantes Cuentos impensados. Es un tipo raro y nos hace reír. ¿Para qué tratar de explicarlo?

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