Por Lucía Ortiz *
“La juventud está perdida”, “cómo cambiaron los jóvenes” “sólo saben emborracharse y hacer lío” “ya no hay respeto” “lo único que saben hacer es vaguear”… estas frases u otras similares hemos escuchado decir o expresarlas nosotros mismos cuando nos referimos a los adolescentes… que pululan con su frescura, desparpajo y ¿despreocupaciones? por las esquinas de Esquel.
La lectura que hacemos a menudo, sobre la vida de los jóvenes, nos deja afuera… nos pone en el lugar de espectador que critica y juzga el accionar de ellos… por alguna razón conciente o no, nos aflora el “adulto ejemplar” que da consejos, califica y atribuye toda la responsabilidad o culpa a quienes están-“supuestamente” bajo nuestro amparo: se “maman”, son “patoteros”, “se drogan”, “son mal educados”,etc., etc., etc.
La noticia de los adolescentes está en boca de todos o de la mayoría, cuando los representa en hechos poco felices. Siempre son “ellos” los que componen la función, y además con los paliativos que potencian la calamidad: chorros, de bajos recursos, negros de m… o nenes bien que no saben lo que es laburar.
Comentamos, nos sentimos mal y escuchamos que “educación era la de antes” “en otros tiempos esto no pasaba” y hasta esbozamos ideas de cómo deberían arreglar “otros” esto que hacen los “mocosos de porquería”, y le pasamos la pelota a la policía, la escuela, los comerciantes, las ordenanzas, etc.
¿Y nosotros los adultos, parte de esta sociedad… qué tenemos que ver con “esto”? ¿Cuál es nuestro rol de mayores, frente a ellos? ¿Somos compinches y transgresores cuando nos conviene? ¿Nos da miedo ser diferentes, por marcar límites? ¿Creemos que nos querrán menos por no ser condescendientes? ¿Cómo hacer para decir lo que pensamos, sin sentir, que nos miran como ridículos?
¿Por qué juzgarlos… cuando deberíamos repensar nuestras prácticas ciudadanas, familiares cotidianas? Tal vez, la imagen que nos devuelve el espejo de esta sociedad, sean los adolescentes…y no gusta lo que refleja.
Descarto la idea de polarizar, sino que invito a pensar entre todos el lugar de compromiso ineludible en el que estamos los “crecidos”, para entablar un diálogo, sincero, amoroso, justo y contenedor con los adolescentes y jóvenes.
“La juventud está perdida”, “cómo cambiaron los jóvenes” “sólo saben emborracharse y hacer lío” “ya no hay respeto” “lo único que saben hacer es vaguear”… estas frases u otras similares hemos escuchado decir o expresarlas nosotros mismos cuando nos referimos a los adolescentes… que pululan con su frescura, desparpajo y ¿despreocupaciones? por las esquinas de Esquel.
La lectura que hacemos a menudo, sobre la vida de los jóvenes, nos deja afuera… nos pone en el lugar de espectador que critica y juzga el accionar de ellos… por alguna razón conciente o no, nos aflora el “adulto ejemplar” que da consejos, califica y atribuye toda la responsabilidad o culpa a quienes están-“supuestamente” bajo nuestro amparo: se “maman”, son “patoteros”, “se drogan”, “son mal educados”,etc., etc., etc.
La noticia de los adolescentes está en boca de todos o de la mayoría, cuando los representa en hechos poco felices. Siempre son “ellos” los que componen la función, y además con los paliativos que potencian la calamidad: chorros, de bajos recursos, negros de m… o nenes bien que no saben lo que es laburar.
Comentamos, nos sentimos mal y escuchamos que “educación era la de antes” “en otros tiempos esto no pasaba” y hasta esbozamos ideas de cómo deberían arreglar “otros” esto que hacen los “mocosos de porquería”, y le pasamos la pelota a la policía, la escuela, los comerciantes, las ordenanzas, etc.
¿Y nosotros los adultos, parte de esta sociedad… qué tenemos que ver con “esto”? ¿Cuál es nuestro rol de mayores, frente a ellos? ¿Somos compinches y transgresores cuando nos conviene? ¿Nos da miedo ser diferentes, por marcar límites? ¿Creemos que nos querrán menos por no ser condescendientes? ¿Cómo hacer para decir lo que pensamos, sin sentir, que nos miran como ridículos?
¿Por qué juzgarlos… cuando deberíamos repensar nuestras prácticas ciudadanas, familiares cotidianas? Tal vez, la imagen que nos devuelve el espejo de esta sociedad, sean los adolescentes…y no gusta lo que refleja.
Descarto la idea de polarizar, sino que invito a pensar entre todos el lugar de compromiso ineludible en el que estamos los “crecidos”, para entablar un diálogo, sincero, amoroso, justo y contenedor con los adolescentes y jóvenes.
"El amor es aquel delicado proceso por el cual te acompaño al encuentro de ti mismo” Antoine de Saint Exupery
DNI 17.900.501
3 Comentá esta nota:
tres cuestiones tres...
el titulo deberia haber sido alrrebes... sociedad versus adolescentes.
dos: en que ambitos te moves vos que dicen todas esas cosas de los jovenes y/o adolescentes?
tres: al encuentro de uno mismo ahi que ir solito.... dejemosnos de jodes con eso...
joven esquelense, arto de que los mayores opinen y saquen chapa, incluso pseudodefendiendonos...
hola... uno: creo ke el orden de los factores no altera el producto...pero está buena tu acotación... dos:es lo ke escucho, leo y veo... y no siempre de manera explicita, conozco y me muevo en ambitos bastante variados..
tres: claro que sí, totalmente de acuerdo con vos... pero eso no me inhabilita a decir lo ke siento y pienso, para mi propio trabajo interno.
Lamento que como joven estés harto, de nosotros los mayores, y me hago cargo de la parte ke me toca... por eso la nota... un abrazo
ahaaaaaaaaaa es para tu propio trabajo iunterno que publicas esto... ahora si entiendo!!
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