jueves, julio 16, 2009

“La comunidad reivindica el ser humano”


Por Abla Carballo *

Hay un cierto empobrecimiento de lo que llamamos “humanidades”. No es esto una sensación solamente, es la afirmación por los cambios provocados, desde hace varias décadas, por la incapacidad de generar un proceso de fuerte proyección del espíritu humano.

Nuestro siglo es productor de una característica esencial que es la de aumentar las aptitudes del cerebro humano, prolongando su poder y celeridad a límites insospechados.

Sin embargo, en algún otro aspecto, como contracara y manifestación de una inocultable crisis de nuestro tiempo, se vive una involución, un retroceso de la especie.
El trabajo humano –elemento esencial de la dignidad del hombre y eje de realización de la más plena de las justicias, la social-, la soberanía de las naciones –ámbito de consumación de la vida comunitaria- y la vida privada- cuyo conocimiento y juzgamiento quedaba sometido sólo al juicio de Dios-, sólo por mencionar tres ideas-valores admitidas universalmente como conquistas de la humanidad, están siendo gravemente afectadas.

Apenas un grueso trazo que en la vida cotidiana de todos se percibe y se vive casi como subordinación. Como la contracultura de la nada. Mientras va quedando atrás un concepto esencial y siempre actual como el llanto de un recién nacido: la cultura. Reivindicación fundamental de la condición definitivamente humana. Y es la que nos alza sobre las cosas y lo vegetales y nos aleja de toda insectificación, de toda disminución, de cualquier esclavitud.

Nuestra comunidad, cuya única diferencia esencial con las demás, es que es la comunidad nuestra, que es nuestro hogar, austral, y por sobre toda las cosas constituida por próximos. Con quienes nos vemos diariamente, nos saludamos, hablamos y vivimos la experiencia de vecindad y familiaridad, nos posiciona delicadamente en el momento presente y nos hace conscientes de las acciones y sentimientos de las otras personas con todos sus matices e implicancias con la sensibilidad que otorga capacidad para prestar atención a nuestro alrededor y une.

Nuestra comunidad está siendo azotada por tragedias en que los protagonistas son demasiado jóvenes y ello nos obliga a reflexionar si es cierto que como comunidad somos sensibles –no momentáneamente, por el shock, la tristeza ante lo irreparable del presente- sino preguntándonos si reconocemos la dignidad de cada ser humano y la contribución que tiene para dar cada uno como persona única.

Si como comunidad somos solidarios para no acostumbrarnos a vínculos ineficaces. Si es que pensamos y sentimos comunitariamente. Un núcleo generador de la solidaridad, que construye el vínculo eficaz de la actividad creadora de los hombres, de todo su hacer, de todo su sentir, de todo su pensar, fruto de la cultura para todos sin excepción.
Será, quizás, la que nos invitará a abandonar la condición pasiva de quedarse sólo “deseando”, sin voluntad de accionar y sin capacidad para expresar aquel vitalmente apasionado, “porque quiero” y “porque puedo”.-

* DNI 4159560

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