Fuente: http://casapueblos-jorgejuliolopez.blogspot.com/
18 de septiembre de 2009
Don Julio, no quisiéramos que se lo tome a mal, todo lo contrario, pero preferimos verlo del otro lado.
Lo habíamos avistado en las manifestaciones, colocándose su gorra, o retorciéndola cuando volvía a encontrarse con los asesinos en el juicio de La Plata.
Si viera usted don Julio, cómo nos enorgulleció verlo reclamar el espacio en la sala del tribunal, encarar a la policía y cuando se sentó frente al micrófono para ir levantando ladrillos y colocando en cada uno los nombres nuestros. Usted es un artista con la cuchara de cemento uniendo cada momento, cada situación.
Con oficio y precisión, alineó las filas de los recuerdos, hizo la mezcla con memoria y con tormento, revivió cada punzada, encajó lo silencios y lanzó las evidencias y las pruebas, en palabras roncas de tanto repetirlas en todos estos años… sus ojos claros miraron con la tranquilidad cuajada por la lealtad que sentimos de usted hacia nosotros, y señalaron al genocida cobarde que con rezos imploraba ahora, ¡¡¡ahora!!! compasión; pero aún así en su esperpéntico teatro, el ex comisario amenazaba.
Don Julio, lo esperamos ansiosamente el día de la lectura de los alegatos; nos inquietamos con los compañeros que lo aguardaban, y que sin dudarlo salieron a denunciar su desaparición otra vez, don Julio, otra vez!!!
Qué compañerazos!!! se enfrentaron a todos los que lo negaron, instituciones, organismos, personajes y personajitos, que como a la cacerola de teflón, no los vimos en la calle militante del reclamo.
Tres años ya don Julio… no quisiéramos verlo en esta suerte de presencia persistente de futuro en que nos hemos conformado gracias al no olvido combatiente de los nuestros.
Es inaudito don Julio, no era posible imaginar que nuestra cifra aumentaría en democracia.
Le reiteramos, no quisiéramos que estuviera otra vez en este lado… pero vamos don Julio, sigamos peleando como siempre: la impunidad nos desaparece un día tras otro, y la justicia es todavía una consigna y es todavía nuestro aliento.
(Andrea Benites-Dumont)
18 de septiembre de 2009
Don Julio, no quisiéramos que se lo tome a mal, todo lo contrario, pero preferimos verlo del otro lado.
Lo habíamos avistado en las manifestaciones, colocándose su gorra, o retorciéndola cuando volvía a encontrarse con los asesinos en el juicio de La Plata.
Si viera usted don Julio, cómo nos enorgulleció verlo reclamar el espacio en la sala del tribunal, encarar a la policía y cuando se sentó frente al micrófono para ir levantando ladrillos y colocando en cada uno los nombres nuestros. Usted es un artista con la cuchara de cemento uniendo cada momento, cada situación.
Con oficio y precisión, alineó las filas de los recuerdos, hizo la mezcla con memoria y con tormento, revivió cada punzada, encajó lo silencios y lanzó las evidencias y las pruebas, en palabras roncas de tanto repetirlas en todos estos años… sus ojos claros miraron con la tranquilidad cuajada por la lealtad que sentimos de usted hacia nosotros, y señalaron al genocida cobarde que con rezos imploraba ahora, ¡¡¡ahora!!! compasión; pero aún así en su esperpéntico teatro, el ex comisario amenazaba.
Don Julio, lo esperamos ansiosamente el día de la lectura de los alegatos; nos inquietamos con los compañeros que lo aguardaban, y que sin dudarlo salieron a denunciar su desaparición otra vez, don Julio, otra vez!!!
Qué compañerazos!!! se enfrentaron a todos los que lo negaron, instituciones, organismos, personajes y personajitos, que como a la cacerola de teflón, no los vimos en la calle militante del reclamo.
Tres años ya don Julio… no quisiéramos verlo en esta suerte de presencia persistente de futuro en que nos hemos conformado gracias al no olvido combatiente de los nuestros.
Es inaudito don Julio, no era posible imaginar que nuestra cifra aumentaría en democracia.
Le reiteramos, no quisiéramos que estuviera otra vez en este lado… pero vamos don Julio, sigamos peleando como siempre: la impunidad nos desaparece un día tras otro, y la justicia es todavía una consigna y es todavía nuestro aliento.
(Andrea Benites-Dumont)
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