sábado, octubre 24, 2009

Opinión: “El malo de la película”


Por Bernardita Bielsa *

GENTE QUE ABANDONA GENTE – HISTORIAS DE VIDA

¡Cuantas tormentas desata una pasión enredada en una cama! Mario M., un hombre grandote y mullido de 43 años lo supo desde que lo excitaron esa noche de junio en aquel sur bañado por la lluvia, que ya se perfilaba temporal blanco de frío y de nieve. Todavía su ser recuerda los arrumacos y los gritos de sudor y de placer de su madre y su padre, ocultos en un amor prohibido en aquella habitación olvidada. Tuvo el privilegio de haber sido el hijo único de ambos, pero cuando su primer llanto retumbó en la sala del hospital, ya había hermanos y hermanas que estaban antes que él, y otros y otras que fueron naciendo luego. A pesar de haber sido concebido en los quejidos del amor más hermoso, dice, sin disimular su pena “me ocultaron desde siempre, era guacho, el hijo extramatrimonial de mi madre, sobraba en todos lados, nunca tuve un lugar fijo, iba y venía de casa de mis abuelos o alguna de mis tías, viajando solito en el colectivo o en el tren con mi bolso como fiel y única compañía, y mis pocas cosas desordenadas y apretadas allí adentro,”.

La vida de José Luis P., de 46 empieza a los cuatro años, cuando lo internaron en una escuela hogar porque no hubo nadie que pudiera hacerse cargo de él, y de allí en más se desató la peor de las tragedias; una batalla interior que le llevaría los mejores años de su vida y sobre la cual sentiría que ni con el ejército más poderoso podría con ella. Lo que vomita a diario y de la peor manera - porque según él “no duelen las heridas sino sus cicatrices”, son los efectos muy evidentes de haber padecido el abandono materno. Él mismo dice “la vida no me enseñó nada, me eduqué para sobrevivir. Sólo sé pelear y cuidarme de los demás, estoy siempre como animal acechando, despierto, vigilando, vivo. No tengo otra manera de ser, siempre fui el malo de la película.”

¡SUELTAME PASADO!

Con distintas modalidades y escenarios estas historias como tantas otras, tienen el mismo origen, la misma raíz de situaciones de conflictos, atropellos y desamparo. El síndrome de abandono ataca convirtiendo a sus huéspedes en seres introvertidos, controvertidos, y mutilados. G. Guex admite que “ocurre en personas que fueron recluidas en instituciones, hospitales, orfanatos, asilos, internados y prisiones”, a los que habría que agregar también aquellos que han sido dados en adopción, los que no fueron ni queridos ni buscados al momento mismo del embarazo, y otros tantos que por razones no muy fundadas y poco verosímiles de estudios y superación terminaron en un camino sin retorno, arrinconados y depositados como muebles en desuso, expulsados, fuera de sus hogares, en pensiones, casas de abuelos u otros parientes, etc.

Y el pasado que hace de las suyas como amante infiel y traicionero. Protagonista implacable que no pide permiso, vuelve y golpea la puerta, y obliga a mirar atrás y a volver al rincón de los sufrimientos. Experiencias y desengaños que marcan a fuego y de por vida, de las que nadie puede escapar ni está ajeno, y de las que no se salvan ni siquiera reconocidas personalidades. Según el periodista Serge Raffi en su biografía “Castro es desleal”, revela que Fidel sufrió desde chiquillo el síndrome del abandono ya que fue un niño ilegítimo, bautizado a los 8, y escondido en casa de su padrino quien se comportó en forma violenta con él y recién cuando cumplió los 15 fue reconocido por su padre. Al llegar a los 18 Castro “estuvo obsesionado y fue compulsivo al poder y al reconocimiento público”. Su madre lo dejó cuando Fidel tenía solo 4 años, “por eso no tiene confianza en las mujeres, porque piensa que si su madre lo abandonó cualquiera puede hacerlo, por ese motivo es que también odia la familia”.

LA VENGANZA ¡SERÁ TERRIBLE!

Si hay algo que pone al descubierto al malo de la película es su irresistible e indomable deseo de tener sexo, su insatisfacción (a pesar de que mantiene relaciones intempestivas y ostentosas), y el no atarse a relaciones afectivas de largo aliento y de promesas de amor eterno. Pelea por lo que considera sus dominios, y muestra y pasea sus conquistas amorosas como excelente coleccionista que es: Como si fueran mascotas, perritos falderos, figuritas difíciles, fetiches o trofeos de caza. Su desesperante necesidad de contacto físico y de placer sólo manifiesta su temor a la oscuridad y a estar solo.

Del mismo modo con que la vulnerabilidad desbarata y oprime los recuerdos a medida que los hechos de la vida diaria se han ido sucediendo, el malo de la película aumenta su desconfianza y agresión hacia las personas más cercanas de su círculo íntimo. “No amenazo, ataco” dice Mario M. en la entrevista, “es lo que me surge cuando siento que estoy acorralado”, advirtiendo siempre a los suyos en tener “cuidado con sacar los pies del plato” justificando tales sentencias con estas argumentaciones “me atormenta todavía escuchar lo que se decía de mí en los lugares donde iba de chiquito, me reconozco vengativo, no se los voy a perdonar nunca”. Su monólogo obsesivo desnuda lo peor del abandono: Los deseos de represalia, desquite, y revancha. Una carga pesada y difícil de sobrellevar y de la que nadie se hace cargo.

COMO PERROS Y GATOS

El malo de la película es un todo terreno, personaje al que le gustan los ruidos, los fierros, los motores, escuchar música y radio donde se les dé la gana, en cualquier horario y a muy altos volúmenes, tapando con los ruidos extremos su incapacidad de hablar o expresar sus sentimientos. Defiende su posición a través del silencio o hiriendo, debido a que no puede sostener una conversación o discusión dentro de límites de cierta normalidad. En la medida de sus posibilidades hace que todo sea muy difícil. Prueba a los demás de todas las maneras, hasta el cansancio. Gusta de dar órdenes y es tenaz en hostigar, maltratar, y martirizar a sus allegados y amigos más queridos.

No es de extrañar además que sienta debilidad por gatos y perros y adopte animales como personas sin hogar, aún cuando tenga poco para ofrecerles. Y que a su vez repita el mal comportamiento que tienen cachorros que han sido abandonados y que viven atemorizados, molestos, nerviosos y hasta agresivos cuando su nuevo dueño sale de la casa. El malo de la película responde a sus limitaciones reproduciendo estas conductas animales y es común entonces que suspenda y corte siempre antes que su interlocutor cualquier tipo de conversación sea esta telefónica, personal o vía internet, que odie tanto los abrazos, las despedidas y los reencuentros, y que su disgusto se manifieste con humor exacerbado cuando alguien falta a la cita o el que se espera no llega al horario acordado.

SE APROVECHAN DE SU INOCENCIA

Pero a no desesperar. No todo es ruin y miserable para el malo de la película. De hecho ya tiene un importante rol social, está en el centro de la atención, en la cúspide piramidal, un lugar para nada despreciable. Como un pollito de criadero exigido a ganar peso, crecer, hacerse grande, fuerte, mayor, no separa la realidad de la ficción, vive como viven los niños, piensa como piensan ellos. Nunca será un adulto en su totalidad. Está como dice Unamuno en “la edad de la Madre Poesía y del Padre Juego”, y eso le permitirá ingresar al reino de los cielos.

En apariencia en su cuerpo lacerado y magullado se dibujan fauces, colmillos, y garras feroces, y sin embargo sólo es un tímido y asustado corderito, incapaz de hacer daño a nadie, que no desea mostrarse como es por temor a ser descubierto, a la burla, al ridículo. Niño frágil, indefenso, que se rompe con facilidad por eso necesita de tantos escudos. Chiquillo solidario, generoso y que sabe compartir. Decidido, que avanza sin importar los contratiempos, que se liga todas las broncas, ataja siempre los penales, se hace cargo de cosas que no debería, dando incluso la vida por los demás, y que bajo esta circunstancia más de uno le debe su vida porque le ha salvado el pellejo.

Criatura excepcional al que le encanta traspasar los límites, obsesivo y sagaz en sus análisis, autodidacta, emprendedor, imaginativo, hiperactivo, sin términos medios, funciona a mil y las 24 horas, no se puede perder nada, incansable, y hábil para hacer negocios. No tiene destaca la de R. Spitz, autor que enfatizó las graves consecuencias ulteriores que provoca en el niño la separación prolongada de su madre, especialmente si se produce durante el segundo semestre de vida. Según Spitz, si la separación dura más de tres meses, puede sobrevenir un grave cuadro que denominó depresión anaclítica (v.). Por su parte, la psiquiatra suiza G. Guex describió el síndrome de abandono como una alteración psicopatológica, cuya principal característica es la angustia que provoca el abandono materno y una fuerte necesidad de seguridad. El cuadro de síndrome de abandono es frecuente en personas recluidas en instituciones como hospitales, orfanatos, asilos, internados y prisiones. Por ello, también se utiliza el término abandono institucional.abandono m. Pérdida de afecto real o imaginaria que experimenta un individuo. Entre otras aportaciones psicoanalíticas sobre el abandono destaca la de R. Spitz, autor que enfatizó las graves consecuencias ulteriores que provoca en el niño la separación prolongada de su madre, especialmente si se produce durante el segundo semestre de vida. Según Spitz, si la separación dura más de tres meses, puede sobrevenir un grave cuadro que denominó depresión anaclítica (v.). Por su parte, la psiquiatra suiza G. Guex describió el síndrome de abandono como una alteración psicopatológica, cuya principal característica es la angustia que provoca el abandono materno y una fuerte necesidad de seguridad. El cuadro de síndrome de abandono es frecuente en personas recluidas en instituciones como hospitales, orfanatos, asilos, internados y prisiones. Por ello, también se utiliza el término abandono institucional. m. Pérdida de afecto real o imaginaria que experimenta un individuo. Entre otras aportaciones psicoanalíticas sobre el abandono destaca la de R. Spitz, autor que enfatizó las graves consecuencias ulteriores que provoca en el niño la separación prolongada de su madre, especialmente si se produce durante el segundo semestre de vida. Según Spitz, si la separación dura más de tres meses, puede sobrevenir un grave cuadro que denominó depresión anaclítica (v.). Por su parte, la psiquiatra suiza G. Guex describió el síndrome de abandono como una alteración psicopatológica, cuya principal característica es la angustia que provoca el abandono materno y una fuerte necesidad de seguridad. El cuadro de síndrome de abandono es frecuente en personas recluidas en instituciones como hospitales, orfanatos, asilos, internados y prisiones. Por ello, también se utiliza el término abandono institucihorma, vive en un mundo aparte, no necesita modelos ni aparentar nada. Cazador solitario y furtivo imposible de domesticar que guarda intacto un reservorio genético incalculable. Tiene por costumbre venderse como pordiosero y sin embargo ha recibido sobredosis de amor y herencias milenarias de sabiduría y conocimientos que nunca usa ni comparte. Si las circunstancias de la vida lo vuelven a tirar por allí, como experimentado peregrino tendrá a mano su bolsito con lo justo y necesario, estará listo para huir y con nada volverá a empezar. Entre sus logros se destacan el armar en torno suyo familias - clanes muy numerosas, donde todo gira en torno suyo y son acatadas y respetadas sus decisiones. Con los años y debido a que es sumamente protector, se ha de convertir en un verdadero capo – mafia.

EL PATITO FEO

El testimonio del hermoso y tierno patito feo - considerado una autobiografía de su autor Hans Christian Andersen, ocurre por abandono de una madre, cuando en nido ajeno el por nacer tarda en romper el cascarón, y como era distinto, no era como los otros, sus hermanos dijeron “no te pareces a nosotros, eres feo”. El estigma marca una señal en el cuerpo físico y espiritual, bien como pena infame, bien como signo de esclavitud, y no es fortuito que los malos de la película además de crueles, insensibles e inhumanos, se los personifique horribles, deformes, y grotescos resaltándose sus defectos e imperfecciones hasta lo inimaginable e irracional.

Cruella de Vill es la célebre villana de los 101 dálmatas, a la que le encantan las pieles y es capaz de hacer cualquier cosa con tal de conseguir todas las que sean necesarias para hacerse una prenda de vestir como solo a ella le gusta. Inmortalizados en literatura infantil y en horas de cine y televisión, ella podrá desfilar sus mejores atractivos junto a Maléfica, el capitán Garfio, el rey del mal, el lobo feroz, el jinete sin cabeza, y otros tantos malvados y malvadas que no hacen otra cosa que dar lecciones de modales sociales, y por ende en señalar que estigmatizar al otro y discriminarlo por ser diferente no es alimento de los dioses, ingenuidad, ni carne podrida, sino el pan que cada día digerimos sin controvertir ni cuestionar.

“Nadie me quiere porque soy feo, ¿qué puedo hacer?” dice el patito feo. “No es tan feo como parece” ironiza su madre adoptiva. Fue entonces que movilizado interiormente, con la voluntad de parirse de grande, y la seguridad de no querer ser más un patito feo, este héroe fue en busca de su lugar, y llegado al Lago, inclinó su cabeza en el Agua Cristalina y vio su propia imagen reflejada, ya no la de un patito feo, sino la de un hermoso cisne blanco.

El malo de la película al igual que el patito feo se suele cansar de ser como es, porque ni el mismo se la cree, y en vez de avergonzarse de sí mismo, tiene que entender y saber que no es violento por naturaleza tal como le han hecho creer, sino que es un REACCIONARIO. Un revolucionario que se rebela, resiste, protesta, y desobedece a los delatores y que habrán de señalarlo siempre como un criminal, hallado culpable de cualquier cosa mala y no prescripta por una sociedad que no le da espacio ni oportunidades, ni lo sabe tratar ni escuchar. Y hacer caso de las palabras póstumas del Buda: “No acepten nada de lo que escuchen o se les informe. Tampoco acepten las tradiciones. No acepten las declaraciones de otros tan solo porque se las puede encontrar en nuestros libros. Ni, menos, porque concuerdan con vuestras propias creencias o porque se las transmite un Maestro. Sean cada uno de Ustedes sus propias lámparas. Las que iluminan su Ser. Su propia Luz. La Esencia de Ustedes mismos”.

* DNI 13.057.402

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