jueves, octubre 22, 2009

Opinión: “Vender la tierra es como cruzar la raya”


Por Emilio Bolado

En un país solidario, la tierra no se vende, nunca, ni a los ciudadanos, ni a los extranjeros, simplemente no se vende, recordaba, a mi abuelo que me decía, un viejo turco judío inmigrante.

Al vender la tierra esencialmente por mas legislación que haya, nunca se sabe a ciencia cierta que vendemos, la geografía cambia, la flora, la fauna con ella, entonces que vendemos? me tome el atrevimiento de pensar, en la tierra como lo hacemos la mayoría de nosotros y un poquito mas, en la tierra como ese leve espesor el cual pisamos, y se hunde levemente, en caso de que el progreso no halla llegado, y el asfalto lo tape todo.

Y de pronto se me ocurrió imaginar, a la tierra esa finita, milimétrica, frágil, cambiante, impredecible, como una línea divisoria, entre lo que esta sobre ella, y lo que esta debajo, esta metáfora, me ayudo a recordar a Exupery, en su “Principito”, “lo esencial es invisible a los ojos”, y que lo verdaderamente valioso pareciera estar allí donde se hace difícil verlo. Nos recuerda algo?, que humana pareciera ser a veces la tierra, que frágil pero a cuando lo propone fuerte, y vigorosa, la tierra da vida al hombre, y este se encarga de exterminarla de a poco.

En un país solidario, consigo mismo la tierra no se vende, porque la vida no tiene precio, aunque algunos trasnochados digan que una hectárea vale “ESTO”, que poco sabe, que poco ve, cuando mira.

En un país solidario la tierra no se vende, porque se demuestra amor, “hey, no te vendas traidor” la típica, en el. Potrero, y ahí nadie sabia de propiedad privada, de valores mer-vales, ni de las acciones de las bienes raíces en algún país, “en el culo del mundo”.

Cuando vienen y compran la tierra, la cercan, compran el aire, el cielo, la alambran le ponen púas que no suenan a guitarra, son púas que lastiman animales, que 200 años atrás no sabían del Winca (hombre Blanco), de la caza deportiva, ni de profesionales citadinos, que jamás pisan el campo para trabajarlo, sino para que figure en sus conquistas de credit card, como cobija al amparo de las posesiones innecesarias, estériles, desusadas, que terminan indefectiblemente deteriorándose, falta de afecto, de amor a la tierra, falta de conciencia.

La tierra esa delicada finura que pisamos, si la removiéramos, ¿que hay mas abajo? Cuencas acuíferas, metales preciosos, minerales que procesados son pingues negocios, y mas abajo? Y mas abajo? el fuego, la lava ardiente que va consumiendo de a poquito el planeta, conozco gene que pareciera desear terminar igual, pero esto no es el verdadero problema, la venta incluye, gente, animales, afectos personales, desplazados, destruidos, culturas milenarios, en serio riesgo de extinción, dueños de estancias y campos devenidos en patrones totalmente ignorantes de la idiosincrasia cotidiana del campo y la tierra de su trabajo, del sacrificio persistente por mantener su armonía.

La tierra o se vende, se renta de por vida, a cambio de un proyecto serio convincente de usufructo, porque no podemos ser dueños del suelo, del aire, del agua y el subsuelo ,al precio de poner en riesgo glaciares, parques nacionales, emprendimientos turísticos que disfrazan explotaciones mineras, y la enorme dificultad de creer sustentable, el desangre de la tierra, yo no temo, aunque seré seguramente victima de rebote, porque la pachamama, no distingue entre bueno y malo, ella tubo hijos les dio vida y así se las quita.

Si elegimos vender la tierra, espero que me entierren profundo, al menos para que cuando se decida cruzar la raya de lo que vemos y lo que no, no me pisen de muerto como lo han hecho vivo, porque me cuesta imaginar que si no se respeta a los vivos como respetaran a los muertos.

¿Cuánto vale tu madre?, ¿Cuánto vale tu madre?

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