viernes, noviembre 06, 2009

Opinión: “La letra chica”, por B. Bielsa


Por Bernardita Bielsa *

Dimitriu cuestiona al fin y al cabo la división de tareas heredadas, y la base sobre la que se han propuesto supuestamente los emprendimientos mineros. Y dice además que no acepta imposiciones, pero deja entrever que algunas cosas se podrían llegar a realizar pero no dice cuales.

¿Cuál es ese tipo de minería en escala acotada y para fines muy claros que se podría llevar adelante y al que hace referencia, y cuáles las bases sobre las que deberíamos empezar a trabajar?

Más allá de toda esta elucubración meramente abstracta, lo cierto es que Dimitriu dice al comienzo que NO debemos rechazar a toda a la minería aclarando que sería muy bueno y que deberíamos poder controlar la totalidad del ciclo de cada mineral o metal.
¿En qué quedamos? ¿Adonde se nos quiere llevar?

Además tal como él lo expresa:

¿Interesa realmente controlar la totalidad del ciclo ambiental, tecnológico, laboral, financiero, la renta y el destino de cada mineral o metal que se extraiga?

Pregunto: ¿Nos interesa?

Porque es claro que no es lo mismo decir NO a la minería que decir NO a la minería sin controles, ya que es obvio que ambas posiciones ponen de manifiesto intereses contrapuestos.

Este académico que se ha formado en Canadá, y vaya coincidencia muchas e importantes multinacionales mineras son canadienses, expuso como orador o panelista con anterioridad al 2003, y en varias ocasiones en la Comarca Andina del paralelo 42 y Esquel respectivamente. En la charla debate que fuera organizada el 11 de noviembre de 2002 en la que se habló sobre Globalización Vs economía comarcal - Caminos y opciones frente a la crisis, quien puso sobre el tapete el tema de la explotación minera en el noroeste del Chubut, no fue Dimitriu, quien hasta ese momento miraba de afuera y no había fijado posición al respecto.

En momentos que fuera presentada el proyecto de ley antientrega (Una propuesta demasiado preocupantes para los mineros) pidió textualmente: “Siempre me pareció que tenemos que ser pacientes, no esperar ni prometer nada, trabajar duro, tal vez hablar de horizontes de no menos de una década para empezar a ver, con suerte, cambios estructurales concretos (No el hambre y el trabajo, que no pueden esperar ni una hora), no confundir debate con riñas, etc. Mientras tanto, interpreto, mantengamos nuestro compromiso inclaudicable pero paciente con esa causa difusa pero legítima que tiene por finalidad frenar los embates de un sistema que percibe a América Latina como una simple proveedora de recursos naturales, ya que la mano de obra ya casi no le interesa, a costo casi cero”.

Hasta allí lo más importante de una extensa respuesta, y que como corresponde merecen también un análisis detenido.

¿Es la lucha antiminera una causa difusa?

Contra todos los pronósticos, Esquel se puso de pie a finales de 2002 porque dejó de ser prudente y dijo NO en forma contundente, no sólo porque se tuvieron ideas propias sino porque además no se dejó que nada ni nadie armara las agendas.

El agua llegaba el cuello.

¿Qué se tenía que hacer?

¿Esperar diez años para ser escuchados o para decir lo que se quería?

¿Esperar diez años para producir cambios?

Los que vimos parir Esquel sabemos que nunca, jamás se buscó confundir, y sí sentar prioridades. Esto fue lo que produjo el gran proceso de aprendizaje que requirió del clima justo para la revolución igual que en un invernadero.

Si hay algo que se hizo en Esquel fue tener juicio y prudencia porque se hicieron sentencias inapelables. Los diagnósticos que pudieron haber sido apresurados, fueron todos hechos a pulmón y a corazón abierto y sin ayuda económica de ningún tipo, pero con las que no hubo conque darles, y que han sentado toda la base filosófica de la lucha desde entonces.

Siempre me pareció que se ha sido demasiado paciente, no se esperó ni se prometió nada, se trabajó muy duro, y contrariamente a la visión de Dimitriu que habla de un “horizonte de no menos de una década para empezar a ver, con suerte, cambios estructurales concretos”, Esquel en su conjunto logró situarse en un espacio real, haciendo del 2001 al 2003 años históricos en patagonia y en la lucha contra la minería, poniendo en jaque a las multinacionales mineras.

El hito quedó marcado a fines del 2002 con la primer manifestación llevada a cabo en Buenos Aires un caluroso 27 de diciembre frente al Congreso (mostrada en los medios televisivos del país como una movilización de Greenpeace), los miles de vecinos de Esquel que llenaron las calles, la presentación del Recurso de Amparo que paró la actividad, innumerables actividades que aún hoy siguen siendo objeto de duras críticas entre los oficialistas y energúmenos de siempre, el pueblo que mantiene su decisión de no permitir avanzar a la minera con sus pretensiones, y fundamentalmente con la aprobación de las Ordenanzas prohibitivas del cianuro y de la minería a cielo abierto primero en Epuyén y luego en Lago Puelo y El Bolsón. Hecho no sólo novedoso para la región, sino para el mundo porque se lograban imponer serias restricciones a estas actividades por primera vez en el cono sur.

Y esto también muestra a las claras que Esquel por sí sola no hubiera podido llevar adelante semejante batalla. El oxígeno y las fuerzas llegadas desde la Comarca Andina del Paralelo 42 y desde las más remotas regiones del país y del mundo en solidaridad a un ciudad que decía que NO a las imposiciones de la famosa globalización y las reglas del mercado, fueron el detonante, porque la experiencia dice que lo que uno no puede hacer solo, lo logra entre varios.

Todos estos hechos provocaron un estallido entre los empresarios mineros y los gobiernos.

Fueron los propios mineros quienes tuvieron que salir a buscar nuevas estrategias.

“¿Quién defiende a la minería en Argentina?” es el título de una nota que apareció en una de sus revistas especializadas y donde debieron admitir públicamente que el 2003 fue “muy complicado” en especial entre otros acontecimientos porque en El Bolsón, El Hoyo y Lago Puelo fueron sancionadas “severísimas restricciones para la explotación minera ambiental”.

Y se vieron además en la necesidad de afinar la puntería, y de echar mano de quienes pudieran volver a influenciar sobre las decisiones de la gente.

Y después, como dice la canción. Vino el después.

El tema minero se transformó en la niña mimada.

Los bien conocidos líderes ambientales que al principio se preguntaban si esto era “para tanto”, se animaron a arengar a la gente movilizada, y apenas pudieron tomaron los micrófonos y se hicieron un lugarcito en el improvisado balcón presidencial ubicado en el centro mismo de las movilizaciones, de la plaza. No era cuestión de perder terreno.

Algunos se autoproclamaron referentes, aún cuando habían aseverado desde un principio que “la mina de Esquel era un hecho” y que había que prepararse para la audiencia pública.

Los vivillos que nunca faltan hicieron de esta utopía su propia fuente de trabajo y encontraron la manera de bajar fondos del norte gringo o de donde vinieran. No importaba si el dinero era enviado a través del Banco Mundial, el mismo que promueve la minería.

Otros, como era previsible, hicieron el heroico esfuerzo de controlar la insurrección.

Porque de eso se trata: De poner el termómetro, administrar medicinas y bajar la calentura de la gente, y quedarse sí a achicharrar sillas en algún local prestado, de figurar, y por supuesto esperar a ser invitados a participar de mesas de negociaciones.
O de cambiar de estampitas. Total, para el caso da lo mismo.

A esta altura de los acontecimientos y de las ambigüedades descriptas, cuando aparecen artículos escritos por analistas de la cuestión minera y referentes ambientales, tenemos que acostumbrarnos no sólo a leer la letra chica, sino ver quien está detrás, quien financia.

No seamos necios en reincidir.

A pesar del apuro y de las exigencias diarias, y las trampas del “no hay tiempo” o “hagamos cosas concretas”, no cuesta nada y nunca está demás como dicen los sabios maestros de los Haiku japoneses “entrenarse no sólo físicamente sino mentalmente”. Sino corremos el riesgo de que a manos de estos pretendidos intelectuales, líderes y paladines ambientales, subvencionados la mayoría de los casos desde el exterior con dinero transferido a cuentas bancarias personales, de que se nos use de pasamanos. De tragarnos un sapo.

(1) Año 3/38 - 23 al 30 de junio 2004 - Lago Puelo, Chubut

* DNI 13.057.402

3 Comentá esta nota:

Anónimo dijo...

¿Otra vez Bernarda Bielsa conspirando? ¿Para quien trabaja? Buscamos las palabras que cita de Dimitriu y solo aparece una entrevista muy clara publicada en el 2004 (http://orosucio.madryn.com/entrevistas/04_05_10.html).

Anónimo dijo...

Qué mala gente es esta Bernardita, siempre sembrando cizaña... ¿Por qué siguen publicándole sus artículos?

erdosain dijo...

¿A qué texto de Dimitriu concretamente se refiere esta mujer? No veo ninguna referencia o enlace a algún texto suyo en el artículo. No creo que debieran ustedes publicar este tipo de libelos difamatorios, basados tan solo en vagas frases sacadas de contexto, contra personas con reconocida trayectoria en las luchas sociales y ambientales. Esta señora haría mejor en dedicar su tiempo a otros menesteres más productivos (y constructivos), en vez de andar esparciendo su veneno de conventillo por los espacios virtuales.

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