Enviado por RENACE
Por Lic. Silvana Buján *
Todos recordarán la frase: "Dentro de poco llegaremos de Argentina a Japón en una hora volando en cohete por la estratósfera", pronunciada en 1996 en La Rioja por el ex presidente Menem ante un grupo de niños descalzos o en alpargatas, somnolientos por mal comidos con las patitas flacas que produce el hambre.
Formosa, Chaco y Corrientes tienen el triste privilegio de contar con los índices de mortalidad infantil más altos del país, según el Ministerio de Salud de la Nación. En estas provincias entre 15 y 23 chicos mueren cada mil nacimientos. El aumento de la tasa se atribuye a la mala administración de fondos públicos, que no son destinados a sanidad y a la falta de políticas sanitarias efectivas. Los objetivos del milenio se hallan cada vez más lejos.
“El niño tiene derecho a vivir y crecer en un ambiente apto para su desarrollo pleno, que le proporcione salud y bienestar. (…) el derecho mismo a la vida, depende, tanto en palabras como en espíritu, de un ambiente sano y seguro, así como de un desarrollo sustentable. En consecuencia, proteger el ambiente y a la vez proteger a la niñez son objetivos mutuamente inclusivos”, dice en su introducción el Atlas de Riesgo Ambiental de la niñez en la Argentina, que acaba de presentar la Defensoría del Pueblo de la Nación , y que se halla disponible en la web.
Allí se comprueba que Formosa se ubica en el “top” de la vulnerabilidad. En el mapa, el rojo oscuro sobre casi toda la provincia nos golpea y nos muestra que en Formosa se mueren más niños que en el resto de la Argentina. Lidera Formosa –cotejado con el Ministerio de Salud de la Nación- el listado de provincias con más mortalidad infantil.
El Atlas expone tres factores: contaminación industrial, contaminación por plaguicidas, y ausencia de servicios básicos de saneamiento. Formosa no se debe preocupar por los dos primeros: Ni tiene una densidad industrial que amenace su ambiente, ni tiene el uso de la tierra con agricultura industrial que refleje un riesgo excesivo.
¿Por qué figura en rojo en el mapa de la vulnerabilidad infantil? Porque analizando el saneamiento ambiental, Formosa es la última de la lista. El mapa nos muestra de manera palmaria que los niños en aquélla bella provincia se mueren más, porque no tienen acceso al agua potable ni disponen de saneamiento básico suficiente.
Ausencia de agua potable + ausencia de cloacas = niños muertos.
En ese contexto, ¿con qué autoridad moral hablar de instalar una central atómica? Si no se es capaz de gestionar el suministro de agua para beber a miles de compatriotas, o de canalizar y tratar adecuadamente sus excretas, ¿cómo, moralmente, podemos hablar de una central nuclear que requiere de atenciones y cuidados infinitamente más complejos que un caño con agua para beber?
Según el último informe de UNICEF, la mortalidad infantil en Argentina es todavía muy elevada, y se aconseja focalizar las políticas sanitarias en la atención de las madres y recién nacidos y mejorar la información sanitaria desde la escuela.
Argentina, en vez de tender caños de agua para salvar vidas, tiende los tentáculos del ciclo nuclear, que abandona a su suerte las minas de uranio, y que no sabe qué hacer con sus residuos.
Pobre paisito sudamericano. Los mapas de la vulnerabilidad infantil nos hunden en la vergüenza.
* silvanabujan@yahoo.com.ar
Periodista científico y de investigación. Miembro de BIOS Argentina – Red Nacional de Acción Ecologista - Coalición Ciudadana Antiincineración - GAIA. Premio Nacional de Periodismo 2007. Premio Latinoamericano y del Caribe del Agua 2009. Premio divulgación Científica UBA 2009. Martín Fierro 2000, 2001, 2002, 2005 y 2006. Faro de Oro 2005.
Por Lic. Silvana Buján *
Todos recordarán la frase: "Dentro de poco llegaremos de Argentina a Japón en una hora volando en cohete por la estratósfera", pronunciada en 1996 en La Rioja por el ex presidente Menem ante un grupo de niños descalzos o en alpargatas, somnolientos por mal comidos con las patitas flacas que produce el hambre.
Formosa, Chaco y Corrientes tienen el triste privilegio de contar con los índices de mortalidad infantil más altos del país, según el Ministerio de Salud de la Nación. En estas provincias entre 15 y 23 chicos mueren cada mil nacimientos. El aumento de la tasa se atribuye a la mala administración de fondos públicos, que no son destinados a sanidad y a la falta de políticas sanitarias efectivas. Los objetivos del milenio se hallan cada vez más lejos.
“El niño tiene derecho a vivir y crecer en un ambiente apto para su desarrollo pleno, que le proporcione salud y bienestar. (…) el derecho mismo a la vida, depende, tanto en palabras como en espíritu, de un ambiente sano y seguro, así como de un desarrollo sustentable. En consecuencia, proteger el ambiente y a la vez proteger a la niñez son objetivos mutuamente inclusivos”, dice en su introducción el Atlas de Riesgo Ambiental de la niñez en la Argentina, que acaba de presentar la Defensoría del Pueblo de la Nación , y que se halla disponible en la web.
Allí se comprueba que Formosa se ubica en el “top” de la vulnerabilidad. En el mapa, el rojo oscuro sobre casi toda la provincia nos golpea y nos muestra que en Formosa se mueren más niños que en el resto de la Argentina. Lidera Formosa –cotejado con el Ministerio de Salud de la Nación- el listado de provincias con más mortalidad infantil.
El Atlas expone tres factores: contaminación industrial, contaminación por plaguicidas, y ausencia de servicios básicos de saneamiento. Formosa no se debe preocupar por los dos primeros: Ni tiene una densidad industrial que amenace su ambiente, ni tiene el uso de la tierra con agricultura industrial que refleje un riesgo excesivo.
¿Por qué figura en rojo en el mapa de la vulnerabilidad infantil? Porque analizando el saneamiento ambiental, Formosa es la última de la lista. El mapa nos muestra de manera palmaria que los niños en aquélla bella provincia se mueren más, porque no tienen acceso al agua potable ni disponen de saneamiento básico suficiente.
Ausencia de agua potable + ausencia de cloacas = niños muertos.
En ese contexto, ¿con qué autoridad moral hablar de instalar una central atómica? Si no se es capaz de gestionar el suministro de agua para beber a miles de compatriotas, o de canalizar y tratar adecuadamente sus excretas, ¿cómo, moralmente, podemos hablar de una central nuclear que requiere de atenciones y cuidados infinitamente más complejos que un caño con agua para beber?
Según el último informe de UNICEF, la mortalidad infantil en Argentina es todavía muy elevada, y se aconseja focalizar las políticas sanitarias en la atención de las madres y recién nacidos y mejorar la información sanitaria desde la escuela.
Argentina, en vez de tender caños de agua para salvar vidas, tiende los tentáculos del ciclo nuclear, que abandona a su suerte las minas de uranio, y que no sabe qué hacer con sus residuos.
Pobre paisito sudamericano. Los mapas de la vulnerabilidad infantil nos hunden en la vergüenza.
* silvanabujan@yahoo.com.ar
Periodista científico y de investigación. Miembro de BIOS Argentina – Red Nacional de Acción Ecologista - Coalición Ciudadana Antiincineración - GAIA. Premio Nacional de Periodismo 2007. Premio Latinoamericano y del Caribe del Agua 2009. Premio divulgación Científica UBA 2009. Martín Fierro 2000, 2001, 2002, 2005 y 2006. Faro de Oro 2005.
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