Enviado por Familia Ventura
Fuente: El Ortiba
Analía Verónica es la hija de Eduardo Emilio Kalinec y decidió contar la historia de su padre. el doctor K está siendo juzgado en la causa Campo de Mayo, junto a otros represores.
Por Jimena Rosli
lesahumanidad@miradasalsur.com
Papi está preso”. El llamado la aturdió. Tenía a su hijo en brazos, a punto de amamantarlo. “Es por cuestiones políticas, culpa de este gobierno”, le dijo su madre. En vez de aclarar las cosas, la confundió más. Aquel 31 de agosto de 2005 Analía Verónica se fundió en un llanto largo y profundo. Es la hija de Eduardo Emilio Kalinec, alias Doctor K, uno de los diecisiete implicados en la causa de Campo de Mayo por la represión ilegal perpetuada durante la última dictadura militar. A su padre se lo juzga por intervenir en la custodia de los detenidos, en interrogatorios y en tormentos en tres centros clandestinos de detención: Atlético, Banco y El Olimpo. Oficial ayudante de la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal Argentina, Kalinec llegó a ser comisario, aunque siempre negó haber llegado a ese cargo en la fuerza.
Analía no cuenta su historia, la escupe. Escribió una carta abierta de cincuenta hojas. Después de mucho meditarlo, hoy decide hablar con Miradas al Sur. Lo hace firme y en ningún momento titubea. Su hijo más pequeño llora, demandando un poco de atención. Le tira de las polleras negras de bambula. “Éstas son las fotos de la época en que mi papá era represor”, muestra Analía. Una foto carnet blanco y negro muestra a un muchacho joven de cejas negras. De civil, con expresión seria. Algo sonriente.
Analía es docente. Trabaja como maestra recuperadora de chicos con dificultad en el aprendizaje. Su labor consiste en sacarlos del aula y nivelarlos, para luego incluirlos y posibilitar la integración. Defensora de la educación pública, paró semanas atrás contra el gobierno de Mauricio Macri. Dos de sus hermanas son policías. María de los Ángeles –Titi– se recibió de abogada en el Instituto Universitario de la Policía Federal y trabaja en un estudio de abogados policías. Alejandra es licenciada en Relaciones Internacionales, graduada en la misma institución.
“Fijáte cómo son las cosas: a las dos las metió mi viejo –se resigna Analía– y es como un clan. Yo quiero sacar a mis hijos de ahí”. La otra hermana, Claudia, cortó relación con la familia y nunca más se supo de ella. Paradojas de la vida, su marido estuvo exiliado durante la dictadura, dos de sus amigos aún están desaparecidos, y su suegro, el Doctor K, está involucrado en la causa.
Las visitas. Marcos Paz fue el primer destino de Eduardo Emilio Kalinec. Antes de terminar en Devoto, tuvo una estadía en el edificio del Cuerpo de Policía Montada. Fue el único que tuvo ese privilegio. Según Analía, porque tiene una memoria prodigiosa. Mejor bien cuidadito con tanta información. Los domingos eran los días de asado familiar en el quincho del lugar. No faltaba ni el aire acondicionado ni Lunero –el caballo que le habían asignado para que descanse– ni el vecino Christian Von Wernich. “Pobre cura, es muy buena persona”, decía su padre. Leer más
Fuente: El Ortiba
Analía Verónica es la hija de Eduardo Emilio Kalinec y decidió contar la historia de su padre. el doctor K está siendo juzgado en la causa Campo de Mayo, junto a otros represores.
Por Jimena Rosli
lesahumanidad@miradasalsur.com
Papi está preso”. El llamado la aturdió. Tenía a su hijo en brazos, a punto de amamantarlo. “Es por cuestiones políticas, culpa de este gobierno”, le dijo su madre. En vez de aclarar las cosas, la confundió más. Aquel 31 de agosto de 2005 Analía Verónica se fundió en un llanto largo y profundo. Es la hija de Eduardo Emilio Kalinec, alias Doctor K, uno de los diecisiete implicados en la causa de Campo de Mayo por la represión ilegal perpetuada durante la última dictadura militar. A su padre se lo juzga por intervenir en la custodia de los detenidos, en interrogatorios y en tormentos en tres centros clandestinos de detención: Atlético, Banco y El Olimpo. Oficial ayudante de la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal Argentina, Kalinec llegó a ser comisario, aunque siempre negó haber llegado a ese cargo en la fuerza.
Analía no cuenta su historia, la escupe. Escribió una carta abierta de cincuenta hojas. Después de mucho meditarlo, hoy decide hablar con Miradas al Sur. Lo hace firme y en ningún momento titubea. Su hijo más pequeño llora, demandando un poco de atención. Le tira de las polleras negras de bambula. “Éstas son las fotos de la época en que mi papá era represor”, muestra Analía. Una foto carnet blanco y negro muestra a un muchacho joven de cejas negras. De civil, con expresión seria. Algo sonriente.
Analía es docente. Trabaja como maestra recuperadora de chicos con dificultad en el aprendizaje. Su labor consiste en sacarlos del aula y nivelarlos, para luego incluirlos y posibilitar la integración. Defensora de la educación pública, paró semanas atrás contra el gobierno de Mauricio Macri. Dos de sus hermanas son policías. María de los Ángeles –Titi– se recibió de abogada en el Instituto Universitario de la Policía Federal y trabaja en un estudio de abogados policías. Alejandra es licenciada en Relaciones Internacionales, graduada en la misma institución.
“Fijáte cómo son las cosas: a las dos las metió mi viejo –se resigna Analía– y es como un clan. Yo quiero sacar a mis hijos de ahí”. La otra hermana, Claudia, cortó relación con la familia y nunca más se supo de ella. Paradojas de la vida, su marido estuvo exiliado durante la dictadura, dos de sus amigos aún están desaparecidos, y su suegro, el Doctor K, está involucrado en la causa.
Las visitas. Marcos Paz fue el primer destino de Eduardo Emilio Kalinec. Antes de terminar en Devoto, tuvo una estadía en el edificio del Cuerpo de Policía Montada. Fue el único que tuvo ese privilegio. Según Analía, porque tiene una memoria prodigiosa. Mejor bien cuidadito con tanta información. Los domingos eran los días de asado familiar en el quincho del lugar. No faltaba ni el aire acondicionado ni Lunero –el caballo que le habían asignado para que descanse– ni el vecino Christian Von Wernich. “Pobre cura, es muy buena persona”, decía su padre. Leer más
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