Enviado por Paz Escobar
Foto: Mónica Baeza
El Movimiento de Izquierda Revolucionaria desea, a través de este medio, manifestar su apoyo hacia la joven víctima de violación y su familia. Asimismo expresamos el total repudio, tanto a la jueza Verónica Robert, como a la Cámara de apelaciones- integrada por los jueces Julio Antonio Alexandre, Fernando Nahuelanca y Nélida Susana Melero- por violación de derechos y tortura psicológica, negándose a aplicar la ley en beneficio de las mujeres y niñas violadas, cuya salud y vida son las que están en juego. Legislación ganada gracias a la lucha cotidiana de miles de compañeras en todo el país.
La negativa a la posibilidad del aborto se convierte en una nueva violación que se repite día tras día, al quitarle a la víctima la posibilidad de elegir sobre su propio cuerpo. En una sociedad que se ofende ante la palabra aborto, pero cuyo sistema económico permite que miles de niños mueran de hambre cada día.
La mal llamada “justicia” desocupa una ruta cortada por trabajadores en horas, e inicia causas contra quienes luchan por mejorar su calidad de vida en minutos, mientras deja a un violador libre, y a su víctima sin respuesta. El poder judicial no sólo resulta ineficiente, es perverso.
Violador que además es policía, por ello goza de la impunidad que le da ser el brazo armado del estado, parte de la única institución que tiene la legitimidad social para ejercer la violencia.
Mientras tanto, El obispo Virginio Bressanelli habla del “derecho fundamental a la vida”. Sin embargo la iglesia olvidaba tal derecho mientras apoyaba, implícita o explícitamente, todos los genocidios perpetrados sobre este continente desde 1492.
Pero este tipo de medidas nos impulsa a seguir luchando por una sociedad en la que se respeten los derechos de todas/os y que solo con un cambio radical hara que haya justicia para los/as pobres y excluidos/as.
El Movimiento de Izquierda Revolucionaria desea, a través de este medio, manifestar su apoyo hacia la joven víctima de violación y su familia. Asimismo expresamos el total repudio, tanto a la jueza Verónica Robert, como a la Cámara de apelaciones- integrada por los jueces Julio Antonio Alexandre, Fernando Nahuelanca y Nélida Susana Melero- por violación de derechos y tortura psicológica, negándose a aplicar la ley en beneficio de las mujeres y niñas violadas, cuya salud y vida son las que están en juego. Legislación ganada gracias a la lucha cotidiana de miles de compañeras en todo el país.
La negativa a la posibilidad del aborto se convierte en una nueva violación que se repite día tras día, al quitarle a la víctima la posibilidad de elegir sobre su propio cuerpo. En una sociedad que se ofende ante la palabra aborto, pero cuyo sistema económico permite que miles de niños mueran de hambre cada día.
La mal llamada “justicia” desocupa una ruta cortada por trabajadores en horas, e inicia causas contra quienes luchan por mejorar su calidad de vida en minutos, mientras deja a un violador libre, y a su víctima sin respuesta. El poder judicial no sólo resulta ineficiente, es perverso.
Violador que además es policía, por ello goza de la impunidad que le da ser el brazo armado del estado, parte de la única institución que tiene la legitimidad social para ejercer la violencia.
Mientras tanto, El obispo Virginio Bressanelli habla del “derecho fundamental a la vida”. Sin embargo la iglesia olvidaba tal derecho mientras apoyaba, implícita o explícitamente, todos los genocidios perpetrados sobre este continente desde 1492.
Pero este tipo de medidas nos impulsa a seguir luchando por una sociedad en la que se respeten los derechos de todas/os y que solo con un cambio radical hara que haya justicia para los/as pobres y excluidos/as.
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