Por Edgardo Manosalva *
“La libertad es como la mañana, hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla”.
(Subcomandante Marcos, desde la Selva Lacandona)
“Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”.
(Constitución de la Nación Argentina, art. 19, primera parte)
Ciudad de Esquel, Provincia del Chubut, viernes 19 de marzo de 2010. Aproximadamente 12.20 P.M. Con la cabina atiborrada, la camioneta bajaba por la 9 de Julio, y al llegar a la esquina de la Terminal, dobló hacia la derecha, rumbo a la Avenida Alvear. No sé por qué, pero me llamó la atención al instante.
Cuando llegamos a su lado, vimos cómo le estaban violando su intimidad: uno de los efectivos se encargaba de la mochila y otro del bolso. Dos se quedaron parados, contemplando la minuciosidad con la que auscultaban sus compañeros el equipaje del infortunado transeúnte. Un quinto –el chofer- permaneció junto a la camioneta durante todo el procedimiento. Imagino que en su cabeza pensaron que nos movía el morbo, y que por eso nos quedábamos parados junto a ellos mirando la escena. No sabían que intentábamos controlar –con nuestra presencia- que no lo bardearan más todavía, ni que le hicieran ninguna cama. “Para servir a la comunidad”, leyó mi amiga en la puerta del conductor de la camioneta. Sí, justo, muy bueno tu servicio… A propósito, ¿los capacitarán desde la propia fuerza para violar la ley de esta manera, o serán arrebatos individuales?
No encontraron nada de lo que buscaban. Se fueron sin siquiera pedirle una mínima disculpa por el mal viaje que le hicieron comer. Antes que subieran a la camioneta, me acerqué a hablar con el pibe, quien pacientemente –puteando por lo bajo y todavía nervioso por lo que acababa de sufrir- volvía a armar la mochila y el bolso.
- Flaco, ¿te mostraron alguna orden judicial?
- No, lo que me extraña es que anden así, de civil…
“¡Puta!, eso sería lo de menos…”, pensé.
- Cualquier cosa, si querés hacer algo, nos tenés a nosotros como testigos de lo que te ocurrió…
- Sí, está bien, gracias.
- Nos vemos. Que estés bien.
Volví la cabeza como mirando hacia la estación del tren. Ya se habían ido.
Se habrán marchado cagándose de risa de la cara de susto de la víctima que eligieron esta vez, (“¡¡nada que ver con el anterior, jaaaaaaa!!”), buscando a quién joderle la vida ahora…
Me quedé pensando que cada vez me cae peor que la guita de los impuestos que pago se derroche en pagarle a tipos como estos, que cobrarán tres, cuatro, ¿cinco? lucas (mínimo) para hacer un “trabajo” tan indigno como pueril, sembrando el terror a ciudadanos que no molestan a nadie, mientras todos jugamos a que es tan normal y necesario el actuar de estos botones. Hasta que nos toca padecerlo a nosotros, a nuestros (tus) hijos, a nuestros (tus) hermanos, a nuestros (tus) sobrinos, a nuestros (tus) amigos y ahí sí, ponemos el grito en el cielo, pataleamos un ratito, y luego todo sigue como si nada…
En que llegará el momento en que nos demos cuenta que dos o tres policías violando la Constitución (¡nada menos!) buscando un par de porros o un papel de merca –tirando las pertenencias del afectado al suelo con ninguna delicadeza (y con la discreción que los caracteriza, claro: cuidando siempre de no hacer quedar mal a nadie –innecesariamente- delante del vecindario)-, no tiene un carajo que ver con la seguridad, sino todo lo contrario.
Y en que, como cada vez que los veo hurguetear ilegalmente en la intimidad de las personas con tanta fruición, impunidad y alevosía, estaría mejor que fuesen a canalizar su sadismo con terapia psicológica. Institucional, de ser posible.
* D.N.I. 24.584.759
Nota relacionada: “Como en ‘los viejos tiempos’: Gendarmería: controles intimidatorios en La portada de Esquel”
“La libertad es como la mañana, hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla”.
(Subcomandante Marcos, desde la Selva Lacandona)
“Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”.
(Constitución de la Nación Argentina, art. 19, primera parte)
Ciudad de Esquel, Provincia del Chubut, viernes 19 de marzo de 2010. Aproximadamente 12.20 P.M. Con la cabina atiborrada, la camioneta bajaba por la 9 de Julio, y al llegar a la esquina de la Terminal, dobló hacia la derecha, rumbo a la Avenida Alvear. No sé por qué, pero me llamó la atención al instante.
Rondando a menos de veinte por hora, como en las películas, buscando saciar una inconfesable sed de sangre, con un sigilo que ni los tiburones…
A pesar que la ley argentina es muy clara, en el sentido de que únicamente se puede requisar a alguien mediante orden judicial y/o en caso de flagrancia (cuando lo agarran a uno cometiendo un delito), -y esto es taxativo: no hay tu tía-, los muchachos tienen que hacer estadística, a como de lugar (si no agarran, al menos, perejiles, ¿cómo justifican el sueldo que les pagamos?). Con su “olfato” de costumbre, marcaron a la víctima y bajaron. Lo de siempre:
- Flaco, ¡abrinos la mochila y el bolso!
Cero resistencia por parte del pibe, quien en todo momento demostró una admirable tranquilidad a pesar del escarnio público al que lo someterían los federicos.
No me gustan las injusticias. Y esa claramente lo era. Por las dudas nos acercamos, junto con una amiga que venía viajando conmigo, a unos tres metros de él.
A pesar que la ley argentina es muy clara, en el sentido de que únicamente se puede requisar a alguien mediante orden judicial y/o en caso de flagrancia (cuando lo agarran a uno cometiendo un delito), -y esto es taxativo: no hay tu tía-, los muchachos tienen que hacer estadística, a como de lugar (si no agarran, al menos, perejiles, ¿cómo justifican el sueldo que les pagamos?). Con su “olfato” de costumbre, marcaron a la víctima y bajaron. Lo de siempre:
- Flaco, ¡abrinos la mochila y el bolso!
Cero resistencia por parte del pibe, quien en todo momento demostró una admirable tranquilidad a pesar del escarnio público al que lo someterían los federicos.
No me gustan las injusticias. Y esa claramente lo era. Por las dudas nos acercamos, junto con una amiga que venía viajando conmigo, a unos tres metros de él.
Cuando llegamos a su lado, vimos cómo le estaban violando su intimidad: uno de los efectivos se encargaba de la mochila y otro del bolso. Dos se quedaron parados, contemplando la minuciosidad con la que auscultaban sus compañeros el equipaje del infortunado transeúnte. Un quinto –el chofer- permaneció junto a la camioneta durante todo el procedimiento. Imagino que en su cabeza pensaron que nos movía el morbo, y que por eso nos quedábamos parados junto a ellos mirando la escena. No sabían que intentábamos controlar –con nuestra presencia- que no lo bardearan más todavía, ni que le hicieran ninguna cama. “Para servir a la comunidad”, leyó mi amiga en la puerta del conductor de la camioneta. Sí, justo, muy bueno tu servicio… A propósito, ¿los capacitarán desde la propia fuerza para violar la ley de esta manera, o serán arrebatos individuales?
No encontraron nada de lo que buscaban. Se fueron sin siquiera pedirle una mínima disculpa por el mal viaje que le hicieron comer. Antes que subieran a la camioneta, me acerqué a hablar con el pibe, quien pacientemente –puteando por lo bajo y todavía nervioso por lo que acababa de sufrir- volvía a armar la mochila y el bolso.
- Flaco, ¿te mostraron alguna orden judicial?
- No, lo que me extraña es que anden así, de civil…
“¡Puta!, eso sería lo de menos…”, pensé.
- Cualquier cosa, si querés hacer algo, nos tenés a nosotros como testigos de lo que te ocurrió…
- Sí, está bien, gracias.
- Nos vemos. Que estés bien.
Volví la cabeza como mirando hacia la estación del tren. Ya se habían ido.
Se habrán marchado cagándose de risa de la cara de susto de la víctima que eligieron esta vez, (“¡¡nada que ver con el anterior, jaaaaaaa!!”), buscando a quién joderle la vida ahora…
Me quedé pensando que cada vez me cae peor que la guita de los impuestos que pago se derroche en pagarle a tipos como estos, que cobrarán tres, cuatro, ¿cinco? lucas (mínimo) para hacer un “trabajo” tan indigno como pueril, sembrando el terror a ciudadanos que no molestan a nadie, mientras todos jugamos a que es tan normal y necesario el actuar de estos botones. Hasta que nos toca padecerlo a nosotros, a nuestros (tus) hijos, a nuestros (tus) hermanos, a nuestros (tus) sobrinos, a nuestros (tus) amigos y ahí sí, ponemos el grito en el cielo, pataleamos un ratito, y luego todo sigue como si nada…
En que llegará el momento en que nos demos cuenta que dos o tres policías violando la Constitución (¡nada menos!) buscando un par de porros o un papel de merca –tirando las pertenencias del afectado al suelo con ninguna delicadeza (y con la discreción que los caracteriza, claro: cuidando siempre de no hacer quedar mal a nadie –innecesariamente- delante del vecindario)-, no tiene un carajo que ver con la seguridad, sino todo lo contrario.
Y en que, como cada vez que los veo hurguetear ilegalmente en la intimidad de las personas con tanta fruición, impunidad y alevosía, estaría mejor que fuesen a canalizar su sadismo con terapia psicológica. Institucional, de ser posible.
* D.N.I. 24.584.759
Nota relacionada: “Como en ‘los viejos tiempos’: Gendarmería: controles intimidatorios en La portada de Esquel”
5 Comentá esta nota:
Edgardo: Me pareció excelente tu nota y, a la vez, cada vez que pasan estas cosas (a otros o a mí, ya que yo soy la persona que escribió la nota sobre los controles abusivos de gendarmería en La portada de Esquel) siento que en algún momento tenemos que explotar, tomar conciencia como sociedad, y poner un límite a estas personas que de servidores públicos no tienen ni la "s" y que creen que por portar uniformes pueden violar cualquier ley (además se aprovechan porque lamentablemente la mayoría de los ciudadanos no conoce correctamente sus derechos ni los límites que marca la ley a su accionar). Ese morbo y el sadismo del que hablás son los mismos que yo vi reflejados en los ojos de los gendarmes que revisaron todas nuestras pertenencias sin ninguna autorización, sólo porque no les gustó nuestra cara o nuestro humilde auto. Ojalá algún día entendamos, como vos bien indicás, que la seguridad no tiene nada que ver con lo que estos tipos hacen a diario y que si queremos vivir realmente en un país democrático tenemos que poner un freno a sus abusos. Agachar la cabeza, tenerles miedo, pensar que está bien lo que hacen, callarnos cuando nos pasan estas cosas o vemos que le pasan a otro, es un acto de cobardía. No volvamos al nefasto "no te metás", no temblemos si estos señores no miran torcido. Ellos son servidores públicos, están a nuestro servicio, no son nuestros verdugos. El día que entendamos eso y reclamemos que cumplan con su labor en lugar de jugar a los policías, a los gendarmes o a los soldaditos, empezaremos en vivir en país verdaderamente democrático y apegado a la ley.
Romina Ferraris
tengo 22 años y no voy mas a esquel, entre otras cosas, por que la ultima vez que fui a visitar a mi familia me perseguia un auto, me pararon a las 3 de la mañana de un martes, en plena nevada (mayo 2009) me revisaron TODO, a mi y a mi amigo, nos preguntaban si fumabamos porro, no nos dejaban verle las caras.
a los 3 dias me revisaron, tambien casi en la puerta de mi casa dos tipos que aparecieron, tambien de civil.
Mi hermano, casualmente, ayer me llama y me cuenta que los federales estan entrando a los bares a requisar a todo el mundo.
Visto y considerando todo esto, opte por irme, antes de lo previsto, cansado de andar paranoico, de ver el mismo auto pasar 10.000 veces al lado mio.
Asi operan
(y yo, a esquel no vuelvo mas)
¡Ese es el trato que les damos a los "amigos turistas"! ¡Qué falsedad! y ¡Qué vergüenza!
Hace tiempo que venimos viendo con desagrado que pasan estas cosas.
Esquel candidato a ser el lugar mas VIGILANTE de toda la Patagonia, lejos. Lo mas procupante es la ínfima capacidad de raciocinio de estos llamados "AGENTES DE LA LEY", son unos adoquines que si te tienen que reventar la cabeza por nada, lo hacen. Sobradas pruebas hay de eso ! ! ! Hay que tener cuidado, tomar conciencia y hacerles saber quienes son y que es lo que tienen que hacer.
Me parece que Esquel con su historia de pueblo fronterizo tiene una marcada presencia de las fuerzas armadas en general. Pero también creo que es un poco igual en toda la provincia, y en los pueblos más chicos (como era Esquel hace 20 o 30 años)en general a la gente LE GUSTA. Lo que pasa es que acá nos estamos juntando algunos con pensamientos más modernos, liberales, progresistas, o como sea, que queremos andar por la calle sin que nadie nos mire, cultivar marihuana en nuestras casas, y hacer demás cuestiones privadas SIN MOLESTAR A NADIE. Y claro... nos molesta que nos anden persiguiendo.
Pregunto, podríamos de algún modo, con una organización civil no armada, reemplazar a las fuerzas policiales en sus roles más importantes? y al ejército y gendarmería claro pero esto es más fácil porque no tienen roles importantes.
Publicar un comentario