
Enviado por Marta Sahores
Fuente: Crítica de la Argentina
Maristella Svampa es una de las pensadoras más agudas, prolíficas y provocadoras de la realidad argentina. Sin embargo, hace un año se llamó a silencio disgustada por el rumbo que tomó el debate político. Autora de una decena de ensayos, activista social y doctora en Sociología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Svampa regresa en esta entrevista para denunciar los motivos de su malestar: la exclusión de las opiniones que se resisten a encasillarse en la disputa entre kirchnerismo y antikirchnerismo. “Es tan ensordecedor el ruido, la vocinglería, que no se escucha”, acusa.
–¿Qué escenario político va a quedar después del kirchnerismo?
–El escenario político cambió en la Argentina y en América Latina. Si se analiza al kirchnerismo con perspectiva histórica, se observa que el gobierno de Néstor Kirchner tuvo la capacidad de amalgamar tendencias contradictorias, desde sectores de derecha que pregonaban el retorno al orden hasta grupos de centroizquierda que hablaban de una apertura de lo político. Por otro lado, el kirchnerismo mostró desde el principio una tendencia a la concentración del poder en todos los espacios. Fueron los dos rasgos más marcados. Ahora bien, ese sistema estalla en mil pedazos en 2008 con la crisis que confronta al Gobierno con los sectores agrarios. Y liquida su capital político y simbólico. Lo que viene después es otra cosa.
–¿Qué cambió en 2008?
–Se instala la lógica binaria. Un esquema que busca polarizar posiciones. No sólo lo hace el kirchnerismo sino también la oposición, que legitima un esquema binario que no permite comprender los matices. Y se agrava el año pasado con la discusión sobre la ley de medios. Yo creo que hay que desnudar esa lógica binaria. Detrás de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández no hay un gobierno nacional y popular que apunte a una redistribución del poder social, sino tendencias contradictorias. Y del lado de la derecha no hay un bloque monolítico que enuncie claramente un proyecto. Es una derecha muy fragmentada que incluyó sorpresas, como la emergencia de nuevos liderazgos. Me refiero por ejemplo a Julio Cobos, aunque es cierto que cuesta imaginarlo como un líder. Pero también Lilita Carrió, que protagonizó un pasaje espectacular desde la centroizquierda a la derecha conservadora. Ni que hablar de la revitalización de la UCR, que era un partido que creíamos muerto. Es el regreso de los muertos vivos a la política argentina. Desde la consigna “que se vayan todos” a la actual degradación institucional del debate en el Congreso, me parece que el panorama es para lamentar.
–¿Cuál es el efecto del esquema binario que adoptó la política argentina entre kirchnerismo y oposición?
–Produjo una simplificación que impide ver matices y que pareciera cerrar el paso a la construcción de terceras posiciones. Ahora bien, en las elecciones parlamentarias se abrieron dos escenarios. El Gobierno prefiere ver la realidad con un solo ojo; muchas veces también la oposición. Me refiero a la creencia de que por fuera del kirchnerismo sólo se puede construir una alternativa de derecha. En cambio, las elecciones también mostraron que se puede construir un espacio de centroizquierda por fuera del kirchnerismo. Lo mostró Pino Solanas y en menor medida Sabbatella. Habrá que ver cómo pueden aportar la constituyente de la CTA y los movimientos sociales que tienen una dinámica diferente de la partidaria. Pero se abrió un espacio. Dejó de ser un monopolio del kirchnerismo. El estallido del kirchnerismo en 2008 no sólo es favorable a la derecha sino también a una centroizquierda que había sido silenciada.
–Pero la forma como se plantea el debate político actualmente parece excluir la posibilidad de terceras posiciones.
–Porque hay un bloqueo sistemático, sobre todo en el Congreso y en los medios de comunicación, que silencia cualquier expresión diferente que apunte a romper el esquema binario. Y, la verdad, tampoco dan ganas de hablar. Yo hace un año que no escribo un artículo periodístico. Antes tenía el impulso de intervenir. Ahora escribo libros, doy charlas, hablo con diferentes actores de la vida política y social, pero no dan ganas de intervenir. Leé acá la nota completa
Fuente: Crítica de la Argentina
Maristella Svampa es una de las pensadoras más agudas, prolíficas y provocadoras de la realidad argentina. Sin embargo, hace un año se llamó a silencio disgustada por el rumbo que tomó el debate político. Autora de una decena de ensayos, activista social y doctora en Sociología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Svampa regresa en esta entrevista para denunciar los motivos de su malestar: la exclusión de las opiniones que se resisten a encasillarse en la disputa entre kirchnerismo y antikirchnerismo. “Es tan ensordecedor el ruido, la vocinglería, que no se escucha”, acusa.
–¿Qué escenario político va a quedar después del kirchnerismo?
–El escenario político cambió en la Argentina y en América Latina. Si se analiza al kirchnerismo con perspectiva histórica, se observa que el gobierno de Néstor Kirchner tuvo la capacidad de amalgamar tendencias contradictorias, desde sectores de derecha que pregonaban el retorno al orden hasta grupos de centroizquierda que hablaban de una apertura de lo político. Por otro lado, el kirchnerismo mostró desde el principio una tendencia a la concentración del poder en todos los espacios. Fueron los dos rasgos más marcados. Ahora bien, ese sistema estalla en mil pedazos en 2008 con la crisis que confronta al Gobierno con los sectores agrarios. Y liquida su capital político y simbólico. Lo que viene después es otra cosa.
–¿Qué cambió en 2008?
–Se instala la lógica binaria. Un esquema que busca polarizar posiciones. No sólo lo hace el kirchnerismo sino también la oposición, que legitima un esquema binario que no permite comprender los matices. Y se agrava el año pasado con la discusión sobre la ley de medios. Yo creo que hay que desnudar esa lógica binaria. Detrás de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández no hay un gobierno nacional y popular que apunte a una redistribución del poder social, sino tendencias contradictorias. Y del lado de la derecha no hay un bloque monolítico que enuncie claramente un proyecto. Es una derecha muy fragmentada que incluyó sorpresas, como la emergencia de nuevos liderazgos. Me refiero por ejemplo a Julio Cobos, aunque es cierto que cuesta imaginarlo como un líder. Pero también Lilita Carrió, que protagonizó un pasaje espectacular desde la centroizquierda a la derecha conservadora. Ni que hablar de la revitalización de la UCR, que era un partido que creíamos muerto. Es el regreso de los muertos vivos a la política argentina. Desde la consigna “que se vayan todos” a la actual degradación institucional del debate en el Congreso, me parece que el panorama es para lamentar.
–¿Cuál es el efecto del esquema binario que adoptó la política argentina entre kirchnerismo y oposición?
–Produjo una simplificación que impide ver matices y que pareciera cerrar el paso a la construcción de terceras posiciones. Ahora bien, en las elecciones parlamentarias se abrieron dos escenarios. El Gobierno prefiere ver la realidad con un solo ojo; muchas veces también la oposición. Me refiero a la creencia de que por fuera del kirchnerismo sólo se puede construir una alternativa de derecha. En cambio, las elecciones también mostraron que se puede construir un espacio de centroizquierda por fuera del kirchnerismo. Lo mostró Pino Solanas y en menor medida Sabbatella. Habrá que ver cómo pueden aportar la constituyente de la CTA y los movimientos sociales que tienen una dinámica diferente de la partidaria. Pero se abrió un espacio. Dejó de ser un monopolio del kirchnerismo. El estallido del kirchnerismo en 2008 no sólo es favorable a la derecha sino también a una centroizquierda que había sido silenciada.
–Pero la forma como se plantea el debate político actualmente parece excluir la posibilidad de terceras posiciones.
–Porque hay un bloqueo sistemático, sobre todo en el Congreso y en los medios de comunicación, que silencia cualquier expresión diferente que apunte a romper el esquema binario. Y, la verdad, tampoco dan ganas de hablar. Yo hace un año que no escribo un artículo periodístico. Antes tenía el impulso de intervenir. Ahora escribo libros, doy charlas, hablo con diferentes actores de la vida política y social, pero no dan ganas de intervenir. Leé acá la nota completa




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