jueves, junio 24, 2010

Opinión: “¿Por qué no avanza la investigación penal sobre las Tres A?”, por Juan Gasparini

Por Juan Gasparini *

El sumario judicial contra la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) se encuentra paralizado porque el juez a cargo de las diligencias, Norberto Oyarbide, no investiga a toda la galaxia de grupos paramilitares escudados en dicha sigla, autores de atentados y homicidios a partir de noviembre de 1973, que socavaran la democracia, favoreciendo el golpe militar del 24 de marzo de 1976, cobrándose alrededor de 2000 víctimas.

Oyarbide fracasó en 2008 que España extraditara a la ex-presidenta, María Estela Martínez de Perón, alias Isabel, quien reside libremente en ese país, donde uno de sus ex abogados, Carlos Antonio Bautista Bettini, es el actual embajador de Argentina. A Isabel se le atribuye haber protegido al líder espiritual, ideológico y político de la Triple A, el superministro José López Rega, fallecido privado de su libertad en Buenos Aires, sin condena, el 9 de junio de 1989.

El fracaso de Oyarbide se profundiza quizá por haberse limitado a perseguir exclusivamente a ciertos colaboradores del Brujo López Rega, tres de ellos muertos también impunes pero en detención preventiva (Rodolfo Eduardo Almirón, Juan Ramón Morales y Felipe Romeo), quedando aún vivo Miguel Ángel Rovira, aguardando sentencia.

El fracaso de Oyarbide se hace flagrante por su negativa a seguir la pista del dinero, y recuperar la fortuna de López Rega, heredada por su última compañera sentimental, María Elena Cisneros, quien disfruta del botín en Paraguay, cuya localización, fotografías y datos financieros fueron revelados en mi libro, La fuga del Brujo Historia criminal de José López Rega, publicado en 2005, que se puede consultar en mi portal de internet www.juangasparini.com

En ese libro se exponen las pruebas documentales y testimoniales y los organigramas que vinculan a los integrantes de las diferentes estructuras de las Tres A. Esa información incrimina a las patotas del Ministerio de Bienestar Social (MBS) y de la Policía Federal (PFA), a la banda de Aníbal Gordon organizada en la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE), y a las hordas de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), manejadas por el difunto sindicalista Lorenzo Miguel, junto a los extremistas de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), que operaban en La Plata, Provincia de Buenos Aires, Formosa, Chaco y Córdoba.

El libro le consagra un capítulo a las estrechas relaciones entre las Fuerzas Armadas y las Tres A. Aporta indicios sobre el presunto conocimiento que tal vez tuvo el abogado Julio González de las actividades terroristas imputadas a Isabel y López Rega, a los cuales sirvió en el ejercicio del poder del Estado desde puestos de alta responsabilidad institucional, y desnuda algún supuesto grado de participación de Jorge Lannot, empleado parlamentario, en el primer atentado de las Tres A, perpetrado el 21 de noviembre de 1973 contra el senador Hipólito Solari Yrigoyen, quien salió gravemente herido de la explosión de su automóvil.

Iniciada en 1975, reactivada en 2007 tras la anulación de las leyes de amnistía y la ratificación de la Convención sobre los Crímenes de Lesa Humanidad por el gobierno del entonces Presidente Néstor Kirchner, la causa registra unos 600 casos. Queda así demostrado el carácter masivo y sistemático, y por ende imprescriptible, de los delitos cometidos por las Tres A. Esos hechos han motivado una película magnífica, El secreto de sus ojos, dirigida por Juan José Campanella, premiada y vista por millones de espectadores, alertando sobre el riesgo que los familiares de la víctimas podrían salir a hacer justicia por mano propia para reparar el daño sufrido, ante la defección de los tribunales.

* Desde Ginebra, Suiza

"No aprendimos un carajo", Ricardo Darín.

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