lunes, agosto 30, 2010

Carrasco: "Con mi trabajo sobre el glifosato contribuí a un debate que debieron liderar otros"

Enviado por Gustavo Macayo
Por Luis Emilio Blanco / Diario La Capital

San Jorge.— El estudio de Andrés Carrasco, profesor de embriología, investigador principal del Conicet y director del Laboratorio de Embriología Molecular que versa sobre el efecto letal del glifosato en embriones, fue publicado por la revista especializada estadounidense Chemical Research in Toxicology (Investigación Química en Toxicología). Esa difusión le otorga verosimilitud y reconocimiento en el ámbito científico internacional y refuta los argumentos de los defensores del modelo agroeconómico instalado en Argentina, que cuestionaron los resultados de su investigación. Ahora, con sus resultados en al mano, dice: “Lo mío fue una contribución a un debate que no lideraron quienes debieron hacerlo”.

Según su trabajo, el glifosato produce malformaciones neuronales, intestinales y cardíacas en embriones, aun en dosis mucho más bajas que las utilizadas en la agricultura. “Lo que sucede en la Argentina es casi un experimento masivo porque en ningún lugar del mundo hay tantas plantaciones concentradas de soja como en el país”, dejo este investigador, y aclaró que si su trabajo no concuerda con las recomendaciones de la Secretaría de Agricultura “es un claro problema de esta dependencia”, que clasifica al glifosato como de baja toxicidad. “Todo lo contrario de lo que afirman estudios diversos, que confirman la alteración de mecanismos celulares y, sobre todo, contrario a lo que padecen familias de decenas de provincias”, argumentó.

Por inmiscuirse en el centro de un modelo que se difundió a partir de los 90 desde La Pampa hasta las provincias del norte del país y que, con el acompañamiento de una política agroexportadora favorable terminó con la crisis que afectaba a los productores agropecuarios y los volvió a una etapa de esplendor, el científico pagó las consecuencias. Una campaña de desprestigio, amenazas, presiones políticas y hasta agresiones físicas pasaron a formar parte de su vida.

Con determinación por difundir su descubrimiento recorre el país para explicar los motivos que despertaron su interés y cómo fue la investigación. Sus resultados dispararon una de las señales de alerta más importantes en la Argentina, desde la instauración del monocultivo de soja genéticamente modificada. En una extensa charla con La Capital, reflexionó sobre su trabajo, el papel de los organismos de investigación y su mimetización con intereses extracientíficos.

—¿Cómo explica el resultado de sus estudios sobre un producto que desde diversos ámbitos se promueve?


—En realidad exponemos en justa medida lo que hicimos en el laboratorio. Esto es nada más que un aporte desde la ciencia. A algunos les molesta que demos malas noticias pero no creo que nuestros experimentos sean el elemento fundamental en toda esta discusión. En realidad, gatillamos algo que estaba contenido, que mucha gente observaba pero no se podía sistematizar. Nota completa

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