jueves, agosto 05, 2010

Tierra defendida: El Movimiento Campesino de Santiago del Estero cumplió dos décadas

Por Darío Aranda para Página/12

Pionera en denunciar el modelo de agronegocios, la organización campesina cumple dos décadas de existencia. Agrupa a unas 9 mil familias rurales y encara proyectos productivos, radios comunitarias, escuelas y la apuesta por otro modelo agrario.

En la historia de Santiago del Estero está presente el saqueo de recursos naturales y la explotación de trabajadores rurales. Durante la primera mitad del siglo XX fue La Forestal, compañía inglesa que arrasó con los quebrachales y mantuvo condiciones laborales de semiesclavitud. Sobrevinieron las estancias con trabajo a destajo, el juarismo (régimen de gobierno que se mantuvo casi medio siglo) y el avance de los empresarios sojeros. Las familias campesinas pagaron con represión, pobreza y desalojos violentos. “Dijimos basta y nos organizamos. Ya no tenemos miedo, nadie nos pasa por arriba, nadie nos corre ni nos hace callar, ya no nos desalojan”, habla fuerte doña Mirta Quiroga, cincuenta años, orgullosa de ser parte del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-Vía Campesina), que reúne a 9 mil familias rurales, la base de la pirámide rural. Hoy se cumplen veinte años de la conformación del Mocase, organización que marcó un antes y después en la lucha por la tierra en la Argentina.

Con esporádicos antecedentes de desalojos en la década del ’60 y del ’70, a mediados de los ’80 sobrevino una sistemática oleada de despojos de tierras a familias rurales. La resistencia comenzó con apoyo de ONG, personas vinculadas con la Iglesia Católica y comunidades de base, que gestaron un proceso organizativo en distintas regiones de la provincia. A finales de la década comenzó a tomar fuerza la idea de una organización a nivel provincial. El 4 de agosto de 1990, en la localidad de Quimilí, se oficializó la conformación del Mocase. Zenón “Chuca” Ledesma, de la localidad de Los Juríes, fue elegido primer presidente.

Los hombres y mujeres del Mocase explican que las raíces de la organización hay que buscarlas en el rechazo a ser peón rural, generalmente maltratado, siempre mal pago; intentar vivir de lo que produce con sus manos, la memoria del sometimiento de los hacheros, la formación anarquista de los ferroviarios de principios del siglo pasado, los pueblos originarios y sus luchas. “La dignidad, sentimiento de libertad, de la necesidad de vincularse con otros y de que no puede ser que unos nos dominen a otros. Había un rastro latente que los dominadores no habían asesinado del todo. De ahí se explica el esquema de poder del Mocase, que no acepta una estructura piramidal”, precisa Angel Strapazzón, integrante del Mocase-VC.

La defensa de la tierra fue el eje central del Mocase. A los continuos intentos de desalojos las comunidades respondían con organización, resistencia e incluso retomas de campos. El 12 de octubre de 1998, cuando comenzaba a crecer el monocultivo de soja más allá de la pampa húmeda, tractores y topadoras avanzaron sobre parcelas campesinas en el paraje La Simona, derribaron árboles y estuvieron cerca de atropellar a las familias. Otras familias de la organización se movilizaron hasta el lugar y montaron una carpa negra que sirvió de espacio de reunión y visibilización del conflicto. El caso tuvo repercusión nacional, el Mocase comenzó a ganar notoriedad y fue un hito en su historia, una prueba de que junto podían conservar sus tierras y forma de vida ancestral. Nota completa

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