lunes, septiembre 27, 2010

Opinión: “La verdad no existe”, por Corina Milán

Por Corina Inés Milán *

El tema de la policía infantil generó una polémica que tuvo más escándalo, exageraciones, chicanas politiqueras, suspicacias hirientes, vestiduras rasgadas y victimizaciones inoportunas que debate sobre los hechos específicos que dieron origen a la situación.

Muchos nos quedamos con ganas de escuchar las razones que tuvo el subsecretario de DDHH de la provincia para intervenir en el tema, o las opiniones de algún experto en derechos de la infancia, o un psicólogo infantil, o de algún psicopedagogo, o un filósofo, o un sociólogo, o un asistente social, para que se expidieran sobre la pertinencia y/o adecuación de los conceptos y la metodología de la actividad que se realizaba en el proyecto de la Policía infantil. Pero no hubo nada de eso en la mayoría de los medios que tomaron el caso.

Los medios nacionales que levantaron la noticia la mostraron con el estilo sensacionalista y vertiginoso con el que tratan casi todo; mientras los medios locales más conservadores se focalizaron en “la campaña antiesquelense” de los anteriores y deslizaron de maneras más o menos directas sus acusaciones de colaboracionismo a los medios locales alternativos que “abren la PUERTA a los enemigos del pueblo”.

Entretanto, los políticos provinciales y municipales dieron mucha letra (el gobernador y cierto concejal indignado, por ejemplo, aprovecharon la ocasión para zanjar diferencias personales que nada tenían que ver con la cuestión en sí) y sumaron sus leños a la hoguera de confusión. Por supuesto que los vecinos involucrados con la policía infantil, o cercanos al padre Mari, y muchos otros que consumieron la sopa de dichos mediáticos hicieron sus aportes tomando posición a favor o en contra en este partido con cancha embarrada.

Ahora bien, después de todo esto, ¿alguien se acuerda de qué estábamos hablando? ¿qué pasó con la Policía infantil? ¿cómo se llegó a este punto? Propongo que desbrocemos ciertos argumentos que se escucharon recurrentemente por estos días, para pensar algunas de las muchas implicancias que tiene este tema y que no se han planteado en el debate público.

ARGUMENTO 1: “LA BUENA INTENCIÓN DEL PADRE MARI”

Argumento que, dando por válidos todos los gestos de apoyo de las personas que lo conocen y de las familias que formaban parte del proyecto de Policía infantil, se puede conceder sin reparos. Sin embargo, no resulta pertinente abrir juicios de intención sobre el sacerdote que gestó el proyecto y tampoco alcanza para dar cuenta de una acción pedagógica cuestionable. Todas las personas cometemos desaciertos constantemente que –en muchos casos- no se condicen con una intención perniciosa; pese a eso, debemos hacernos cargo de las consecuencias que dichos actos nos acarrean.

Podemos admitir que el padre Mari ha obrado con profunda convicción de hacer el bien, según sus valores. Lo que deberíamos debatir es el sentido de la actividad educativa que realiza según esos valores; debatir en términos ideológicos, legales, psicológicos, como se suele evaluar cualquier acto de educación pública que involucra a menores.
ARGUMENTO 2: “LOS PADRES AVALARON Y PERMITIERON, CONTENTOS, QUE SUS HIJOS REALICEN ESTA ACTIVIDAD”

Ante este punto resulta preciso diferenciar la educación que imparte la familia, según su idiosincrasia y sistema de valores, de las acciones educativas públicas que deberían regirse por el sistema de valores consensuado y legitimado por el conjunto de la sociedad. Dado que vivimos en democracia, en tiempos de paz y libertad (al menos, en términos ideales-formales), los educadores debemos promover prácticas que favorezcan esos conceptos. En las últimas décadas, los gestos y la disciplina marcial han sido dejados de lado para educar a niños y adolescentes. Se tiende a valorar la pluralidad y las diferencias individuales más que la homogeneidad que uniforma. Se procura respetar el proceso de maduración cognitiva y afectiva de los niños para ofrecerles actividades o plantearles conceptos; por ejemplo, se habla de “orientación vocacional” cuando terminan el secundario, dado que cuentan con más herramientas intelectuales para “elegir” una carrera u oficio, no se “inculcan vocaciones” haciendo que los niños imiten prácticas de profesionales adultos (mucho menos si esas profesiones tienen que ver con fuerzas armadas).

Puesto en forma sencilla: en el seno de su hogar, una madre puede decidir que su hijo utilice juguetes bélicos o se ponga un chaleco antibalas del papá policía; pero si esa misma madre trabaja en una acción educativa pública escolar o extra-escolar, como en este caso, NO PUEDE ofrecerle esos elementos para jugar a ningún menor. Se podrían enumerar gran cantidad de argumentos éticos, legales y psicológicos para explicar esa imposibilidad, bastaría con recurrir a los profesionales idóneos para cotejarlo.

ARGUMENTO 3: “LA POLICÍA INFANTIL ES UN PROYECTO SIMILAR AL DE LA GENDARMERÍA INFANTIL (QUE SE LLEVA ADELANTE DESDE HACE MUCHO TIEMPO EN ESQUEL)”

Los dichos expresados en el punto anterior valen tanto para la Policía Infantil como para la Gendarmería Infantil y/o para cualquier actividad destinada a menores que se desarrolle en Esquel, o en otro punto del país. En todo caso, será un buen momento para conocer y debatir qué actividades se implementan en ese grupo también.

Además, siempre son buenas las propuestas recreativas o educativas que brinden amor y contención a los chicos y se pueden gestar desde diferentes lugares de la sociedad, incluidas las instituciones como Gendarmería o Policía. Lo que sería interesante pensar es si estos grupos infantiles-juveniles deberían llevar el mismo nombre o incurrir en prácticas parecidas a las de dichas fuerzas armadas. Tanto la Gendarmería como la Policía tienen otros fines sociales (en muchos casos vinculados a la represión), así como una disciplina y una tradición específicas, completamente alejadas de los conceptos que se manejan para la formación democrática de los menores.

Por otra parte, el nivel educativo de los agentes de la institución policial puede cuestionarse por los escasos requerimientos de formación, ¿por qué se pone tanto empeño en instruir a niños cuando a los adultos que forman la fuerza no se les exige ni siquiera el secundario completo?

ARGUMENTO 4: “LA CAMPAÑA DE TERGIVERSACIÓN DE LOS MEDIOS NACIONALES”: “NOS TIENEN ACOSTUMBRADOS A MAGNIFICAR”;”CADA UNO ES DUEÑO DE ELEGIR EL MEDIO NACIONAL QUE MIRA, O INCLUSO EL MEDIO LOCAL…”

Esta postura incurre en una forma de victimización que corre completamente el eje del debate de su punto justo y habilita reacciones defensivas contra los “otros”, vistos como peligrosos. Esto no favorece ni la comprensión del problema, ni la convivencia social respetuosa.

Pese a que podemos coincidir en que los medios de Buenos Aires le dieron un dramatismo exagerado a la noticia y la amplificaron por repetición (apelando al sensacionalismo que utilizan en general y no sólo con este caso), no se tuvo en cuenta que los sucesos ameritaban la observación crítica para quienes no ven como “normales y naturales” las prácticas militaristas en niños. No era necesario pertenecer a un gran medio de comunicación para inquietarse, a muchos ciudadanos comunes de esta ciudad también nos preocupó lo que vimos, pero quedamos invisibilizados porque tuvieron más espacio en los medios locales tradicionales –los más vistos y escuchados de la ciudad- las voces de los defensores de la policía infantil.

Por otra parte, se equiparó el tratamiento que TN le dio a esta noticia con el que le dedicó a la caída del puente sobre el Arroyo Seco; sin embargo, hay una diferencia sustantiva: en aquella oportunidad, el periodista mostraba un chorro de agua y describía un cataclismo; en este caso, las imágenes que se difundieron fueron levantadas del sitio web que tenía el proyecto de la Policía infantil. Esos videos fueron filmados por el propio padre Mari o sus allegados, no eran un montaje artificial, y lo que se ve en ellos –insisto- debe ser analizado y debatido superando las subestimaciones ingenuas.

Un punto en el que resulta indispensable detenerse es que el contenido de las imágenes puede ser interpretado de múltiples formas: para quienes comulgan con la ideología (los valores, las prácticas, la visión de mundo) del padre Mari, esos desfiles son motivo de felicidad y orgullo; mientras que para quienes difieren o reprueban (al menos parcialmente) dicha ideología, los mismos hechos pueden resultar “incorrectos”, “desafortunados”, “inadecuados para la formación de niños en tiempos de paz y democracia”.

Plantear que son “malos” los que interpelan o critican la propia postura pone en evidencia el mecanismo reaccionario del sujeto o grupo (y eso también tiene que ver con la ideología de ese sujeto o ese grupo): la diferencia es percibida como un atentado a la integridad y se ve como necesario “ponerle chalecos al corazón para defenderse de las injusticias” (como versaba uno de los carteles que se vieron en la marcha de las familias de la Policía infantil para apoyar al sacerdote).

Una reflexión final

¿Por qué tanto miedo al debate? ¿Por qué se debate tan superficial y belicosamente?

Quizás nos sirvan las palabras del sabio José Saramago: “la verdad no existe. Hay verdades parciales. Ahora mismo la idea que cada uno de nosotros tiene de lo que sea la verdad, seguro que no es coincidente (…) a mí me interesa entender tu verdad porque sirve a mis intereses, y si algo viene a contrariar mis intereses, yo digo que eso es mentira, o que eso es falso(…) hay una pregunta que no nos planteamos nunca y, como no nos la planteamos, tampoco le damos una respuesta; y es ésta: ¿por qué pienso yo como pienso? ¿por qué uno piensa? Y si somos lo que pensamos tenemos una acción en el mundo. (…) Y ahí vamos a caer en algo que todo el mundo está diciendo que está muerto, que es la ideología.”(Saramago, Conversaciones con J. Halperín, Capital intelectual, Buenos Aires, 2003.)

Si nuestra forma de pensar o visión del mundo está condicionada por la ideología y entendemos que en una sociedad tenemos que convivir sujetos e instituciones de diversas ideologías, resulta imperioso comunicarnos respetuosamente. No es cuestión de tolerar, sino de tratar de comprender, de razonar en profundidad interactuando con otros diferentes para que nuestras ideas compulsen, se depuren y permitan arribar a miradas más complejas y más justas de los problemas.

Celebremos que haya gente que abra puertas para ver y pensar las cosas que los guardianes de las tradiciones inamovibles quieren mantener bajo llave. Por eso, toda mi gratitud y respeto por este medio que le hace honor a su nombre y a la comunicación plural.

* D.N.I. 24.021.935

Nota relacionada: Chicos uniformados: un capellán chubutense coordina un grupo de “policía infantil” en Esquel

1 Comentá esta nota:

Unknown dijo...

Luis E. Orgeira
DNI 16.495.304

"Policia infantil"
En referencia a los hechos de los grupos juveniles militarizados, es interesante ver el film La ola (Die Welle). En el mismo se puede ver que es lo que sucede con una experiencia de adoctrinamiento juvenil que se le escapa de las manos en el término de solamente un mes al profesor que la lleva adelante. Invita a reflexionar.

Die Welle
2008. Alemania. 108 min.

Dirección: Dennis Gansel

Guión: Dennis Gansel y Peter Thorwart; basado en el relato corto de William Ron Jones y en la obra de Johnny Dawkins y Ron Birnbach.

Producción: Christian Becker, Nina Maag y David Groenewold.

Música: Heiko Maile.

Fotografía: Torsten Breuer.

Montaje: Ueli Christen.

Interpretación: Jürgen Vogel (Rainer Wenger), Frederick Lau (Tim), Max Riemelt (Marco), Jennifer Ulrich (Karo), Christiane Paul (Anke Wenger), Elyas M'Barek (Sinan), Cristina Do Rego (Lisa), Jacob Matschenz (Dennis), Maximilian Mauff (Kevin), Ferdinand Schmidt-Modrow (Ferdi)

Sinopsis: Alemania hoy: cómo organizar una férrea tiranía en una semana. La trama gira alrededor de Rainer Wenger, un carismático profesor de instituto que ansiaba dirigir un proyecto educativo en torno a la anarquía; un profesor se le ha adelantado, y debe conformarse con abordar en su clase la autocracia. Relacionándolo con el surgimiento de dictaduras, el fascismo y el nazismo, Wenger articula unas sesiones muy prácticas, en que presenta los elementos que explican su atractivo: espíritu de grupo, ideales comunes, ayuda mutua, uniformes y parafernalia exterior...

Comienza así un experimento que acabará con resultados trágicos. En apenas unos días, lo que comienza con una serie de ideas inocuas como la disciplina y el sentimiento de comunidad se va convirtiendo en un movimiento real: «La Ola». Los jóvenes se entusiasman, mejoran notablemente en autoestima e iniciativa, superan sus diferencias raciales y sociales, se implican en el diseño de lemas y logos, y hasta adoptan un uniforme común, compuesto por pantalón vaquero azul y camisa blanca. Las críticas de varias alumnas al experimento —cuestionado también por otros profesores y por grupos anarquistas— llevan la situación mucho más allá de lo que nadie había imaginado. Al tercer día, los alumnos comienzan a aislarse y amenazarse entre sí. Cuando el conflicto finalmente rompe en violencia, el profesor decide no seguir con el experimento, pero para entonces es demasiado tarde, «La Ola» se ha descontrolado...

Premios: La ola ha concursado en el Festival de Sundance, en los Premios del Cine Europeo 2008, tiene dos premios y dos nominaciones de los Premios Alemanes de Cinematografía y estuvo nominada al tráiler extranjero más original en los Golden Trailer Awards.

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