jueves, noviembre 04, 2010

Opinión: “En Comodoro, la tierra es de los vivos”

Daniel Eduardo Matyas *

Histórica y paradójicamente la tierra fue un problema para Comodoro Rivadavia.
Grandes extensiones forman el ejido urbano más extenso de la provincia. La actividad petrolera utilizó, contaminó y abandonó muchos kilómetros de terrenos que hubieran sido, o son, aptos para que muchas personas puedan asentar sus viviendas, o para que la trabajen y cosechen los frutos que generosamente nos brinda.

Esta tierra, que desde sus entrañas nos entrega su negra riqueza para que algunos llenen sus avaros bolsillos, es también la necesaria para que echemos raíces. Es aquí donde tenemos nuestra familia, nuestros amigos, nuestro trabajo, y donde también tenemos nuestros muertos. Es en la tierra donde ellos descansan y nosotros descansaremos, ¿en paz?

Nuestros muertos no pueden descansar en paz en Comodoro Rivadavia.
La paz de su descanso tiene plazo de vencimiento. Está garantizada por un tiempo determinado, cuya mayor o menor duración depende del poder adquisitivo de sus deudos.

Es que la Resolución Municipal 222/44 establece distintas secciones en el cementerio:
Si se es propietario de un panteón o bóveda, los muertos descansarán en paz por 99 años, y probablemente sus deudos no los sobrevivan para el momento en que la paz del descanso termine.

Si se arrendó un Nicho común, la paz del descanso podrá durar entre 5 a 25 años, y será interrumpida para que los restos sean trasladados a nichos para restos reducidos o a la fosa común.

Si se arrendó tierra y se tiene un permiso de ocupación, la paz podrá durar 5 años, renovarse por 5 años más, y sólo excepcionalmente, y si hay tierra disponible, otros 5 años. 15 años de paz en total en el mejor de los casos.

Si se trata de una sepultura en tierra a título gratuito, que sólo pueden ser acordadas para cadáveres provenientes de hospitales y otras reparticiones públicas y a los pobres de solemnidad (cuya condición se acredite suficientemente), la paz del descanso durará 5 años, a menos que se pague – será que los deudos han tenido mejor suerte económica que la de su ser querido - la renovación del arrendamiento por 5 años más.

Vencidos los plazos para que nuestros muertos descansen en paz, el destino de sus restos y el derecho de quienes los sobrevivimos a honrarlos y recordarlos conforme nuestras creencias, dependerá de que leamos el diario (precisamente el aviso) durante los 8 días que el municipio publica la intimación de renovar la locación en los casos autorizados, o a reducir, o remover el cadáver en los demás, bajo apercibimiento de ser arrojados a la “Fosa Común”.

Es llamativo que la misma resolución que permite al municipio autorizar a un capellán católico para la atención de la capilla del cementerio y para prestar gratuitamente servicios religiosos que pidan los deudos de los fallecidos, regule de manera tan irrespetuosa el tratamiento de los restos humanos.
La reglamentación atropella bárbaramente el derecho de rendir culto a los muertos.
Es contrario al principio de igualdad formal y material reconocido a toda persona por el hecho de ser tal, que la diversa posición económica determine el tiempo que honraremos a nuestros muertos “sin mudanzas”.

Es asolador observar que por el mismo motivo - económico -, unos lugares están cuidados y otros cubiertos de coirones y malezas, sin el menor atisbo de atención a estas tumbas, y sin el mínimo y debido respeto a los sentimientos de quienes vamos al cementerio, a visitar el espacio físico que alberga a nuestros seres queridos.

La Resolución aparece publicada en el Digesto Jurídico Municipal. El sitio oficial de internet advierte sobre la colisión de esta reglamentación con otras posteriores, y dice expresamente que están desactualizadas.

Adecuar la legislación es una obligación indelegable del Estado.

Adecuar significa actualizar, pero implica además hacerlo de tal modo que no colisione con principios y normas que protegen derechos fundamentales de las personas. Profesar libremente la religión es un derecho fundamental, que conlleva también el de rendir a los muertos las honras según nuestras creencias. El ejercicio de ese derecho no puede verse limitado por cuestiones económicas. Y se puede agregar un dato quizá macabro: por más que usted tenga su “cuota” al día, un día puede llevar una flor y se encuentre con que su familiar ya no está más allí, que lo arrancaron de su “morada final”.

Habrá el Estado Municipal de pensar en una política de respeto al tratamiento de restos humanos y a los deudos, utilizando todos los medios y recursos de que dispone.
¿Se puede imaginar y comprender lo que se siente cuando un familiar fue removido del lugar donde descansaba en paz por una máquina vial?

¿Es aceptable que eso pase porque no leímos el diario justo los ocho días que el municipio publicó el aviso?

¿Es justo que tengamos que enterrar a nuestros muertos más de una vez?
¿Es respetuoso que nuestros familiares sean tirados como escombros en un rincón escondido, llamado osario común?

Es desolador ver llorar a una madre que vio ultrajar los pequeños restos de un hijo siendo tirados a la basura.

Lógicamente los muertos serán en número siempre más que los vivos, pero lógicamente los muertos no hablan, y no los sobreviviremos mucho más de cien años.

¿Por qué el plazo no es igual para todos? ¿Por qué no se establecen nuevos espacios para albergar a nuestros seres queridos mientras los sobrevivamos? ¿Por qué el Estado ejerce semejante violencia moral contra los sobrevivientes?

En Comodoro el problema es la tierra. Es la tierra de la que venimos y a la que vamos, hasta que la decisión de un insensible nos saque. Y entonces yo no somos de la tierra, somos de la máquina que revuelve nuestros restos, somos de la montaña de otros huesos que nos recibe y somos de las lágrimas que quedan en el aire. ¿No somos nada?

Nos queda una irónica y cínica esperanza. Las viejas noticias nos contaron que el primer cementerio de Comodoro fue pasado por encima por una ruta “fantasma”, inutilizable y convertida en tumba de las tumbas. Pero la “Ciudad del Conocimiento” nos tenía preparada una gran y bella sorpresa: “le vamos a ganar tierras al mar para hacer un Mega-Super-Casino Shopping. ¿Dónde? En la Costa, allí donde la vida se nos muestra en los colores en los flamencos. Esta es una muestra clara de que el slogan no es vacío. El “conocimiento” se nos abre para quien quiera verlo: ahora sabemos que LA TIERRA ES DE LOS VIVOS.

* DNI 24.463.947

0 Comentá esta nota:

Publicar un comentario