Fuente: Extremosur
Por Gustavo Manuel Macayo *
“Referirse al suelo, al glaciar, al agua como recursos naturales es la primera forma de apropiación desde el lenguaje. La libertad es patrimonio de todos y ‘todos nacemos libres en dignidad y derechos’. La libertad es un bien común, como lo es el oxígeno que respiramos, el color de una flor, el sonido de una cascada, el silencio o el murmullo de un bosque, el viento, el cosmos, el pensamiento, la velocidad de la luz o la capa de ozono. En este sentido, el suelo, el subsuelo mineral, el glaciar, el agua, no son recursos naturales sino bienes comunes”. (Del libro “Vienen por el oro vienen por todo”, del periodista Javier Rodríguez Pardo)
En enero de 2001, cuando la Empresa Minera Canadiense Meridian Gold ingresó clandestinamente para buscar oro en el territorio cordillerano de la Comunidad Mapuche “Huisca-Antieco”, en Alto Río Corinto, en el departamento Futaleufú de Chubut, nadie se imaginó que este hecho aparentemente sin importancia sería el comienzo de una enorme y persistente lucha, que no tendría tregua hasta el retiro definitivo de la Empresa de toda la región cordillerana del Chubut.
Efectivamente; al año siguiente (2002) la misma empresa compró el Proyecto aurífero “Cordón Esquel”, que impulsaba una pequeña empresa llamada “El Desquite”, y a poco de andar la población sabía que se utilizaría cianuro y otros químicos en los procesos de exploración y extracción del oro. Después de numerosas actividades de concientización, de divulgación, de resistencia, asambleas de vecinos, movilizaciones, pintadas, acciones judiciales, consultas populares, y finalmente ordenanzas municipales y leyes provinciales prohibitivas y/o restrictivas de la minería metalífera a cielo abierto con el uso de cianuro, el pueblo de Esquel y de la Comarca Andina pudo decir que se había ganado una importante batalla. En abril de 2007 la Corte Suprema de Justicia confirmó el amparo ambiental iniciado en 2002 en los tribunales de Esquel, paralizando el Proyecto aurífero Cordón Esquel mediante una sentencia definitiva.
Actualmente hay siete provincias de diferentes regiones del país que han prohibido la megaminería metalífera con el uso de cianuro y otros tóxicos, y en cada lugar que se pretende instalar un proyecto minero, existen fuertes movimientos de resistencia, asambleas ciudadanas y foros ambientales, varios de estos colectivos con sitios web que reciben visitas de miles de personas de diferentes lugares del mundo. Hasta una Ley de Protección de los Glaciares ha conseguido la movilización ciudadana.
La lucha contra la megaminería y por la defensa del agua y los bienes naturales ha traspasado todas las fronteras, y poco a poco va ocupando nuevos espacios, no sólo ya en la prensa alternativa, sino también en los medios masivos de información, que hoy no pueden ocultar más estos procesos.
Sin embargo, cuando la ciudadanía muestra un grado de concientización, participación y compromiso crecientes, paradójicamente, la dirigencia política vernácula ha quedado anclada en un modelo colonialista de extractivismo sin límites, aportante de los jugosos ingresos que permiten llevar un incipiente ‘estado de bienestar’ y un clientelismo político sin límites a todos los rincones del mapa electoral. Hoy las empresas transnacionales ostentan un poder sin límites, que supera muchas veces la capacidad de los Estados de definir políticas propias que respondan al interés general y aseguren el territorio para las futuras generaciones. Los gobiernos actuales, con muy pocas excepciones, aparecen como penosos títeres que intentan sin éxito combatir las crecientes movilizaciones con una represión y una censura propias de regímenes dictatoriales.
“En nuestra historia reciente, y por medio de cercamientos que empezaron en la Edad Media, se expulsó a comunidades rurales hacia las ciudades. Con otros nombres y formas de control, la masiva extranjerización y apropiación privada de tierras sigue en la actualidad … Corporaciones, inversores individuales, estados y/o conglomerados mixtos intentan la apropiación directa o indirecta de inmensos territorios para garantizar la seguridad y control monopólico sobre recursos, cuencas, energía, alimentos y mercados”. (Del comentario a la presentación del libro “¿Nuevas fronteras con múltiples cercamientos?” Compilado por el Profesor Andrés Dimitriu (UNComahue)
Las Comunidades de los Pueblos Originarios han demostrado una capacidad de movilización y de organización poco imaginables hace 20 años. En los últimos tiempos, hemos sido testigos de numerosas recuperaciones de territorios, que aún cuando son objeto de durísimas represiones y judicialización persistente, permiten avizorar un proceso sin retorno en la apropiación de la historia, de la identidad y de los derechos vulnerados a través de quinientos años. En igual sentido, la Patagonia es hoy un escenario donde los más variados sectores de la población (antigua y reciente) continúan ensayando diferentes alternativas en busca de una producción sustentable, orgánica, en sintonía con los conceptos de Soberanía Alimentaria y de Permacultura, en la construcción de un presente que no comprometa el futuro. No menos importante es el desarrollo del turismo, que tiene como atractivo insustituible la pureza del ambiente, la belleza natural de los paisajes y la calidad de sus aguas. Gente de todo el mundo aprecia nuestra región y la considera uno de los lugares donde podrá sobrevivir la humanidad cuando la escasez del agua, la contaminación y las hambrunas provoquen la emigración de amplias poblaciones del mundo entero. Sin embargo, y como la triste contracara de una moneda, los gobiernos de Nación y Provincias son los principales cómplices en el proceso de apropiación del territorio que llevan adelante particulares y empresas, extendiendo la frontera de los negocios agroindustriales (plantación de soja transgénica y producción de agrocombustibles) que tienen como destino principal la exportación a los países de Europa. Incluso la provincia de Río Negro está siendo hoy asiento de un proyecto de desmonte de bosque nativo y plantación de soja, que traerá aparejado una nueva competencia por el agua, y previsibles impactos en la salud de la población y en las actividades sostenibles. Lo mismo cabe decir del vertiginoso proceso de privatización del territorio, con el cercenamiento de la libertad de circulación y de disfrute de los bienes naturales para las poblaciones locales que trae aparejado.
Es evidente que la actual dirigencia se encuentra a años luz de las expectativas sociales y de los procesos de maduración de nuestra sociedad. Únicamente se podrán seguir desarrollando estas políticas de dependencia, colonialismo y depredación del territorio con niveles crecientes de represión y censura. Debemos estar atentos para que esto no suceda, con mayor conciencia, movilización y participación ciudadana. Nuestros nietos esperan. “Lo que no está basado en la verdad no puede durar más que por la violencia y la astucia.” Henri Barbusse – “Un resplandor en el abismo”.
* Gustavo Manuel Macayo
Docente UNPAT Sede Esquel
Nota relacionada: “Agua Rica: con la violencia no consigue paz social”
Por Gustavo Manuel Macayo *
“Referirse al suelo, al glaciar, al agua como recursos naturales es la primera forma de apropiación desde el lenguaje. La libertad es patrimonio de todos y ‘todos nacemos libres en dignidad y derechos’. La libertad es un bien común, como lo es el oxígeno que respiramos, el color de una flor, el sonido de una cascada, el silencio o el murmullo de un bosque, el viento, el cosmos, el pensamiento, la velocidad de la luz o la capa de ozono. En este sentido, el suelo, el subsuelo mineral, el glaciar, el agua, no son recursos naturales sino bienes comunes”. (Del libro “Vienen por el oro vienen por todo”, del periodista Javier Rodríguez Pardo)
En enero de 2001, cuando la Empresa Minera Canadiense Meridian Gold ingresó clandestinamente para buscar oro en el territorio cordillerano de la Comunidad Mapuche “Huisca-Antieco”, en Alto Río Corinto, en el departamento Futaleufú de Chubut, nadie se imaginó que este hecho aparentemente sin importancia sería el comienzo de una enorme y persistente lucha, que no tendría tregua hasta el retiro definitivo de la Empresa de toda la región cordillerana del Chubut.
Efectivamente; al año siguiente (2002) la misma empresa compró el Proyecto aurífero “Cordón Esquel”, que impulsaba una pequeña empresa llamada “El Desquite”, y a poco de andar la población sabía que se utilizaría cianuro y otros químicos en los procesos de exploración y extracción del oro. Después de numerosas actividades de concientización, de divulgación, de resistencia, asambleas de vecinos, movilizaciones, pintadas, acciones judiciales, consultas populares, y finalmente ordenanzas municipales y leyes provinciales prohibitivas y/o restrictivas de la minería metalífera a cielo abierto con el uso de cianuro, el pueblo de Esquel y de la Comarca Andina pudo decir que se había ganado una importante batalla. En abril de 2007 la Corte Suprema de Justicia confirmó el amparo ambiental iniciado en 2002 en los tribunales de Esquel, paralizando el Proyecto aurífero Cordón Esquel mediante una sentencia definitiva.
Actualmente hay siete provincias de diferentes regiones del país que han prohibido la megaminería metalífera con el uso de cianuro y otros tóxicos, y en cada lugar que se pretende instalar un proyecto minero, existen fuertes movimientos de resistencia, asambleas ciudadanas y foros ambientales, varios de estos colectivos con sitios web que reciben visitas de miles de personas de diferentes lugares del mundo. Hasta una Ley de Protección de los Glaciares ha conseguido la movilización ciudadana.
La lucha contra la megaminería y por la defensa del agua y los bienes naturales ha traspasado todas las fronteras, y poco a poco va ocupando nuevos espacios, no sólo ya en la prensa alternativa, sino también en los medios masivos de información, que hoy no pueden ocultar más estos procesos.
Sin embargo, cuando la ciudadanía muestra un grado de concientización, participación y compromiso crecientes, paradójicamente, la dirigencia política vernácula ha quedado anclada en un modelo colonialista de extractivismo sin límites, aportante de los jugosos ingresos que permiten llevar un incipiente ‘estado de bienestar’ y un clientelismo político sin límites a todos los rincones del mapa electoral. Hoy las empresas transnacionales ostentan un poder sin límites, que supera muchas veces la capacidad de los Estados de definir políticas propias que respondan al interés general y aseguren el territorio para las futuras generaciones. Los gobiernos actuales, con muy pocas excepciones, aparecen como penosos títeres que intentan sin éxito combatir las crecientes movilizaciones con una represión y una censura propias de regímenes dictatoriales.
“En nuestra historia reciente, y por medio de cercamientos que empezaron en la Edad Media, se expulsó a comunidades rurales hacia las ciudades. Con otros nombres y formas de control, la masiva extranjerización y apropiación privada de tierras sigue en la actualidad … Corporaciones, inversores individuales, estados y/o conglomerados mixtos intentan la apropiación directa o indirecta de inmensos territorios para garantizar la seguridad y control monopólico sobre recursos, cuencas, energía, alimentos y mercados”. (Del comentario a la presentación del libro “¿Nuevas fronteras con múltiples cercamientos?” Compilado por el Profesor Andrés Dimitriu (UNComahue)
Las Comunidades de los Pueblos Originarios han demostrado una capacidad de movilización y de organización poco imaginables hace 20 años. En los últimos tiempos, hemos sido testigos de numerosas recuperaciones de territorios, que aún cuando son objeto de durísimas represiones y judicialización persistente, permiten avizorar un proceso sin retorno en la apropiación de la historia, de la identidad y de los derechos vulnerados a través de quinientos años. En igual sentido, la Patagonia es hoy un escenario donde los más variados sectores de la población (antigua y reciente) continúan ensayando diferentes alternativas en busca de una producción sustentable, orgánica, en sintonía con los conceptos de Soberanía Alimentaria y de Permacultura, en la construcción de un presente que no comprometa el futuro. No menos importante es el desarrollo del turismo, que tiene como atractivo insustituible la pureza del ambiente, la belleza natural de los paisajes y la calidad de sus aguas. Gente de todo el mundo aprecia nuestra región y la considera uno de los lugares donde podrá sobrevivir la humanidad cuando la escasez del agua, la contaminación y las hambrunas provoquen la emigración de amplias poblaciones del mundo entero. Sin embargo, y como la triste contracara de una moneda, los gobiernos de Nación y Provincias son los principales cómplices en el proceso de apropiación del territorio que llevan adelante particulares y empresas, extendiendo la frontera de los negocios agroindustriales (plantación de soja transgénica y producción de agrocombustibles) que tienen como destino principal la exportación a los países de Europa. Incluso la provincia de Río Negro está siendo hoy asiento de un proyecto de desmonte de bosque nativo y plantación de soja, que traerá aparejado una nueva competencia por el agua, y previsibles impactos en la salud de la población y en las actividades sostenibles. Lo mismo cabe decir del vertiginoso proceso de privatización del territorio, con el cercenamiento de la libertad de circulación y de disfrute de los bienes naturales para las poblaciones locales que trae aparejado.
Es evidente que la actual dirigencia se encuentra a años luz de las expectativas sociales y de los procesos de maduración de nuestra sociedad. Únicamente se podrán seguir desarrollando estas políticas de dependencia, colonialismo y depredación del territorio con niveles crecientes de represión y censura. Debemos estar atentos para que esto no suceda, con mayor conciencia, movilización y participación ciudadana. Nuestros nietos esperan. “Lo que no está basado en la verdad no puede durar más que por la violencia y la astucia.” Henri Barbusse – “Un resplandor en el abismo”.
* Gustavo Manuel Macayo
Docente UNPAT Sede Esquel
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