Por Ramiro Gigante - ANRed
No fue nadie, tampoco había sido nadie en Formosa. Nadie tuvo nada que ver con Luciano Arruga el año pasado. Nadie ampara a las poderosas patotas sindicales que mataron a Mariano Ferreyra, sólo se condena a los que tiraron. Nadie se hace cargo de los más de 200 casos de gatillo fácil que Correpi denuncia anualmente. Nadie habla de Ezequiel Ferreira ni de muchos otros chicos que mueren víctimas del trabajo infantil y de los daños del glifosato que los sojeros usan, de hecho nadie genera esas enfermedades. Nadie mató a Adams Ledesma, periodista del medio “Mundo Villa”, de hecho casi nadie habló de su muerte, que encima se dio en pleno debate sobre los medios y poco tiempo después de que el impresentable Joaquín Morales Solá, prediga un muerto, pero después no diga nada, como tampoco dijeron nada los más fanáticos defensores de la ley de medios. Hoy somos todos bolivianos, pero cuando mataron a Adams parece que no.
Nadie mató a Rubén Carballo, que en noviembre del año pasado fue a ver a Viejas Locas y no volvió a su casa. Tenía la entrada en bolsillo, que había comprado hacía un mes pero cuando la Policía Federal reprimió lo justificó diciendo que “se querían colar”. Rubén fue brutalmente golpeado y peleó por su vida durante algunas semanas, en diciembre falleció. Eso sí, para hablar del rock de hoy y de los jóvenes de hoy, dedican horas de aire sobre esta “juventud maravillosa” que fue a velar a Néstor, a diferencia de hace 15 años (cuando yo era un adolescente más, iba a recitales de rock y me sentía bastante solo por criticar a la dictadura y al menemismo, incluso la discriminación en boliches, y no ver que la mayoría de mis pares lo hacía) donde casi no se hablaba de política.
Volviendo a Soldati, ¿Cuánto se habla del porque de estas tomas? ¿Cuánto se habló de la crisis habitacional? ¿Cuánto se hizo? ¿Nos enteramos la semana pasada de que la ciudad está llena de fachos? ¿Recién ahora nos enteramos que gran parte de la sociedad es egoísta? ¿No vimos a quienes votaron en las ultimas dos elecciones, o en 1995?
Decir “crisis” es como decir pobreza. Parece que para algunos está bueno, así tenemos un concepto abstracto (llámese crisis o pobreza) a quien echarle la culpa, un buen “chivo expiatorio”. Para poder “ayudar a los pobres” tiene que haber pobres. Y así usarlos en las campañas, presentar proyectos y justificar subsidios hablando de ellos (pero nunca para que ellos se liberen de esa situación). Ayudarlos un poquito, para diferenciarse de la derecha más cruel que no hace nada. Mejor que vivan, mejor que sufran... y así, en algún momento, con todas las cámaras prendidas, en cadena nacional, con todas las cámaras y todos los flashes, les damos algo, y quedamos bien con millones de televidentes. Perdón, con millones de votantes. Y, por qué no, millones de consumidores.
El pobre es presentado como objeto, no como sujeto, y como tal solo es manipulado, no tiene derecho a pensar, a elaborar sus propuestas, a plantear por sí mismo sus necesidades, tampoco puede fijar agenda. Salvo que sean muchos y molesten demasiado a otros votantes, consumidores, o, peor aún, a los más poderosos. Como cuando en la Villa 31 hay una toma en la autopista Ilia y todos los transeúntes que diariamente van al centro desde la próspera zona norte tienen que rozarse con la pobreza, ahí hay que actuar. Por eso, cuando a mitad de año hubo tomas en la autopista, el Gobierno de la Ciudad intervino, hizo lo que hoy dice que no hay que hacer: darles plata para que se vayan... y se fueron, solo unos metros de ahí, pero suficientes para no molestar a esa “gente bien”, se fueron abajo al barrio Comunicaciones, y ahí las víctimas fueron otros villeros, entonces ya no le importó a nadie, y ahí sigue el conflicto. Si, el conflicto sigue... ¿pero cómo? ¿No dijo Aníbal Fernández en conferencia de prensa la semana pasada que el conflicto de la Villa 31 se había solucionado? Lo dijo, lo repitió 3 veces en una conferencia de prensa que duró como mucho media hora. Y seguramente la mayoría le creyó. Claro, ¿cuánta gente se mete en la 31 como para saber si Aníbal decía la verdad? Lo dije antes: habló para millones de televidentes, de votantes, de consumidores... y ellos creyeron. Hoy la Villa 31 sigue con problemas y mientras se “solucionaba” el problema del Parque Indoamericano, se dieron nuevas tomas, esta vez en la Villa 31 bis. Nota completa
Nota relacionada: ¿Qué nos dejó el 19 y 20 de diciembre?
No fue nadie, tampoco había sido nadie en Formosa. Nadie tuvo nada que ver con Luciano Arruga el año pasado. Nadie ampara a las poderosas patotas sindicales que mataron a Mariano Ferreyra, sólo se condena a los que tiraron. Nadie se hace cargo de los más de 200 casos de gatillo fácil que Correpi denuncia anualmente. Nadie habla de Ezequiel Ferreira ni de muchos otros chicos que mueren víctimas del trabajo infantil y de los daños del glifosato que los sojeros usan, de hecho nadie genera esas enfermedades. Nadie mató a Adams Ledesma, periodista del medio “Mundo Villa”, de hecho casi nadie habló de su muerte, que encima se dio en pleno debate sobre los medios y poco tiempo después de que el impresentable Joaquín Morales Solá, prediga un muerto, pero después no diga nada, como tampoco dijeron nada los más fanáticos defensores de la ley de medios. Hoy somos todos bolivianos, pero cuando mataron a Adams parece que no.
Nadie mató a Rubén Carballo, que en noviembre del año pasado fue a ver a Viejas Locas y no volvió a su casa. Tenía la entrada en bolsillo, que había comprado hacía un mes pero cuando la Policía Federal reprimió lo justificó diciendo que “se querían colar”. Rubén fue brutalmente golpeado y peleó por su vida durante algunas semanas, en diciembre falleció. Eso sí, para hablar del rock de hoy y de los jóvenes de hoy, dedican horas de aire sobre esta “juventud maravillosa” que fue a velar a Néstor, a diferencia de hace 15 años (cuando yo era un adolescente más, iba a recitales de rock y me sentía bastante solo por criticar a la dictadura y al menemismo, incluso la discriminación en boliches, y no ver que la mayoría de mis pares lo hacía) donde casi no se hablaba de política.
Volviendo a Soldati, ¿Cuánto se habla del porque de estas tomas? ¿Cuánto se habló de la crisis habitacional? ¿Cuánto se hizo? ¿Nos enteramos la semana pasada de que la ciudad está llena de fachos? ¿Recién ahora nos enteramos que gran parte de la sociedad es egoísta? ¿No vimos a quienes votaron en las ultimas dos elecciones, o en 1995?
Decir “crisis” es como decir pobreza. Parece que para algunos está bueno, así tenemos un concepto abstracto (llámese crisis o pobreza) a quien echarle la culpa, un buen “chivo expiatorio”. Para poder “ayudar a los pobres” tiene que haber pobres. Y así usarlos en las campañas, presentar proyectos y justificar subsidios hablando de ellos (pero nunca para que ellos se liberen de esa situación). Ayudarlos un poquito, para diferenciarse de la derecha más cruel que no hace nada. Mejor que vivan, mejor que sufran... y así, en algún momento, con todas las cámaras prendidas, en cadena nacional, con todas las cámaras y todos los flashes, les damos algo, y quedamos bien con millones de televidentes. Perdón, con millones de votantes. Y, por qué no, millones de consumidores.
El pobre es presentado como objeto, no como sujeto, y como tal solo es manipulado, no tiene derecho a pensar, a elaborar sus propuestas, a plantear por sí mismo sus necesidades, tampoco puede fijar agenda. Salvo que sean muchos y molesten demasiado a otros votantes, consumidores, o, peor aún, a los más poderosos. Como cuando en la Villa 31 hay una toma en la autopista Ilia y todos los transeúntes que diariamente van al centro desde la próspera zona norte tienen que rozarse con la pobreza, ahí hay que actuar. Por eso, cuando a mitad de año hubo tomas en la autopista, el Gobierno de la Ciudad intervino, hizo lo que hoy dice que no hay que hacer: darles plata para que se vayan... y se fueron, solo unos metros de ahí, pero suficientes para no molestar a esa “gente bien”, se fueron abajo al barrio Comunicaciones, y ahí las víctimas fueron otros villeros, entonces ya no le importó a nadie, y ahí sigue el conflicto. Si, el conflicto sigue... ¿pero cómo? ¿No dijo Aníbal Fernández en conferencia de prensa la semana pasada que el conflicto de la Villa 31 se había solucionado? Lo dijo, lo repitió 3 veces en una conferencia de prensa que duró como mucho media hora. Y seguramente la mayoría le creyó. Claro, ¿cuánta gente se mete en la 31 como para saber si Aníbal decía la verdad? Lo dije antes: habló para millones de televidentes, de votantes, de consumidores... y ellos creyeron. Hoy la Villa 31 sigue con problemas y mientras se “solucionaba” el problema del Parque Indoamericano, se dieron nuevas tomas, esta vez en la Villa 31 bis. Nota completa
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