miércoles, marzo 02, 2011

Opinión: “Que cada uno saque sus propias conclusiones…”, por María Alejandra Urquizú

Por María Alejandra Urquizú *

Es lamentable, pero parece que ya no tiene valor ser un buen ciudadano.
Sobre eso Alejandro Garzonio puede dar pruebas......

El hecho que voy a relatar, tal vez en sí mismo no sea de esos acontecimientos que cobran las primeras planas de los medios, pero aún así me parece importante difundirlo, ya que la vida de los ciudadanos se nutre de hechos sencillos, cotidianos, comunes y en las comunidades como la nuestra, encierran el valor agregado que sus protagonistas se identifican en las personas reales que tenemos oportunidad de conocer, dando apenas, la vuelta de la esquina. Y porque además, como los hechos valen más que las palabras, es importante conocer a las personas a partir del modo en que se comportan como vecinos y ciudadanos y enfrentan los problemas que esa convivencia trae aparejada.

Este es el caso de un habitante de nuestra localidad, que, ante un desafortunado accidente ocasionado en la vía pública del que participara mi hija y cuyo saldo fuera la lamentable muerte de uno de sus perros, la acusó de haberle matado al animal y cuestionó su idoneidad para conducir, entre otros agravios. Con estas actitudes puso en evidencia no sólo poca altura moral como persona, sino que, tratándose de un vecino y ¿ciudadano? demostró carecer de conciencia sobre los problemas que pueden surgir cuando nuestros animales circulan libremente por la ciudad y una conducta irresponsable al negarse a reconocer su falta.

El hecho concreto ocurrió el día 25 de Septiembre de 2010 en horas de la tarde cuando mi hija circulaba por la Avenida Alvear y de manera repentina, en la intersección con la calle Belgrano se le cruzaron tres canes (uno de tamaño pequeño y dos de la raza ovejero alemán), los que pasaron corriendo por delante del automóvil, pudiendo esquivar a dos de ellos, embistiendo al tercero. No está demás aclarar que ella conducía por el lugar obligatorio y destinado para el tránsito vehicular, respetando las normas de tránsito y de seguridad exigidas y contando con toda la documentación personal y del vehículo al día.

Preocupada por el destino del animal, mi hija inmediatamente buscó ayuda en la veterinaria más próxima, sito en la calle Belgrano, cuyo profesional se acercó al lugar del hecho sin poder reanimarlo e identificando a Alejandro Garzonio como su propietario. Algunos presentes, testigos del hecho, coincidieron en esa identificación, manifestando además, que eran animales que siempre estaban sueltos. El personal policial actuante concurrió al domicilio del dueño, para ponerlo en conocimiento de lo sucedido, sin encontrar a ningún habitante en la vivienda. También el profesional veterinario haría lo propio, por ser, coincidentemente su cliente.

Al mismo tiempo y al reparar en los daños producidos en el frente del vehículo a raíz del impacto, mi hija se trasladó a la comisaría para solicitar asesoramiento y allí le informaron que antes de hacer la denuncia, debía poner en conocimiento a los dueños del can sobre los daños sufridos, ya que lo usual en estos casos, es que el infractor reconozca el problema y responda de manera voluntaria y privada por los daños ocasionados y que, en caso de encontrarse con una respuesta negativa, hiciera la denuncia para poder iniciar las acciones legales correspondientes.

En Esquel existe una Ordenanza Municipal n° 110/04 que establece que la tenencia responsable implica por parte de sus propietarios:

• tomar las medidas pertinentes para que la mascota no cause molestias a los vecinos.

• evitar que circule libremente en la vía pública o en predios particulares.

• que la circulación y/o permanencia del can en la vía pública, espacios vecinales o establecimientos públicos será permitida si el animal está acompañado por el dueño o persona autorizada por el mismo y la mascota debe estar sujeta por un collar, correa o pretal y con su patente identificatoria y si fuera de peligrosidad, deberá llevar bozal.

No se puede dudar entonces, que el señor Garzonio incurrió en una falta grave, al no procurar las medidas necesarias para evitar la circulación de sus animales por la vía pública, de manera de prevenir molestias o daños que esta irresponsable conducta pudiera provocar: sus mascotas se encontraban corriendo libremente por las calles de la ciudad, aproximadamente a 10 cuadras del lugar que habitan, sin correa y sin sus dueños, exponiendo a los peatones y/o automovilistas a algún accidente como el sufrido por nosotros o de otro tipo.

¿Qué actitud debería tomar un ciudadano con conciencia social? Debería ejercer una conducta responsable respecto de las normas que rigen las relaciones de convivencia en una sociedad. Y eso es lo que hubiéramos esperado: que admitiera su falta, que mostrara preocupación por los perjuicios ocasionados y que ofreciera humildemente, cubrir los gastos de la reparación del vehículo.
Pero eso no fue lo que pasó, todo lo contrario. Este vecino, al tomar conocimiento del hecho, puso en juego conductas especulativas para encaminar el problema en su propio beneficio y quedar impune. Y para ello, utilizó un sinnúmero de estrategias: maltrato verbal, acusaciones infundadas, negativas a dar la cara, desinterés por el prójimo, mentiras que tenían como finalidad desmoralizarnos, cansarnos, con el propósito de negar su falta y en definitiva evadir su responsabilidad ciudadana.

Fue muy doloroso para toda nuestra familia, pero especialmente para mi hija este tratamiento tan injusto, ante un reclamo que era justo.

Enumero algunas de las respuestas recibidas por este ciudadano y su entorno, ante los reiterados intentos llevados a cabo por nuestra parte, para hacer escuchar nuestro reclamo, que hablan por sí mismas del manoseo y el poco respeto por el tiempo y el derecho del otro:

• negar que fue un accidente y acusar a mi hija, telefónicamente y de un modo agresivo, de haber asesinado al animal, expresando literalmente -“vos me mataste al perro”.

• postergar indefinidamente un encuentro para conversar, utilizando los mas variados argumentos: - “hablamos en unos días, respetá que estamos de duelo”, - “pasá por mi oficina el lunes”, -“el señor hoy no vino en todo el día a trabajar, tampoco vino el viernes y no sé cuando pasará”, - “los señores no se encuentran en este momento, ...venga a la tarde, ... venga mañana, ...el señor viaja por varios días, ….no sé cuando regresa, ...la señora se está bañando, etcétera, etcétera”.....(en todas las oportunidades los vehículos particulares estaban estacionados frente al domicilio).

• poner en duda la idoneidad de mi hija como conductora - “y...yo no sé cómo fueron las cosas......no sé como sos conduciendo” , - ¿ y si fué tu imprudencia? ”.

• admitir ser los únicos afectados -“nosotros somos los damnificados, perdimos un ejemplar muy costoso....quién nos devuelve lo invertido”.

• rechazar las posibilidades de llegar a una conciliación por la vía del diálogo, asumiendo una actitud desafiante -“fijate vos como te las arreglás......nosotros no vamos a pagar....no nos corresponde”, - “ustedes verán cómo hacen para cobrar ese dinero, presenten lo que tengan en la justicia y se verá”.

Sabíamos que la justicia fallaría a nuestro favor, pero ¿ era lógico comenzar con una acción legal por el monto de $2.300, que era lo presupuestado para la reparación del vehículo, cuando no había dudas sobre a quién le cabían las responsabilidades? Una persona de bien hubiera pedido disculpas y hubiera aceptado conversar inmediatamente o hubiera procurado los medios para hacernos llegar su interés por solucionar el problema de manera responsable.

Somos una familia de trabajadores, que, con sacrificio, pudimos hacernos cargo del arreglo, pero más allá de la suma material, ni siquiera recibimos una muestra de preocupación por parte de este señor respecto al estado de salud de mi hija ante el estrés que provoca ser protagonista de un accidente involuntario, o por el riesgo que podría haber corrido ella u otras personas ante la presencia de dos animales corriendo en forma descontrolada por la vía pública, pudiendo provocar una tragedia de otras dimensiones, o de agradecimiento por su gesto noble de no desaparecer después del accidente e ir en busca de ayuda profesional para auxiliar a su mascota, teniendo la posibilidad de conocer el destino, aunque lamentable, de una de ellas.

Nuestras mentes y nuestros corazones no podían entender lo que estábamos viviendo, nuestra vida familiar se alteró así como nuestro estado de ánimo, ante la impotencia de ver cómo se desconocían nuestros derechos ciudadanos, cuando priman los egoísmos y la soberbia, cuando se carece de sensibilidad y comprensión, cuando no hay una verdadera conciencia ciudadana y lo más lamentable, cómo explicar o responderle a nuestros hijos los cuestionamientos que nos hacían respecto a maneras de proceder, que se chocaban con los valores enseñados en nuestro hogar:

¿qué responderle a nuestros hijos cuando preguntan porqué los adultos se comportan de esta manera?

¿con qué argumentos les explicamos que los valores y la moral en que fueron educados están vigentes y son los que deben seguir guiando su accionar como personas de bien, aún a pesar de encontrar espejos adultos que les reflejen lo contrario?

¿qué les enseñamos a los jóvenes con actuaciones adultas irresponsables ?

¿qué códigos de convivencia podemos construir si cada quién actúa para su propio beneficio y desconoce que sus derechos terminan cuando comienzan los derechos del otro ?

¿en que tipo de sociedad esperamos convertirnos si dejamos que nos cubra la decadencia, la impunidad, la apariencia, la falta de compromiso ético para con el prójimo?

Esta lamentable experiencia, habría quedado guardada en nuestra memoria, de no haber sido por un hecho totalmente circunstancial, que ocurrió hace unas semanas y que me llenó de indignación: escuchar y ver por primera vez el rostro del señor Garzonio en una entrevista que se le hacía por el canal local, en la que anunciaba los proyectos que pondría en marcha, de ser elegido concejal, para brindarnos una mejor calidad de vida a todos los habitantes de Esquel.

Y volví a preguntarme en relación al hecho relatado:

¿ qué conducta cívica se había puesto de manifiesto?

¿ qué responsabilidad se había asumido ante los derechos vulnerados de un vecino?

¿ qué gesto solidario se había evidenciado para con una jóven que actuó de buena fé?

¿ que reconocimiento del problema hubo cuando ni siquiera se dió la cara ?

Por suerte, tenemos la posibilidad de conocer a las personas a través de los modos en que se comportan frente a la vida y entonces advertir si surge la contradicción entre lo que dicen y hacen y no quedar enredados en palabras o discursos aprendidos y engañosos.

Y porque tengo la convicción que no dá lo mismo ser o no ser un buen ciudadano, es que surgió la necesidad de escribir estas líneas.

Para finalizar, me planteo este interrogante ¿con qué autoridad moral se puede ejercer una función pública cuando no se asumen mínimas responsabilidades ciudadanas?

Que cada uno saque sus propias conclusiones....

* DNI 14247414

1 Comentá esta nota:

GonZa dijo...

Excelente nota!

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