viernes, mayo 13, 2011

Opinión: “Como rata por tirante”, por Romina Ferraris

Por Romina Ferraris *

¿Qué pasó con la soberbia, con la prepotencia y el autoritarismo? ¿Dónde quedaron los malos modos, las contestaciones agresivas, las amenazas y el sarcasmo? ¿Por qué ya no defiende su Modelo Chubut de “transparencia”?

El lunes, al hombre se lo vio más pequeño que nunca (en todos los sentidos posibles), impotente, afantasmado, tan gris como sus aburridos trajes. Ya no era el que fue. Y su poder tampoco. Se notó en su comportamiento y también en el de los demás. El miedo que inspiraba en propios y ajenos se esfumó –tarde para mi gusto- pero se esfumó al fin.

Gracias a la valentía de los adolescentes de los colegios esquelenses N° 713 y 735 -esos a los que muchas veces los adultos fustigamos- quedó claro que el gobernador Mario Das Neves está en su peor momento político. Pero el episodio también dejó al descubierto otras particularidades que no deben pasar desapercibidas, pese a que muchos medios de comunicación locales y provinciales intenten, vergonzosamente, esconderlas.

En principio, la manifestación contra la minería encabezada por los pibes mostró la debilidad actual del primer mandatario que, admitiéndose un derrotado político por sus propios errores, sabe que ya no puede hacerse el cocorito como cuando acumulaba poder a fuerza de bondadosos recursos económicos, clientelismo, empresarios amigos, soberbia y autoritarismo.

Pero la protesta también expuso la verdadera naturaleza del funcionario: la de un hombre cobarde y encerrado en sus propias contradicciones que, frente a la arenga de los chicos, huyó como rata por tirante escoltado por matones de cuarta y algunos periodistas –de cuarta también- que, como guardaespaldas de pacotilla, lo cuidaban de los “peligrosos” jóvenes que sólo bregaban por un futuro ambiental sano. Claro que en medio de su escabullida quiso quedar bien con los manifestantes, y hasta osó afirmar que su postura frente a la actividad minera siempre había sido la misma (léase, en contra) y que la responsabilidad corría por cuenta del gobierno nacional. En ese momento nadie tuvo lo que hay que tener para preguntarle por qué en la apertura de las sesiones legislativas del 2009 y en una reunión con empresarios canadienses alentó a las industrias del sector a invertir en la provincia (sin hablar del fantasma del proyecto Navidad que sobrevuela a los pobladores de la meseta)

Pero ya sabemos que la prensa local y provincial (salvo excepciones que se cuentan con los dedos de una mano) funcionan como agencia de noticias del Ejecutivo, chupamedias baratos que, lejos de mostrar algún dejo de dignidad, tuvieron el tupé de asegurar que todo estaba “armado” o a borrar de páginas, radios y pantallas tanto la manifestación de los alumnos como la de los vecinos del barrio Los Arcos (El Chubut y Jornada nada dijeron de lo ocurrido y el canal 7 provincial curiosamente tuvo un desperfecto técnico justo cuando se desataba la protesta)

Pese a que ya nada me sorprende, sigue dándome vergüenza ajena ver a “colegas” cumpliendo un papel tan triste y bastardeando la profesión. Y no me vengan con que se la bancan porque tienen una familia que alimentar, ¡por favor! Todo tiene un límite y esta gente lo pasó hace rato. No son periodistas, son lacayos del poder de turno que encima hacen un trabajo denigrante por dos mangos (y otros lo hacen por mucho más, hecho gravísimo por igual). Por supuesto -como dije- hay excepciones. Compañeros que a fuerza de voluntad y reprimendas se hacen camino entre puertas que se cierran intentando mostrar otra mirada, sacar a la luz lo que otros esconden, aún a riesgo de perder el laburo, como a algunos ya les pasó.

No sé si mi pequeño ejemplo es válido -y hasta me da vergüenza exponerlo cuando hay personas que han perdido la vida por esta profesión y otras que, en Esquel, la siguen luchando contra viento y marea emprendiendo proyectos alternativos y de gran calidad- pero quizá sirva para que se entienda el concepto. Hace cuatro años me instalé en esta ciudad e intenté seguir desarrollando mi tarea periodística iniciada en Buenos Aires. Al poco tiempo escribí una columna de opinión criticando al Gobernador por las falta de libertad de prensa y expresión que acosaban a la provincia. La respuesta fue la censura para el programa de radio en el que participaba (situación que me provocó mucha tristeza y bronca por no poder hablar libremente y porque sentía que estaba perjudicando a mis compañeros de trabajo)

A su vez, en el medio gráfico en el que trabajaba, Páginas del Sur, era imposible investigar o criticar al gobierno. El dueño no lo permitía. A ver si todavía hería susceptibilidades y le sacaban la publicidad oficial. Me negué a aceptar el juego y, pese a que no tenía dónde caerme muerta, renuncié. Sabía que me arriesgaba pero la dignidad estaba en primer lugar. Ahora intento despuntar el vicio en otros espacios. Y cambié periodismo por docencia, un desafío para cualquier maestro o profesor si se tiene en cuenta que la ministra de Educación provincial, Mirtha Romero, cree que en la escuela “no se puede tomar postura”.

Si. Si alguien no la escuchó esa fue una de las barbaridades que dijo el lunes (además de tratar a los alumnos de “fundamentalistas”) cuando huía detrás de su jefe venido a menos. Yo creí que la escuela tenía como uno de sus principales objetivos formar personas críticas, con capacidad para pensar y generar opinión. Pero claro, me olvidé que a este gobierno le molestó siempre que la gente piense, sobre todo si no piensa igual que ellos.

En definitiva y para no hacerla más larga. Creo que lo sucedido el lunes tiene un enorme valor. No sólo porque expuso el compromiso de los adolescentes con una causa fundamental (el “No a la mina”) de la que todos tendríamos que formar parte, sino también porque permitió mostrar, una vez más (aunque algunos recién se estén desayunando), la verdadera cara de muchos actores sociales. Pero además, terminó de derribar la mentira montada sobre un falso modelo de transparencia que sólo la desvergüenza de Das Neves y su séquito permitió sostener a través de estos años, gracias a una prensa adicta a nivel local y provincial y un periodismo ignorante a nivel nacional, ese que cree que la Argentina termina en la General Paz y habla de lo que sucede en el resto del país por boca de jarro y por el cuento que le cuentan los caudillos provinciales.

Yo estoy contenta. El mito de “Marito” cae como casita de naipes. La rata huye por el tirante y nosotros tenemos la posibilidad de cambiar la historia (lástima que ya gastó millones en una ridícula campaña presidencial). No va a ser fácil, no hay nada mucho mejor en el horizonte -gane quien gane el 29 de mayo- pero de nosotros depende exigir un gobierno eficiente, honesto, protector de los recursos naturales y, sobre todo, verdaderamente transparente.

* DNI: 25.131.056

Nota relacionada: Carta de los estudiantes del Colegio 713 a la ministra de Educación Mirtha Romero

1 Comentá esta nota:

marcos dijo...

Interesante la nota, me parece de gran valor que destaques aquellos periodistas que todavía se pueden llamar independientes que cumplen con su labor como debe ser, quiero aclara que el tema minero también es responsabilidad del gobierno nacional,y debemos recordar que el gobierno anterior y el actual (la dinastía Kirchner) se basaron en sus orígenes en el modelo minero en la provincia de Santa cruz.
Por ultimo sepamos separar periodistas independientes y de opinión a los oficialistas que hoy parecieran ser los mismo

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