Por Ángel Daniel Morales *
La Gazeta en uno de sus primeros números rezaba: "El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”.
El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la “Gazeta de Buenos Aires”, primer periódico de la etapa independentista argentina. En ese momento, la Primera Junta había favorecido su fundación porque creía necesario anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales. Más acá en el tiempo, en 1938 durante el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, se estableció el 7 de junio como el “día del periodista”, en recuerdo de aquel primer medio de prensa con ideas patrióticas.
Pasaron doscientos un años y cabría preguntarse ¿aquel diario fue un medio independiente? ¿Fue un primer medio monopólico que respondía a intereses sectoriales? ¿Habrá sido Moreno el primer periodista militante?
Argentina, un país de historias sangrientas y de interminables luchas políticas y traiciones partidarias, aún ensaya modelos de nación después de tantas descartadas oportunidades. En todas y cada una de las distintas etapas de cambios políticos, económicos y sociales de todo tipo siempre hubo periodistas. En la actualidad, el surgimiento de las nuevas tecnologías comunicacionales (Web, Blogs, Facebook, Twitter, sitios de Internet; celulares con cámara; comunicación satelital; TV por cable; DVD; video-juegos on line; PC multimedias; etc.) han multiplicado la producción de la diversificación cultural. Que lejos de homogeneizar las propuestas culturales hoy en día, la globalización se traduce en un aumento de la diversidad de oferta audiovisual y en medio de todo, el periodista en su rol comunicacional.
Este 7 de junio volvemos a conmemorar otra fecha del Día del Periodista, y no faltarán las definiciones obligadas y saludos en nombre de la libertad de expresión y otros formales etcéteras que serán publicados. Habrá también posiciones diversas respecto a la profesión del periodista.
¿Qué es el periodismo?
Compleja definición de hallar para la noble actividad. Una profesión que no ha podido mantener en el tiempo las bases de recolectar, elaborar y publicar información relativa a la actualidad que hoy tiene otro dinamismo: el rol de la opinión.
¿Qué cambió en la ciencia de informar? ¿Que hizo virar el oficio de aquellos hombres? Acaso continúa la misma afición de buscar datos de la realidad. Pero el sujeto está supeditado a la empresa que le indique cómo publicar la actualidad.
Para Rafael del Villar Muñoz existen, históricamente, dos perfiles de periodistas bien definidos y la emergencia de un tercero. El primero, es el Periodista informador, que corresponde al periodismo tradicional dirigido a las necesidades de una sociedad homogénea construida a partir de un mito de referencia simbólico, que son los medios masivos, que le interesa básicamente el desarrollo de la información. En esta primera etapa, los medios de comunicación a los cuales se exponen los consumidores eran escasos y el consumidor era construido como masivo. Aquí, el “cómo informar” era constituido a partir de una tecnología comunicacional, y de producción periodística, que tomaba como referencia los saberes comunicacionales de la época, explicados a un público masivo de exposición selectiva, o de predisposición selectiva, que era posible de persuadir en el caso de los indecisos.
El segundo perfil surge en la década del setenta. Se define como Periodismo crítico e introduce a las ciencias sociales como una herramienta descriptora de la realidad sociocultural. Este perfil estuvo acompañado del pensamiento crítico en esa década como instancia de oposición a la manipulación percibida o ensoñada, de los aparatos ideológicos. Las preocupaciones en ésta etapa pasaban por relativizar y hacer inteligible la producción y distribución de los medios: la propiedad de lo medios, las estructuras ideológicas presupuestas, la articulaciones de los aparatos ideológicos de estado, entre otros; siempre reconociendo este poder invisible del poder periodístico.
Lo que vino
Finalmente, el tercer perfil, el emergente. Se produce en la postmodernidad de la globalización y diversidad a la que, según los teóricos, debieron atravesar una nueva ruptura epistémica donde los procesos de transformación de la producción y del consumo generaron un cambio en la forma de funcionamiento de la realidad sociocultural.
Para García Canclini y Jesús Martín Barbero, “se ha producido un desplazamiento de la comunicación pública a la comunicación en la vida cotidiana, como eje de referencia simbólico-hegemónica”. Es decir, los diagnósticos al respecto constituyen ya un ‘saber adquirido’ respecto a los macro-procesos de funcionamiento sociocultural producidos por la globalización y la diversificación cultural y surgimiento de las nuevas tecnologías.
En éste contexto es casi imposible regresar a aquel perfil de Periodista informador y/o Crítico que dirigía su discurso a un consumidor masivo que sólo “leía” un texto sin tener una capacidad de lectura analítica, fragmentada y de interpretación. En nuestros días, los consumidores serían públicos “segmentados”. Entonces, es necesario tener en cuenta los archivos de mundo de los diferentes segmentos. Al presente las variables de edad, sexo y ocupación pasan a ser tan importantes como las socioeconómicas.
Los analistas consideran que si el periodismo de hoy quiere seguir siendo eficiente deberá incluir a su lector en su discurso. Pero para eso, a los periodistas no les quedará otra salida que convertirse en investigadores. Es decir: un científico social -sociólogo, antropólogo, psicoanalista y semiólogo- de la comunicación puede enfrentar el desafío de estudiar los archivos de mundo de sus lectores, y en función de sus consumos presupuestos, elaborar los textos periodísticos.
La ausencia de un marco de referencia en común hace que el periodista del siglo XXI no pueda encontrar un saber constituido sólido para construir sus textos. De allí la emergencia del perfil del investigador científico, a la vez artístico. El marco antropológico, psicoanalítico y sociológico le permitirá al periodista del siglo XXI conocer los mundos posibles de sus consumidores.
El juego de los eslóganes
Ni si ni no, ni blanco ni negro. Dialéctica que a esta altura del milenio nos hace vivir confundidos, se han convertido en eslóganes y la búsqueda de la verdad en búsqueda de la búsqueda. En definitiva, la turbadora tentación de que la verdad no existe devalúa el conocimiento y hace que nada merezca la pena; lo único válido sería la divagación eterna e infructuosa sobre las formas de conocimiento. Es como si la razón hubiera sido recluida en una prisión y con ella la libertad, en nombre de la libertad de pensamiento. En el fondo es el relativismo que no esconde más que la anulación del hombre como ser racional y, con ello, la anulación de su libertad.
Vivimos en el universo de la contradicción permanente. Muestra clara es nuestro en derredor cotidiano. Mientras la radio y la televisión se encargan de relativizar el mundo de manera excepcional, con grandes contradicciones que mucha gente toma como modelo. Modelo que, en definitiva, no son ni si ni no ni blanco ni negro.
* Periodista - Director de Cultura M.E.B.
Nota relacionada: 7 de junio: “La insoportable levedad del periodismo local”, por Federico Ovidi
La Gazeta en uno de sus primeros números rezaba: "El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”.
El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la “Gazeta de Buenos Aires”, primer periódico de la etapa independentista argentina. En ese momento, la Primera Junta había favorecido su fundación porque creía necesario anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales. Más acá en el tiempo, en 1938 durante el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, se estableció el 7 de junio como el “día del periodista”, en recuerdo de aquel primer medio de prensa con ideas patrióticas.
Pasaron doscientos un años y cabría preguntarse ¿aquel diario fue un medio independiente? ¿Fue un primer medio monopólico que respondía a intereses sectoriales? ¿Habrá sido Moreno el primer periodista militante?
Argentina, un país de historias sangrientas y de interminables luchas políticas y traiciones partidarias, aún ensaya modelos de nación después de tantas descartadas oportunidades. En todas y cada una de las distintas etapas de cambios políticos, económicos y sociales de todo tipo siempre hubo periodistas. En la actualidad, el surgimiento de las nuevas tecnologías comunicacionales (Web, Blogs, Facebook, Twitter, sitios de Internet; celulares con cámara; comunicación satelital; TV por cable; DVD; video-juegos on line; PC multimedias; etc.) han multiplicado la producción de la diversificación cultural. Que lejos de homogeneizar las propuestas culturales hoy en día, la globalización se traduce en un aumento de la diversidad de oferta audiovisual y en medio de todo, el periodista en su rol comunicacional.
Este 7 de junio volvemos a conmemorar otra fecha del Día del Periodista, y no faltarán las definiciones obligadas y saludos en nombre de la libertad de expresión y otros formales etcéteras que serán publicados. Habrá también posiciones diversas respecto a la profesión del periodista.
¿Qué es el periodismo?
Compleja definición de hallar para la noble actividad. Una profesión que no ha podido mantener en el tiempo las bases de recolectar, elaborar y publicar información relativa a la actualidad que hoy tiene otro dinamismo: el rol de la opinión.
¿Qué cambió en la ciencia de informar? ¿Que hizo virar el oficio de aquellos hombres? Acaso continúa la misma afición de buscar datos de la realidad. Pero el sujeto está supeditado a la empresa que le indique cómo publicar la actualidad.
Para Rafael del Villar Muñoz existen, históricamente, dos perfiles de periodistas bien definidos y la emergencia de un tercero. El primero, es el Periodista informador, que corresponde al periodismo tradicional dirigido a las necesidades de una sociedad homogénea construida a partir de un mito de referencia simbólico, que son los medios masivos, que le interesa básicamente el desarrollo de la información. En esta primera etapa, los medios de comunicación a los cuales se exponen los consumidores eran escasos y el consumidor era construido como masivo. Aquí, el “cómo informar” era constituido a partir de una tecnología comunicacional, y de producción periodística, que tomaba como referencia los saberes comunicacionales de la época, explicados a un público masivo de exposición selectiva, o de predisposición selectiva, que era posible de persuadir en el caso de los indecisos.
El segundo perfil surge en la década del setenta. Se define como Periodismo crítico e introduce a las ciencias sociales como una herramienta descriptora de la realidad sociocultural. Este perfil estuvo acompañado del pensamiento crítico en esa década como instancia de oposición a la manipulación percibida o ensoñada, de los aparatos ideológicos. Las preocupaciones en ésta etapa pasaban por relativizar y hacer inteligible la producción y distribución de los medios: la propiedad de lo medios, las estructuras ideológicas presupuestas, la articulaciones de los aparatos ideológicos de estado, entre otros; siempre reconociendo este poder invisible del poder periodístico.
Lo que vino
Finalmente, el tercer perfil, el emergente. Se produce en la postmodernidad de la globalización y diversidad a la que, según los teóricos, debieron atravesar una nueva ruptura epistémica donde los procesos de transformación de la producción y del consumo generaron un cambio en la forma de funcionamiento de la realidad sociocultural.
Para García Canclini y Jesús Martín Barbero, “se ha producido un desplazamiento de la comunicación pública a la comunicación en la vida cotidiana, como eje de referencia simbólico-hegemónica”. Es decir, los diagnósticos al respecto constituyen ya un ‘saber adquirido’ respecto a los macro-procesos de funcionamiento sociocultural producidos por la globalización y la diversificación cultural y surgimiento de las nuevas tecnologías.
En éste contexto es casi imposible regresar a aquel perfil de Periodista informador y/o Crítico que dirigía su discurso a un consumidor masivo que sólo “leía” un texto sin tener una capacidad de lectura analítica, fragmentada y de interpretación. En nuestros días, los consumidores serían públicos “segmentados”. Entonces, es necesario tener en cuenta los archivos de mundo de los diferentes segmentos. Al presente las variables de edad, sexo y ocupación pasan a ser tan importantes como las socioeconómicas.
Los analistas consideran que si el periodismo de hoy quiere seguir siendo eficiente deberá incluir a su lector en su discurso. Pero para eso, a los periodistas no les quedará otra salida que convertirse en investigadores. Es decir: un científico social -sociólogo, antropólogo, psicoanalista y semiólogo- de la comunicación puede enfrentar el desafío de estudiar los archivos de mundo de sus lectores, y en función de sus consumos presupuestos, elaborar los textos periodísticos.
La ausencia de un marco de referencia en común hace que el periodista del siglo XXI no pueda encontrar un saber constituido sólido para construir sus textos. De allí la emergencia del perfil del investigador científico, a la vez artístico. El marco antropológico, psicoanalítico y sociológico le permitirá al periodista del siglo XXI conocer los mundos posibles de sus consumidores.
El juego de los eslóganes
Ni si ni no, ni blanco ni negro. Dialéctica que a esta altura del milenio nos hace vivir confundidos, se han convertido en eslóganes y la búsqueda de la verdad en búsqueda de la búsqueda. En definitiva, la turbadora tentación de que la verdad no existe devalúa el conocimiento y hace que nada merezca la pena; lo único válido sería la divagación eterna e infructuosa sobre las formas de conocimiento. Es como si la razón hubiera sido recluida en una prisión y con ella la libertad, en nombre de la libertad de pensamiento. En el fondo es el relativismo que no esconde más que la anulación del hombre como ser racional y, con ello, la anulación de su libertad.
Vivimos en el universo de la contradicción permanente. Muestra clara es nuestro en derredor cotidiano. Mientras la radio y la televisión se encargan de relativizar el mundo de manera excepcional, con grandes contradicciones que mucha gente toma como modelo. Modelo que, en definitiva, no son ni si ni no ni blanco ni negro.
* Periodista - Director de Cultura M.E.B.
Nota relacionada: 7 de junio: “La insoportable levedad del periodismo local”, por Federico Ovidi
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