Por José Hernán Díaz Varela *
Hace exactamente dos meses distribuí en mi lista de correo de amigos de todos los signos políticos y medios de comunicación un artículo que titulé “Ahora, Alfonsín”. En esa ocasión sostuve que la candidatura presidencial de Ricardo Alfonsín era lo mejor que le podía pasar al partido y, sobre todo, a la sociedad. Su posicionamiento diferencial respecto de Sanz –un gran radical pero, como ya dije en otra oportunidad, “de consumo interno” para el partido- y, por supuesto, de Julio César Cleto Cobos, el resbaloso (para no ofender con otro epíteto más ajustado a la verdad), lo ubicaban como el garante de un gran frente nacional de centroizquierda que muchos radicales y no radicales recibimos con entusiasmo.
En aquella ocasión escribí que “El discurso de Alfonsín, sus actitudes políticas, sus declaraciones públicas y sus acercamientos directos al socialismo (“con el socialismo compartimos el 99,9 por ciento de la doctrina, por lo que puede decirse que yo soy socialista”, afirmó en Rosario en octubre de 2010, en el encuentro con Binner), marcan un decidido giro a la centroizquierda”. Y también que “para los trasnochados que prevén una suerte de Nueva Alianza, valen estas precisiones: en el 99 ese acuerdo lo lideró el radicalismo conservador de derecha encarnado en De la Rúa; hoy es el tiempo del radicalismo de centroizquierda, progresista, de militancia permanente y de renovación de cuadros, cuyo referente es Ricardo Alfonsín”. ¿Qué me hiciste, Ricardo?. Me mentiste.
Sin poder recuperarme aún del estupor de ese binomio presidencial “Alfonsín – González Fraga” anunciado subrepticiamente luego del cachetazo político a Binner, la televisión me mostraba a Ricardo con Francisco De Narváez, insistiendo en que conforman “un frente progresista”. ¿Progresismo en una alianza con la derecha más recalcitrante del peronismo residual? Un comerciante hace negocios, y un mercader político como De Narváez hace, precisamente, negocios políticos. ¿Qué nos hiciste, Ricardo, a los radicales que, en puridad, creímos en tu propuesta?. Nos vendiste a precio vil.
En política no se puede vivir poroteando; en algún momento tenés que plantarte con principios, que es la única manera de que la gente (que en definitiva va a decidir con su voto en octubre) te crea y confíe en vos. Y si perdés, perdés con dignidad. Y si ganás, ganás con legitimidad, sin deber favores de esos que se tornan impagables y te obligan a irte apresuradamente en helicóptero. ¿Qué les hiciste, Ricardo, a los millones de argentinos que, sin una filiación política decidida, esperaban una propuesta superadora?. Los desilusionaste.
Además, Ricardo, ¿quién te hizo la cuenta?. Permitime, por favor: Vos con González Fraga más De Narváez, más Macri y la tropita del PRO, más un eventual ¡Duhalde – Das Neves! en segunda vuelta; menos Binner y la proyección nacional del socialismo, menos Margarita y radicales disidentes del GEN, menos Pino y todos sus referentes nacionales y provinciales y menos muchos, pero muchos, radicales que se sienten defraudados y aterrados con todos los “más” que mencioné antes. La cuenta da… Cero, o menos aún. Porque muchos de esos votos se solapan; son los mismos, los de los fachos que creen que la inseguridad se termina metiendo bala y mano dura, que los pobres son pobres simplemente porque no quieren laburar; son los mismos, son los votos de los que mandan a sus hijos a escuelas y universidades privadas mientras lucran con dineros públicos. ¿Para eso, Ricardo? Indudablemente, el colorado es un gran comerciante. Negocio redondo para él.
Y ahora estás, Ricardo, caminando canales de televisión para tratar de explicarle a la gente, en tono ya un poco impostado, que los naranjos florecen en invierno y que el sol sale por el oeste. Pero los hechos son testarudos. Y no se puede estar con Dios y con el Diablo porque, aunque en algún tiempo, muy lejano, fueron del mismo palo –o tal vez por eso mismo-, hoy son extremos inconciliables.
Que se rompa y no se doble. Hasta octubre.
* Trevelin, Chubut, 08 de junio de 2011
Nota relacionada: De Narváez salió a pegarle al socialismo
Hace exactamente dos meses distribuí en mi lista de correo de amigos de todos los signos políticos y medios de comunicación un artículo que titulé “Ahora, Alfonsín”. En esa ocasión sostuve que la candidatura presidencial de Ricardo Alfonsín era lo mejor que le podía pasar al partido y, sobre todo, a la sociedad. Su posicionamiento diferencial respecto de Sanz –un gran radical pero, como ya dije en otra oportunidad, “de consumo interno” para el partido- y, por supuesto, de Julio César Cleto Cobos, el resbaloso (para no ofender con otro epíteto más ajustado a la verdad), lo ubicaban como el garante de un gran frente nacional de centroizquierda que muchos radicales y no radicales recibimos con entusiasmo.
En aquella ocasión escribí que “El discurso de Alfonsín, sus actitudes políticas, sus declaraciones públicas y sus acercamientos directos al socialismo (“con el socialismo compartimos el 99,9 por ciento de la doctrina, por lo que puede decirse que yo soy socialista”, afirmó en Rosario en octubre de 2010, en el encuentro con Binner), marcan un decidido giro a la centroizquierda”. Y también que “para los trasnochados que prevén una suerte de Nueva Alianza, valen estas precisiones: en el 99 ese acuerdo lo lideró el radicalismo conservador de derecha encarnado en De la Rúa; hoy es el tiempo del radicalismo de centroizquierda, progresista, de militancia permanente y de renovación de cuadros, cuyo referente es Ricardo Alfonsín”. ¿Qué me hiciste, Ricardo?. Me mentiste.
Sin poder recuperarme aún del estupor de ese binomio presidencial “Alfonsín – González Fraga” anunciado subrepticiamente luego del cachetazo político a Binner, la televisión me mostraba a Ricardo con Francisco De Narváez, insistiendo en que conforman “un frente progresista”. ¿Progresismo en una alianza con la derecha más recalcitrante del peronismo residual? Un comerciante hace negocios, y un mercader político como De Narváez hace, precisamente, negocios políticos. ¿Qué nos hiciste, Ricardo, a los radicales que, en puridad, creímos en tu propuesta?. Nos vendiste a precio vil.
En política no se puede vivir poroteando; en algún momento tenés que plantarte con principios, que es la única manera de que la gente (que en definitiva va a decidir con su voto en octubre) te crea y confíe en vos. Y si perdés, perdés con dignidad. Y si ganás, ganás con legitimidad, sin deber favores de esos que se tornan impagables y te obligan a irte apresuradamente en helicóptero. ¿Qué les hiciste, Ricardo, a los millones de argentinos que, sin una filiación política decidida, esperaban una propuesta superadora?. Los desilusionaste.
Además, Ricardo, ¿quién te hizo la cuenta?. Permitime, por favor: Vos con González Fraga más De Narváez, más Macri y la tropita del PRO, más un eventual ¡Duhalde – Das Neves! en segunda vuelta; menos Binner y la proyección nacional del socialismo, menos Margarita y radicales disidentes del GEN, menos Pino y todos sus referentes nacionales y provinciales y menos muchos, pero muchos, radicales que se sienten defraudados y aterrados con todos los “más” que mencioné antes. La cuenta da… Cero, o menos aún. Porque muchos de esos votos se solapan; son los mismos, los de los fachos que creen que la inseguridad se termina metiendo bala y mano dura, que los pobres son pobres simplemente porque no quieren laburar; son los mismos, son los votos de los que mandan a sus hijos a escuelas y universidades privadas mientras lucran con dineros públicos. ¿Para eso, Ricardo? Indudablemente, el colorado es un gran comerciante. Negocio redondo para él.
Y ahora estás, Ricardo, caminando canales de televisión para tratar de explicarle a la gente, en tono ya un poco impostado, que los naranjos florecen en invierno y que el sol sale por el oeste. Pero los hechos son testarudos. Y no se puede estar con Dios y con el Diablo porque, aunque en algún tiempo, muy lejano, fueron del mismo palo –o tal vez por eso mismo-, hoy son extremos inconciliables.
Que se rompa y no se doble. Hasta octubre.
* Trevelin, Chubut, 08 de junio de 2011
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