Por Jorge Oriola *
En principio me reconforta que existan debates y un espacio como éste para expresarnos; espero sinceramente que el mismo tenga las lecturas que desde Puerta E se propician. También aclaro que trataré de evitar citas y entrecomillados para no caer en riesgos de aburrir con presuntas erudiciones o sacar frases o ideas del contexto original.
Releído el texto de M. Svampa y la nota de P. Quintana me permito aportar una serie de ideas y ejemplos para alimentar sanamente el debate que, por otra parte, nos debemos tanto en Esquel como en el país.
1) Ratifico la idea de que en Sur-américa se dan hoy procesos de renovación política respecto del avance devastador del neoliberalismo impulsado desde la década del '80 y consagrado en la del '90, cuyos resultados ya conocemos y hemos sufrido, al menos, las mayorías. Sin embargo, estos procesos de renovación del capitalismo no son ni han sido sencillos ni lineales sino más bien lentos, difíciles y contradictorios. Considero que hay cinco países (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil y Argentina) donde tales procesos han sido más activos: un regreso a las políticas propias del Estado de Bienestar, recuperación del rol del estado desde las ópticas neo-keynessianas y búsqueda de modalidades industrialistas combinadas con políticas extractivas y agroexportadoras. Hay resultados evaluables: incremento de la actividad industrial, del mercado interno, mejoras en problemáticas de viviendas, ocupación, tecnología, subsidios a empresas y familias, comunicaciones, etc si los vemos comparativamente con los años 2000 al 2002. Insisto: mejoras parciales y en proceso; falta mucho aun para lograr una extensión de dichas mejoras sustanciales.
2) Hay un aspecto que a muchos no nos cierra: las políticas extractivas en minería metalífera y sus modalidades expandidas: a cielo abierto, uso de tóxicos, leyes de los 90 no reformuladas, riesgos de contaminación, efectos perniciosos en lo social (exclusión, marginalidad, baja ocupación, etc..) y son estas cuestiones ambientales, económicas y sociales las que nos marcan diferencias y nos imponen debates. Pero no a todos: los círculos privilegiados que abogan por la derrota de estos gobiernos que llaman "populistas" no piensan cambiar justamente este aspecto sino, por el contrario, reafirmarlo y profundizarlo. Los sectores concentrados de la economía, sus medios de prensa y sus partidos políticos voceros detestan numerosas medidas "populistas", los juicios a los genocidas, las retenciones a las rentas extraordinarias, la mayor participación de sectores populares, los subsidios y planes de inclusión de tipo "bienestarista" y un rol más activo del estado. Pero no cambiarían un centímetro de las políticas vinculadas con la expansión sojera, la extracción minera, los avances privados sobre las tierras comunitarias... Ellos tienen un proyecto y no lo niegan.
3) Las problemáticas ambientales en general (soja, cianuro, etc) y los emprendimientos megamineros en particular merecen no sólo mayores estudios y expansión informativa sino políticas de freno en resguardo del presente y del futuro; eso es innegable y no creo que deba profundizarlo; en Esquel dimos el ejemplo al rechazar aquel negocio de la Meridian Gold y sus asociados varios en contra del saqueo y el riesgo; si no el primero, el segundo movimiento decisivo en Sur-américa abortando ese tipo de proyectos. Pero a mi juicio no deben ser solo propiedad de movimientos ciudadanos, movimientos sociales, asambleas vecinales, agrupaciones, fundaciones o académicos. El NO es el engranaje fundamental de la resistencia pero no alcanzan todos los NO que podamos oponer ante cada avance de estos sectores económicos, empresariales, gubernamentales... Creo es necesario articularlos en algún tipo de proyecto o programa alternativos que sea superador, no sólo del neoliberalismo conservador sino también de los modelos bienestaristas-neokeynessianos. Institucionalmente funcionan congresos, legislaturas, partidos políticos y la Constitución; periódicamente hay elecciones y la mayoría de los ciudadanos votamos... y es necesario tener proyectos para apoyar y elegir.
4) El NO contiene en sí mismo una fuerza simbólica potencialmente considerable. Es el inicio y fin de movimientos que rechazan modelos, emprendimientos, propuestas, negociados. Es también indicio de los diagnósticos que nos permiten articular acciones contra lo que no deseamos. Ese NO es en Esquel el NO a la MINA y bien podría ser otro NO a cualquier aventura similar. Pero allí reside, paradójicamente, una de nuestras debilidades tras ocho años de resistencia. La falta de un SÍ o varios que nos permitan articular un proyecto de región, de ciudad, un perfil de trabajo en pos de escenarios a futuro que nos contenga y arraigue con mejoras sustanciales en nuestra calidad de vida. Ello es posible con un nuevo Planeamiento Estratégico, a realizarse de manera más democrática que el SEAS de 1999-2000, abortado finalmente por el conflicto minero. Es decir, que la comunidad, democráticamente representada, elabore una propuesta de futuro que contenga los NO ya afincados y maduros y los SÍ que podamos imaginar y proponernos.
5) Este ejemplo que considero necesario para nuestra ciudad y región lo traslado al ámbito de los NO en tanto resistencia a las políticas extractivas en minería, la expansión sojera, la privatización de tierras comunitarias, el saqueo de los recursos, etc. Es necesario edificar un perfil de país, quizás profundizando y mejorando los cambios iniciados en 2003 o bien elaborando un proyecto nacional superador que contenga los logros obtenidos en estos años y un cambio rotundo en las políticas que venimos objetando. Por eso, insisto, es menester elaborarlos y no quedarnos simplemente en la oposición a las mismas. Personalmente imagino un país agro-industrial, que supere los problemas de desocupación y pobreza y cuyos beneficios sean verdaderamente socializados en pos de mejoras sustanciales en la calidad de vida de todos; un país soberano en sus recursos y respetuoso, cuidadoso, sumamente celoso del ambiente para resguardarlo. Para ello será necesario proyectar fuentes de energía, distribución de la tierra, seleccionar qué recursos usar y cuáles no, qué tecnologías aplicar o no; qué infraestructura vial o ferroviaria incrementar o recrear, qué deudas saldar o contraer; hacia dónde orientar el crédito interno, qué tipo de educación implementar... etc... Es decir, salir de la tenaz aunque justa resistencia y programas qué hacer... Seguramente, como sucede hace miles de años, deberemos avanzar sobre el ambiente pero podremos, organizada y democráticamente, proponer cómo buscando el mayor equilibrio posible desde las mayorías y no desde círculos transnacionales de lucro.
Por eso insisto: coincido en los NO ya debatidos y en todos esos diagnósticos, pero impulsar rechazos particulares y globales sin diferenciar políticas internas y sin estructurar proyectos de consenso puede beneficiar a quienes, de adentro y de afuera, sí tienen el proyecto de regresar al neoliberalismo pernicioso y destructivo que ya hemos sufrido.
* Docente, vecino de Esquel, historiador
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En principio me reconforta que existan debates y un espacio como éste para expresarnos; espero sinceramente que el mismo tenga las lecturas que desde Puerta E se propician. También aclaro que trataré de evitar citas y entrecomillados para no caer en riesgos de aburrir con presuntas erudiciones o sacar frases o ideas del contexto original.
Releído el texto de M. Svampa y la nota de P. Quintana me permito aportar una serie de ideas y ejemplos para alimentar sanamente el debate que, por otra parte, nos debemos tanto en Esquel como en el país.
1) Ratifico la idea de que en Sur-américa se dan hoy procesos de renovación política respecto del avance devastador del neoliberalismo impulsado desde la década del '80 y consagrado en la del '90, cuyos resultados ya conocemos y hemos sufrido, al menos, las mayorías. Sin embargo, estos procesos de renovación del capitalismo no son ni han sido sencillos ni lineales sino más bien lentos, difíciles y contradictorios. Considero que hay cinco países (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil y Argentina) donde tales procesos han sido más activos: un regreso a las políticas propias del Estado de Bienestar, recuperación del rol del estado desde las ópticas neo-keynessianas y búsqueda de modalidades industrialistas combinadas con políticas extractivas y agroexportadoras. Hay resultados evaluables: incremento de la actividad industrial, del mercado interno, mejoras en problemáticas de viviendas, ocupación, tecnología, subsidios a empresas y familias, comunicaciones, etc si los vemos comparativamente con los años 2000 al 2002. Insisto: mejoras parciales y en proceso; falta mucho aun para lograr una extensión de dichas mejoras sustanciales.
2) Hay un aspecto que a muchos no nos cierra: las políticas extractivas en minería metalífera y sus modalidades expandidas: a cielo abierto, uso de tóxicos, leyes de los 90 no reformuladas, riesgos de contaminación, efectos perniciosos en lo social (exclusión, marginalidad, baja ocupación, etc..) y son estas cuestiones ambientales, económicas y sociales las que nos marcan diferencias y nos imponen debates. Pero no a todos: los círculos privilegiados que abogan por la derrota de estos gobiernos que llaman "populistas" no piensan cambiar justamente este aspecto sino, por el contrario, reafirmarlo y profundizarlo. Los sectores concentrados de la economía, sus medios de prensa y sus partidos políticos voceros detestan numerosas medidas "populistas", los juicios a los genocidas, las retenciones a las rentas extraordinarias, la mayor participación de sectores populares, los subsidios y planes de inclusión de tipo "bienestarista" y un rol más activo del estado. Pero no cambiarían un centímetro de las políticas vinculadas con la expansión sojera, la extracción minera, los avances privados sobre las tierras comunitarias... Ellos tienen un proyecto y no lo niegan.
3) Las problemáticas ambientales en general (soja, cianuro, etc) y los emprendimientos megamineros en particular merecen no sólo mayores estudios y expansión informativa sino políticas de freno en resguardo del presente y del futuro; eso es innegable y no creo que deba profundizarlo; en Esquel dimos el ejemplo al rechazar aquel negocio de la Meridian Gold y sus asociados varios en contra del saqueo y el riesgo; si no el primero, el segundo movimiento decisivo en Sur-américa abortando ese tipo de proyectos. Pero a mi juicio no deben ser solo propiedad de movimientos ciudadanos, movimientos sociales, asambleas vecinales, agrupaciones, fundaciones o académicos. El NO es el engranaje fundamental de la resistencia pero no alcanzan todos los NO que podamos oponer ante cada avance de estos sectores económicos, empresariales, gubernamentales... Creo es necesario articularlos en algún tipo de proyecto o programa alternativos que sea superador, no sólo del neoliberalismo conservador sino también de los modelos bienestaristas-neokeynessianos. Institucionalmente funcionan congresos, legislaturas, partidos políticos y la Constitución; periódicamente hay elecciones y la mayoría de los ciudadanos votamos... y es necesario tener proyectos para apoyar y elegir.
4) El NO contiene en sí mismo una fuerza simbólica potencialmente considerable. Es el inicio y fin de movimientos que rechazan modelos, emprendimientos, propuestas, negociados. Es también indicio de los diagnósticos que nos permiten articular acciones contra lo que no deseamos. Ese NO es en Esquel el NO a la MINA y bien podría ser otro NO a cualquier aventura similar. Pero allí reside, paradójicamente, una de nuestras debilidades tras ocho años de resistencia. La falta de un SÍ o varios que nos permitan articular un proyecto de región, de ciudad, un perfil de trabajo en pos de escenarios a futuro que nos contenga y arraigue con mejoras sustanciales en nuestra calidad de vida. Ello es posible con un nuevo Planeamiento Estratégico, a realizarse de manera más democrática que el SEAS de 1999-2000, abortado finalmente por el conflicto minero. Es decir, que la comunidad, democráticamente representada, elabore una propuesta de futuro que contenga los NO ya afincados y maduros y los SÍ que podamos imaginar y proponernos.
5) Este ejemplo que considero necesario para nuestra ciudad y región lo traslado al ámbito de los NO en tanto resistencia a las políticas extractivas en minería, la expansión sojera, la privatización de tierras comunitarias, el saqueo de los recursos, etc. Es necesario edificar un perfil de país, quizás profundizando y mejorando los cambios iniciados en 2003 o bien elaborando un proyecto nacional superador que contenga los logros obtenidos en estos años y un cambio rotundo en las políticas que venimos objetando. Por eso, insisto, es menester elaborarlos y no quedarnos simplemente en la oposición a las mismas. Personalmente imagino un país agro-industrial, que supere los problemas de desocupación y pobreza y cuyos beneficios sean verdaderamente socializados en pos de mejoras sustanciales en la calidad de vida de todos; un país soberano en sus recursos y respetuoso, cuidadoso, sumamente celoso del ambiente para resguardarlo. Para ello será necesario proyectar fuentes de energía, distribución de la tierra, seleccionar qué recursos usar y cuáles no, qué tecnologías aplicar o no; qué infraestructura vial o ferroviaria incrementar o recrear, qué deudas saldar o contraer; hacia dónde orientar el crédito interno, qué tipo de educación implementar... etc... Es decir, salir de la tenaz aunque justa resistencia y programas qué hacer... Seguramente, como sucede hace miles de años, deberemos avanzar sobre el ambiente pero podremos, organizada y democráticamente, proponer cómo buscando el mayor equilibrio posible desde las mayorías y no desde círculos transnacionales de lucro.
Por eso insisto: coincido en los NO ya debatidos y en todos esos diagnósticos, pero impulsar rechazos particulares y globales sin diferenciar políticas internas y sin estructurar proyectos de consenso puede beneficiar a quienes, de adentro y de afuera, sí tienen el proyecto de regresar al neoliberalismo pernicioso y destructivo que ya hemos sufrido.
* Docente, vecino de Esquel, historiador
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