Por José Hernán Díaz Varela *
Escenarios posibles para la próxima elección del Juez de
Faltas municipal de Trevelin
Durante este mes de febrero se elegirá, por concurso, el
nuevo Juez de Faltas del Pueblo del Molino. Por fin. La cosa viene demorada, ya
que hace meses se inscribieron los postulantes, que son tres. De todos modos,
la novedad es que hay un cambio sustancial en la metodología de elección.
Hasta ahora, el Juez de Faltas era designado directa –y
discrecionalmente- por el índice del intendente municipal. Ahora, esta función
se cubrirá mediante un concurso.
El Concejo Deliberante en pleno, es decir, los diez ediles,
se constituirán en el jurado examinador, asesorados por dos profesionales en
derecho de la ciudad de Esquel, quienes elaborarán los criterios y la propuesta
de examen escrito basado en el análisis de un caso. Asimismo, se analizarán los
curriculum de los postulantes.
De este modo, con una grilla de puntuación que garantice la
objetividad del examen, los concejales decidirán, en base a esos resultados,
quién accederá a esta función pública.
Hasta aquí todo viene bien. Podemos celebrar que, al fin, se
aplicará el sano criterio de nombrar, a través de los representantes del
pueblo, al aspirante más idóneo para el cargo, mediante una evaluación objetiva
y un procedimiento transparente.
Pero esto no termina aquí. De acuerdo con el sistema
diseñado para este concurso, el dictamen del jurado (los diez ediles) deberá
ser sometido a votación para su aprobación en el Concejo Deliberante (los
mismos diez ediles). Y aquí se empieza a empañar la cosa y surgen algunas
preguntas:
Primera: ¿Para qué se va a someter a votación una decisión
que ya fue tomada por los mismos que están votando? Para ratificarla por ordenanza
y designar al ganador del concurso.
Segunda: ¿Y si algunos concejales cambian su decisión y
eligen a B en vez de A, por ejemplo? En realidad, no podrían cambiar nombres
pero sí rechazar el dictamen, firmado por ellos mismos unos días antes.
Tercera: ¿Por qué razones se podría cambiar la decisión
tomada en el marco de un concurso abierto y transparente? Salvo muerte o
renuncia del ganador del examen, no existe ninguna, al menos legítima.
Sin embargo, la posibilidad existe. Es decir, el aspirante
seleccionado mediante un procedimiento objetivo basado en criterios de
idoneidad puede ser desestimado en una segunda instancia por los mismos
integrantes del jurado. Si la decisión técnica del jurado puede ser revocada
políticamente los aspirantes no tienen ninguna garantía. Simplemente se estaría
montando una parodia de democracia en la que el índice del Gran Elector
quedaría mediado por aquellos concejales que cambiaran su voto respondiendo al
dedo, en este caso pulgar, de sus patrones políticos.
Si gustó el ganador, si es amigo o comulga políticamente,
dedo arriba y a ratificar el dictamen. Si no es un patito en fila ni un
obsecuente, aunque sea el más competente, dedo abajo y muchas gracias por
participar. Y queda claro que quien resulte designado después, sin haber ganado
en el examen objetivo, carecerá de toda legitimidad.
Todo depende de este nuevo Concejo Deliberante, que tiene
ante sí la oportunidad de sostener la voluntad de diálogo con la que inició su
gestión en el debate por la ordenanza presupuestaria, analizando propuestas,
corrigiendo y mejorando el proyecto del Ejecutivo municipal en muchos aspectos.
Si los concejales sostienen el dictamen técnico del concurso, ratificarán este
rumbo. Si, en cambio, responden al pulgar político, tendremos otra vez una
escribanía de gobierno que simplemente ratifique los caprichos personales del
Príncipe.
* DNI 17.536.512
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