Por Hernán Horacio Schiaffini *
Nos desayunamos esta mañana con la noticia del desalojo
violento del bloqueo de camino selectivo que los asambleístas de Belén llevaban
adelante para impedir el paso de los camiones con explosivos y demás insumos
para Minera Alumbrera y Barrick Gold. Muchos fueron detenidos y al menos dos
personas estuvieron desaparecidas durante varias horas.
Lamentablemente, voces progresistas han sembrado confusión y
contribuido a aislar a los manifestantes, lo que aporta para que hechos como
aquéllos se produzcan. Dante Palma, equiparando a Amado Boudou con Álvaro
García Linera, sostiene que una “izquierda oenegeísta” encuentra en el reclamo
medioambiental las banderas que pierde a manos de las medidas nacionales y
populares que toma el Gobierno Nacional. De esta manera desacredita los
reclamos específicos de las poblaciones afectadas por los emprendimientos
mineros. En lugar de discutir con la gente, prefiere discutir con ONG
imaginarias.
Ricardo Forster redactó otra nota, llamativamente retomada
en la página web Mining Press, donde señala la contradicción global-local y la
tensión entre intereses generales y particulares. El reclamo justo de los
habitantes resulta, según Forster, en contradicción con las necesidades de desarrollo
y crecimiento de La Rioja,
San Juan o Catamarca.
Aquí no sólo el problema radica en la falta de crítica de
los conceptos de crecimiento y desarrollo según los propone la minería, sino en
la confusión de la escala de lo global y lo local. Porque podría perfectamente
pensarse también que la formación económico-social argentina es el caso
particular de tendencias globales de la economía mundial. ¿O no? El problema no
es la tensión global-local, sino que siempre se resuelve a favor de las
empresas.
Como éstas, muchas otras voces menores se están encargando
repetidamente de vincular a la oposición a la minería a cielo abierto con ONG
oscuras, con posiciones trasnochadas de ecologistas extremos y, ¿será el
próximo paso?, con las corporaciones mediáticas. El despreciable oportunismo de
Clarín o Perfil se explica por el ansia que tienen de atacar al Gobierno, pero
también por el vacío que la prensa nacional y popular genera en torno a la
incomodidad que le producen estos reclamos. La incapacidad de abordar seriamente
estos conflictos hace que la derecha intente capitalizarlos (infructuosamente,
por cierto).
Se habla de “fundamentalismos”, de “ambientes prístinos y
ríos transparentes rodeados de hambrientos”, de que (los manifestantes) no
quieren que le vaya bien a los demás, etc. Se renuevan argumentos que los que
estuvimos cerca del conflicto originario de Esquel conocemos bien: fanáticos,
intolerantes, marionetas de las ONG. “Anarquistas”, “autonomistas”, como si no
hubiera sindicatos o partidos políticos (incluido el FPV) en contra de la
minería.
Un pobre favor le hacen al proyecto nacional y popular los
que priorizan los intereses de empresas concentradas internacionales y señores
políticos locales frente a reclamos legítimos, sinceros y desinteresados de la
gente que le roba tiempo a su vida familiar y le va a poner el cuerpo a un
bloqueo de caminos, al rayo del sol del verano cordillerano. Y encima le pegan,
le encarcelan y le amenazan con leyes antiterroristas.
Pero claro, es más fácil pelearse con ONG de Miami que con
asambleístas de El Algarrobo. Es más fácil inventar discursos abstractos y
refutarlos, que escuchar lo que las asambleas, los vecinos los pueblos
originarios y los campesinos tienen para decir. Una solo foto, muy ingeniosa e
inteligente por cierto, de un cartel que se exponía en la última marcha en
Esquel, desarma el discurso que menciono. Decía: “no somos grinpis, somos la
ballena”.
Porque no es cierto, y parece mentira tener que escribir
esto, que los están contra la minería a cielo abierto estén a favor de la
pobreza, o prioricen a la naturaleza sobre las personas, ni siquiera que sean
anti-kirchneristas u oligarcas antipopulares.
Un pobre favor le hacen entonces, al proyecto que defienden,
quienes recién se enteran de procesos que cuentan ya una decena y una veintena
de años, quienes reducen la cuestión minera a un mero conflicto ambiental y los
reclamos de las poblaciones al sólo cuidado de la ecología.
Queda reclamar, además de la liberación y el
desprocesamiento, si lo hubiere, de todos los detenidos en el bloqueo selectivo
de caminos de Belén, un poco de seriedad y responsabilidad a ciertos formadores
de opinión, que tal vez sin saberlo, ponen su granito de arena contra la
autonomía popular. Porque sí, se pueden hacer cosas con palabras.
* Maestro en Antropología (Universidad Nacional Autónoma de
México). FFyL. UBA.
Nota relacionada: Convocan en Bs. As. a asamblea abierta por conflictos mineros
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