lunes, febrero 13, 2012

Opinión: “A un siglo de la gesta”, por Álvarez Raso


Por Emiliano Álvarez Raso *

Cien años atrás, en una nación convulsionada por el fraude como norma electoral invariable, la lucha por el protagonismo social y político de las nuevas clases emergentes contra las mayorías oligárquicas, autodeclaradas salvaguardas de la República, se impuso la visión de jóvenes prohombres sobre la necesidad de dotar al país de un instrumento jurídico que garantizara la participación de las minorías y las fuerzas opositoras, detrás del necesario equilibrio de la función gubernamental.

El 10 de febrero de 1912 se sancionaba la “Ley General de Elecciones Nº 8.871” mas popularmente conocida como “Ley Sáenz Peña”. A partir de la cual se estableció el voto secreto, universal y obligatorio para nativos y nacionalizados mayores de 18 años y se termina para siempre en nuestro país con el denominado “voto calificado”. Se introduce el sistema de “lista incompleta” dándole representación legislativa a las minorías. Con el tiempo y la incorporación del voto femenino en la década del 40 del siglo pasado se termina de afianzar la participación de los sectores medios y populares en la vida política argentina.

La “Ley Sáenz Peña” no fue una conquista coyuntural y a la cual se llegó fácilmente. Implicó la lucha inquebrantable de muchos actores políticos de la época, quienes se rebelaron contra las dificultades, obstáculos y condicionamientos que imponían los sectores dominantes a la intención de hacer más democráticas las decisiones nacionales.

El viejo conservadurismo, reacio a la incorporación de los nuevos y pujantes sectores populares que poblaron nuestra nación como fruto del proceso inmigratorio, fue responsable de revoluciones, levantamientos y abstenciones que se sucedieron casi permanentemente intentando modificar el sistema político vigente y ampliar la base de participación política.

El solo anuncio del envío del proyecto al parlamento incentivó la participación política, y su sanción significó el ascenso al poder democrático del primer partido nacional y popular; la Unión Cívica Radical, que en 1916 llevó a la primera magistratura a Hipólito Yrigoyen iniciando una ejemplar etapa de crecimiento democrático mediante el voto masivo y sin restricciones.

La virtuosa herencia de la “Ley Sáenz Peña” constituyo el hilo conductor que nos guía hasta al presente. Cien años han pasado y seguimos bregando día a día por una democracia más vigorosa. Es preciso entonces recordarla, como un aliciente al trabajo pendiente de consolidar una Argentina más plural e inclusiva, que construya ciudadanía y  afronte con dignidad republicana  los desafíos del siglo que comienza.

* DNI 29.957.219 / Comodoro Rivadavia

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