Por Jorge Spíndola
“De todos mis oficios terrestres, el violento oficio de
escritor era el que más me convenía”. R.W.
De los múltiples oficios terrestres en la vida de Walsh, hay
tres que definen su paso por el mundo: el escritor, el periodista, el militante
revolucionario. Una praxis vital que reunió cuerpo y lenguaje como nunca antes
en la literatura argentina.
Arrastrado por las circunstancias, como el mismo lo dice, se
sumó al movimiento intelectual y político de resistencia que surge tras el
derrocamiento de Perón en el 55. Es en ese período en el que saldrá de su
perplejidad más intima hasta llegar a escribir Operación masacre, la novela de
investigación que fue más allá del contrato entre escritura y realidad que
había profesado el verosímil realista. “Operación Masacre cambió mi vida.
Haciéndola, comprendí que además de mis perplejidades íntimas, existía un
amenazante mundo exterior – escribió en su brevísima autobiografía.
De la intimidad de las batallas del ajedrez, de las charlas
en el café o en las redacciones de diarios, fue arrastrado a los basurales de
José León Suárez, basurales de la historia, para desenmarañar los indicios del
Terrorismo de Estado, aquellos fusilamientos nocturnos de la llamada
“Revolución Libertadora” que reinstaló en el poder a los sectores oligárquicos
aliados al capital extranjero.
Aquel amenazante mundo exterior instaurado por La Fusiladora es
reconstruido minuciosamente y luego denunciado por Walsh en ese impresionante
ejercicio de contra inteligencia y denuncia que resulta ser su novela. Cada
renglón de Operación Masacre, cada dato allí escrito, está corroborado por
citas que remiten a testigos reales, a testimonios, lugares, fuentes de verdad
y no de “verosimilitud aristotélica”. Hay un contrato riguroso entre la
búsqueda de la verdad y la escritura.
“Haciéndola,
comprendí”, dice Walsh cuando se refiere a su novela. Comprender desde un
hacer-escribir, comprender como una actividad, una construcción que lleva
tiempo y análisis, y materiales muy concretos, y voces y datos y pistas que él
debió seguir, aún a riesgo de llegar a ningún lado para volver a empezar y
hablar con otros y modificar lo escrito porque lo que se modifica es la comprensión
de los hechos. Una escritura como praxis, que se hace construyendo nuevas
formas de aprehensión de ese mundo amenazante.
Efectivamente fue él quien dio las claves de comprensión y
denunció la acción de los grupos paramilitares y para-policiales vinculados al
bajo mundo del delito y su actividad terrorista sobre la clase obrera y los
militantes de La
Resistencia. Su trabajo intelectual y político implicó un
salto de comprensión, salto que fue posible gracias a su propia escritura
realizada dese su compromiso con los cuerpos que quedaron inertes y los cuerpos
sobrevivientes que huyeron desesperados bajo la noche de José León Suarez, una
noche de 1957.
De allí en más Walsh será Walsh, el que hoy conocemos y
mejor recordamos; un hombre y una escritura llevados y traídos por los tiempos,
como él afirma. El escritor revolucionario, que exactamente 20 años después, el
24 de marzo de 1977 va a publicar la Carta de un Escritor a Junta
militar de Gobierno. Nota completa
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